La O (Cúcuta)

Valentina Lizcano

Mi cuerpo suplicaba por un cambio de hábitos

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Cuando se mira al espejo, la actriz Valentina Lizcano ve a una mujer joven, con mucha energía, orgullosa de lo que ha logrado durante los últimos cinco años, tras decidirse a transforma­r su vida tras una serie de señales que disparaba su organismo. “Me enfermaba, no dormía bien, sufría de gastritis, colon irritable, ansiedad e infeccione­s urinarias. Mi cuerpo suplicaba por un cambio de hábitos”, rememora.

Unos días sabáticos por India y Nepal la conectaron con su interior. Ella descubrió en la meditación una valiosa herramient­a para ser mejor. Aprendió a observar su mente y a soltar esos nudos que asfixiaban su paz. Conoció el perdón.

De regreso a Colombia buscó alternativ­as para mejorar sus hábitos alimentici­os, como el vegetarian­ismo y la comida ayurvédica (dieta específica según las necesidade­s de cada organismo). Se inició en el entrenamie­nto físico y pronto empezó a ver los resultados, que compartía en su cuenta de Instagram @valelizcan­o.

Pero el afán de compararse con otros cuerpos provocó que Valentina se obsesionar­a con su figura. Sufrió de vigorexia, una obsesión por el cuerpo musculoso. “Provoqué un desorden hormonal en mi organismo que no permitía embarazarm­e. Tocó devolverme, decirle a mis seguidores que ese no era el camino”, admite.

Para su fortuna, quedó en cinta y tuvo a su primer hijo: Salvador, lo que trajo a su vida cosas nuevas, entre ellas, un cambio en su físico. Valentina asegura: “Ser madre trajo su propia belleza. Aprendí a amar mi nuevo cuerpo, mis estrías en la cola y mis ‘puchecas’ un tanto caídas por amamantar”. Y ese amor propio es el que le transmite a sus 319 mil seguidores por sus redes sociales a través de su estilo de vida saludable.

¿Planifica sus entrenamie­ntos?

No. No estoy obsesionad­a con un plan de entrenamie­nto ni de alimentaci­ón porque es un momento de mi vida de transición. Estoy pasando por una separación, criando a un niño chiquito, sacando adelante mi proyecto personal Sana Locura. No podemos ser esclavos de

nada.

¿Y lo que postea en Instagram?

Tampoco. Lo que posteo es lo que va pasando y fluyendo, en esta vida no tengo plan B.

Uso Instagram para conectarme con la gente. Es hermoso saber que ellos son mis mejores motivadore­s con sus comentario­s y críticas me hacen una mejor mujer.

¿Cómo va su proyecto Sana Locura?

Comenzó como una etiqueta pero estamos trabajando para que sea una marca y, más adelante, una empresa. Con ella hago conversato­rios, entrenamie­ntos, doy un testimonio de vida, para enseñarle a la gente que las decisiones no se toman a través de la comparació­n. Hay que observar la cabeza, buscar un balance entre alma, mente y espíritu. Quisiera que este proyecto sea mi herencia para mi hijo Salvador, que entienda que en esta vida lo más importante es servirle a los demás.

¿Cuál es su sana locura?

Es vivir cada momento con pasión y entrega, sea éste negativo o positivo, siempre desde el fondo del corazón.

En la dieta ¿qué fue lo más difícil de cambiar?

Me gusta comer salado y ácido, y el tema del sodio fue difícil. Ahora consumo sal marina o sal rosada, que son menos procesadas y cuando sazono tiendo a usar hierbas. Trato de consumir los alimentos lo más natural posible. Por eso tengo un huerto en mi hogar con algunas plantas e hierbas, como prontoaliv­io, caléndula, albahaca blanca y morada, hierbabuen­a y cilantro.

¿Qué alimentos son imprescind­ibles para usted?

manzanas verdes, aguacate, frutos secos, espinaca, acelga, atún, pollo, salmón, yogurt griego y de cabra, pan integral y semillas. Evito las gaseosas y las

carnes rojas.

¿Desea retomar la televisión?

Es chistoso porque me alejo cada día más. Quisiera aprovechar la era digital para tener mi propio canal con un programa que tenga que ver con alimentaci­ón y vida saludable, sería un sueño cumplido.

Su mensaje a las mujeres colombiana­s es…

Que se dieran cuenta que somos seres maravillos­os que estamos puestos en este universo para ser las grandes mujeres, que cogemos las manos de los grandes hombres y nos paremos a su lado y no detrás de él, como ha pasado por siglos. Pero la tarea la tenemos nosotras, aprendiend­o a amarnos y a valorarnos.

En pocas palabras:

La zona del cuerpo que le piden trabajar más: El abdomen, es una obsesión para la gente.

¿Qué parte de su cuerpo le gusta más?

Los ojos.

¿Cómo enfrenta la crítica?

A veces con madurez y otras veces con inmadurez (risas).

¿Qué libro está leyendo por estos días?

Historia de un corredor.

Un pecado confesable

Estoy enamorada del amor.

Cómo se ve en cinco años

Viajando con mi hijo Salvador y dando bellas caminatas de

su mano

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