Martha Mora, mujer Cafam 2018
En el año 2000, Martha Mora Cárdenas sufrió la muerte de su esposo a manos del conflicto armado. Lloró, se lamentó y como terapia de sanación retomó la escritura, actividad que hacía desde los 9 años, ya que es amante de la poesía.
Un buen día, al ver que sus hijos eran los más afectados por la ausencia de su papá, ingresó con ellos a un grupo de danzas. “La idea era darles muchos amor, autoestima y decirles que, a pesar de lo ocurrido, éramos muy importantes para el mundo”, dijo.
A través del arte, ella y sus dos hijos iban borrando aquel episodio que los dejó sin un ser querido y sin casa, pues después de la tragedia también fueron desplazados del municipio de El Zulia.
Como refugiarse en el arte le funcionó, cuando llegó a vivir al barrio Buenavista II de Villa del Rosario quiso lograr lo mismo con otras víctimas del conflicto armado.
Convocó en su casa a niños y a jóvenes que también sufrieron la violencia y les explicó que por medio del arte podían encontrar la ruta para alcanzar sus sueños.
Comenzaron a reunirse los fines de semana y a realizar talleres de danza, de teatro, de pintura y de música, hasta que en el año 2014 creó la fundación ‘Artes empíricas’, que hoy ayuda a que 120 niños y jóvenes víctimas del conflicto descubran sus talentos.
La fundación funciona dentro de su casa y la zona de la sala lo acondicionó para ello. Está cargado de materiales que utiliza para sus talleres y obras realizadas por los pequeños. Aunque, según ella, no es un espacio cómodo, sin duda es su lugar preferido. Dice que es feliz en medio de las travesuras y ocurrencias de sus pupilos.
De la mano de sus hijos. Además de ser una incansable luchadora por mejorar la sociedad colombiana, Martha Mora es mamá de dos varones. Y en su afán de ser una promotora de nuevos talentos y a la vez cuidar de sus hijos, comenzó a trabajar de la mano de ellos en la fundación.
“Para muchos una mujer es cocina, lavadero y no más. Entonces mis hijos cada vez que me veían en mi insistencia, pintando y haciendo me decían: ‘Mamá, deje ese cuento, mire que usted es la de la casa, quédese aquí’. Y fue darme a la tarea de convencerlos de que yo sí tenía más capacidades, y cuando se dieron cuenta de todo me dijeron: ‘Usted es una berraca’ y empezaron a decirle a todo el mundo que yo era su orgullo’”, aseguró.
Ahora ellos son quienes la acompañan y la guían en esta labor. Incluso, uno de sus retoños es el autor de la decoración de las paredes la vivienda, que también está adornada con objetos muy valiosos para la mujer, oriunda de Cartagena. Entre ellos se encuentra la Mención de Honor que recibió por su labor en los Premios Mujer Cafam en Bogotá.
Martha nos mostró el lugar: