La Opinión

La repetición viciada

- CICERÓN FLÓREZ MOYA cflorez@laopinion.com.co COLUMNISTA

El destape de Odebrecht, con su multimillo­naria red de sobornos en varios países, incluida Colombia, dejó en evidencia el entramado de la corrupción con todos sus excesos. Confirmó, además, cómo ese flagelo ha permeado la política y a los actores de esta, como ya lo había hecho el narcotráfi­co. No es, pues, un fenómeno nuevo. Es la repetición en forma extrema. En el país es una cadena de la cual hacen parte los eslabones de otros hechos igualmente escandalos­os. La legalizaci­ón de la propiedad de tierras arrebatada­s a campesinos indefensos, los fallos tramposos en las altas cortes, casos como los de Interbolsa, Agro Ingreso Seguro, Reficar, Invercolsa, son capítulos vergonzoso­s. Y hay más en el festín de abusos de poder.

Las contrataci­ones oficiales, en todos los niveles, han servido más como negocios para el enriquecim­iento ilícito, que como ejecución de planes y programas de beneficio a la comunidad. Esa práctica descomedid­a es recurrente en el manejo del programa de Alimentaci­ón Escolar. Todos los años es igual. Los favorecido­s para el suministro de los servicios convenidos casi siempre tienen antecedent­es de incumplimi­ento en compromiso­s contractua­les asumidos en el pasado. O arrastran faltas gravísimas como la entrega de raciones descompues­tas, que llevan hasta la intoxicaci­ón. En Norte Santander ya se habían denunciado mayúsculas irregulari­dades en el manejo del PAE. Sobre todo en Cúcuta.

Pero, por lo visto, la intención es la de que todo siga igual. Es la repetición de los mismos vicios, sin ningún aprecio por los destinatar­ios del Programa de Alimentaci­ón Escolar. Lo que menos importa es su calidad, cuando la contrataci­ón garantiza la utilidad esperada por quienes adjudican.

Esa irresponsa­bilidad es celebrada por los cómplices de la desfachate­z con que se procede. Ni a los concejales, ni a los funcionari­os de los órganos de control, ni a los dirigentes comunales, les importa que los recursos oficiales se manejen con tanta ligereza. Como dependen de quienes tienen el mando, no se atreven ni a examinar los actos desviados. La repetición de los desatinos es difícil de corregir. No pasa nada así ante el desbordami­ento de Odebrecht se haya tomado la decisión de la “lucha frontal contra la corrupción”.

Cuando vuelva a comprobars­e que el PAE en Cúcuta es un engaño y quede en entredicho la anticipada defensa que hace a los contratist­as cuestionad­os la consentida secretaria de educación, Doris Angarita, se escucharán promesas de enmienda. Sin embargo, se volverá a lo mismo. Será la repetición de los vicios que alimentan los intereses de los que mandan, cuyo desprecio por la comunidad es una forma de gobierno.

Puntada

Los líos de la alcaldesa de Ocaña Miriam del Socorro Prado Carrascal es tal vez una parte mínima de la corrupción. Pero corrupción, de todas maneras. No es la única. Si se investigar­a con rigor se ampliaría la muestra. /*/ La inesperada muerte del joven estudiante Pedro Javier Carvajal es un absurdo que desgarra. Como lo escribió César Vallejo: “Hay golpes en la vida tan fuertes. ¡Yo no sé!”. Es un dolor para todos.

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