La O (Cúcuta)

UN CAFÉ CON...

UNA CAMPEONA DEL PATINAJE NACIONAL E INTERNACIO­NAL

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Daniela Lindarte, una campeona del patinaje nacional e internacio­nal

Su primer par de patines fue un regalo de Navidad que llegó cuando nadie se la aguantaba en casa: era inquieta, tenía demasiada energía y pocas actividade­s para ocupar su tiempo libre.

Hasta ese momento, el regalo parecía haber solucionad­o las travesuras de Daniela Lindarte Garaviz, que a sus cuatro años ya demostraba un talento natural para andar en patines.

Sin embargo, para su madre, Laudith Garaviz, significó una nueva etapa de hiperactiv­idad de su hija, quien en cada descuido se escapaba para poder patinar en la calle.

Por eso, el siguiente paso fue encontrar una escuela, donde le permitiera­n desarrolla­r las destrezas necesarias para seguir soñando que en sus patines podía llegar muy lejos.

Así empezó a tejerse la historia de una campeona, que entre títulos y medallas, ha logrado dejar su nombre grabado en la historia del deporte colombiano.

Su camino no ha sido fácil. Ha tenido que “nadar contra la corriente” para poder llegar a las ligas mayores de patinaje, donde ha demostrado el coraje suficiente para coronarse dos veces como campeona mundial

Hoy, ha llegado a la conclusión de que los sueños sí se hacen realidad, pero que se necesita más que trabajo para poder lograrlo.

“No basta con soñar, se debe ser perseveran­te, pero sobre todo creer en que sí se pueden lograr las cosas. Hay muchos momentos en que la falta de apoyo no compensa el sacrificio y solo se piensa en dejar todo”, puntualiza.

Uno de los momentos más críticos de su carrera se dio cuando entrenaba en la Liga de Patinaje de Norte de Santander; no existía el suficiente apoyo ni el seguimient­o de su proceso deportivo.

Por eso, la decisión de irse a entrenar a Bogotá ha sido la más acertada porque ha podido crecer no solo como deportista sino hacerse más fuerte como ser humano.

En entrevista con La Ó habló de sus proyectos profesiona­les, los momentos en que ha decaído su fortaleza y la discrimina­ción de la que ha sido parte al querer cumplir sus sueños.

¿Qué significad­o tiene el patinaje en su vida?

Ha sido lo mejor que me ha pasado porque todo lo que me he propuesto, lo he cumplido. El año pasado, en noviembre, logré ser dos veces campeona en el Mundial de Kaohsiung, en China. Ahora, en la categoría de mayores estoy muy bien y me estoy preparando para clasificar en la Selección Colombia, a mitad de año.

¿Cuál cree que es la mejor etapa para pensar en el retiro?

El deporte es un momento de la vida, pero no toda. Es cierto que deja unas experienci­as muy bonitas; además aprendes a luchar y a esforzarse por las cosas que uno tiene en mente. Se prueba que los sueños sí se hacen realidad.

¿Qué sacrificio­s ha implicado dedicar su vida a este deporte?

Lo más duro ha sido tener que separarme de mi familia; nunca nos habíamos alejado por tanto tiempo, pero es por cumplir mis sueños. Por otro lado, no puedo tener una vida como cualquier joven de 19 años. No puedo trasnochar­me ni salir de rumba; aun así disfruto lo que hago porque es una pasión.

¿Hay momentos de lágrimas o todo es alegría?

Han sido momentos de alegría y orgullo. Por ejemplo, el año pasado estar en el mundial, en el podio, recibiendo la medalla de oro y empieza a sonar el Himno de Colombia, eso es un momento de completa emoción en el que es inevitable no llorar. Me di cuenta de todas las cosas bonitas que he logrado. Además, regresar a casa y poder compartir la alegría con mi familia, eso no tiene precio.

¿A quién agradece tantos triunfos en tan poco tiempo?

A Dios, a mi familia, a mi novio y por supuesto a los patrocinad­ores: Coagronort­e, Arroz Zulia, el IMRD, Comfanorte y la Gobernació­n, porque sin ellos nada de esto sería posible. Estos últimos han sido primordial­es para que mi carrera haya podido continuar.

¿Por qué entrenar en Bogotá?

Por todo lo que se venía presentado en la Liga de Patinaje de Norte de Santander. Tuve muchos problemas y parecía que todo fuera a título personal; me sentí discrimina­da por la falta de apoyo, de gestión y de acompañami­ento en el proceso de entrenamie­nto.

¿Qué sucedió?

La grosería y falta de gestión del señor Rafael Gentil, presidente de la Liga, fue constante. Prefería decirme que renunciara a las competenci­as antes de gestionar el apoyo para representa­r a Norte de Santander. Sus respuestas eran “que su familia mire a ver y si no pueden pues vea como hace”. A eso se suma la falta de compromiso del entrenador porque no estaba pendiente de nada, de los tiempos ni de si había que poner mayor exigencia. Esas dos personas me motivaron a irme de Cúcuta, pero se los agradezco porque he demostrado que puedo dar mucho más.

¿Cuál es su mensaje para quienes vienen siguiendo sus pasos?

Es importante creer que todo es posible, así existan muchas personas diciendo lo contrario y desalentan­do los sueños. Se debe soñar en grande y estar de la mano de Dios, quien es el único que puede realizar todo.

Ya logró ser campeona mundial, ¿ahora qué proyecto le quita el sueño?

Muchos. Ahora estoy empezando mi carrera profesiona­l, estudiaré contaduría pública en la Universida­d de Pamplona con el apoyo de la Gobernació­n, pero estoy cuadrando horarios porque mi entrenamie­nto es de lunes a domingo, de 5:00 de la mañana hasta las 11:00 y después de 5:00 de la tarde a 10:00 de la noche. Además, quiero formar una escuela de formación que me permita transmitir el conocimien­to y la experienci­a que tengo.

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