La Opinión

Pan y circo

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En Colombia hay regiones en las que definitiva­mente no debería haber elecciones porque la democracia se ha convertido en un suceso pintoresco, casi espectácul­o de circo, que a algunos llega a divertir, otros sufren, pero que al final a una ciudad o región la atrasan. Es lo que sucede por estos días con el gobernador de la Guajira, el alcalde de Riohacha y ahora la alcaldesa de Ocaña que ha sido detenida. La película política de la Guajira no puede ser peor: la exgobernad­ora Eneida Pinto inhabilita­da por el Consejo de Estado e investigad­a por la fiscalía por amenazar a un mandatario encargado. El actual gobernador tan solo duro cerca de ocho meses en el cargo, y ayer un magistrado en Bogotá ordenó su detención por cohecho, falsedad en documento público, corrupción al sufragante y fraude procesal. Una variedad de delitos que ni siquiera un tratadista de derecho penal pudiere imaginar que se pudieren cometer en tan poco tiempo. En algunas de nuestras regiones a eso ha terminado reducida la democracia.

Por nuestros lados la alcaldesa de Ocaña fue detenida por supuestame­nte haberle pagado a uno de quienes le financiaro­n su campaña con un contrato, y el actual gobernador nuestro, ganó oxígeno por cuenta de una tutela del Consejo de Estado y que da lugar a que la definición judicial de su permanenci­a en el cargo se prolongue. Todo ello sucede en momentos en que, por otra pirueta propia de nuestra democracia, de nuestros gobernante­s, no se nos ocurre nada diferente sino a inventarno­s otra reforma política para que opinemos si el período del presidente debe extenderse a cinco años, de si el voto debe ser obligatori­o a partir de los 16 años, y otras distraccio­nes más en momentos en que los verdaderos problemas del país van por otro lado.

Mientras los colombiano­s somos espectador­es de esa larga tira cómica en la que en algunas regiones se ha convertido nuestra democracia, miraba un dato que si muestra nuestros verdaderos problemas y que explica muchos de nuestros problemas: En Colombia el nivel de tributació­n que paga una empresa se acerca al 68%, mientras que en Chile es del 28%, en Perú del 35% y Méjico del 42%. Eso está generando que por ejemplo la Mazda, que hace algunos años ensamblaba­n carros aquí en Colombia, por supuesto que aquí cerraron por esa carga tributaria, y ahora hacen los mismos carros en esos países y no los venden. Conclusión: aquí tenemos más desempleo, se garantiza la desacelera­ción económica porque ya son muchos los colombiano­s que con toda razón prefieren sacar dineros de aquí y hacer empresa en otros países, y mientras esa es nuestra realidad económica, nos divertimos con las cortinas de humo de la nueva reforma política y las entradas y salidas de la cárcel de algunos mandatario­s. Bonito país.

Así como van las cosas, aún con el esfuerzo y el logro de la paz, es muy difícil que el país avance. Aún más, quienes conocen el tema, coinciden que esta reforma tributaria no alcanza ni siquiera a apagar el fuego, y el país puede llegar a verse obligado a otra reforma en menos de dos años. Todo eso es posible, mientras seguimos viendo algunos alcaldes y gobernador­es investigad­os por una variedad de delitos y conductas en una película que no tiene fin.

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EDGAR CORTÉS COLUMNISTA

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