La Opinión

Silos: el pan que lleva al pasado

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Silos tradiciona­lmente, se ha destacado por ser un municipio que goza de una gastronomí­a propia que, pese a la modernidad, se ha mantenido intacta.

Los panes y colaciones se siguen preparando con los mismos ingredient­es naturales, en especial con la mantequill­a de vaca, como le dicen al producto que se extrae de las natas que produce la leche cuando se cocina a fuego lento.

Solo se presentan cambios menores en el horneado, como producto de las exigencias ambientale­s, debido a que ya no se utiliza leña para atizar los hornos de barro.

En el grupo de personas que se dedican a preparar recetas ancestrale­s en el municipio más antiguo de Norte de Santander (487 años), está Pastora Balcucho Rodríguez, quien todas las tardes alista los ingredient­es para hacer los amasijos que se venden como pan caliente en las tiendas de la población, y a las personas que llegan a su residencia a degustarlo­s con café negro o leche.

La media arroba de masa, como dice ella, queda toda la noche dormida y al despuntar el sol, es hornearla.

Es por eso que cuando alguien se para en la esquina El Matacho o camina al barrio Guane, siente que el pan o las mantecadas están a punto y listas para sacarlas del horno.

En la vivienda, Balcucho, quien tiene 30 años en el oficio, recordó que heredó la tradición de su mamá Lucrecia Rodríguez.

“Desde niña veía lo que mi mamá hacía, y así aprendí a hacer panes en horno de leña”, dijo.

Para esta mujer, de origen humilde, la enseñanza que recibió en el pasado le ha servido para mantener la misma receta y sobre todo el sabor auténtico del pan silero.

“Estos alimentos conservan el sabor, porque los hacemos únicamente con mantequill­a de vaca”, afirmó la mujer, que solo descansa una vez a la semana, pues lo primordial es atender la clientela de la cual, aseguró, no puede dejarse sin el bocado diario.

También y de vez en cuando, hace galletas y almojábana­s. Para quienes compran en cantidad los panes para revenderlo­s al público, Balcucho todavía utiliza el sistema antiguo conocido como el vendaje (añade gratis uno o dos panes).

Ella se siente orgullosa con su oficio y muestra fotos de los hijos a los que sacó adelante a punta de pan. Dice que el hecho de quedar viuda hace algunos años, le dio más fuerza para educarlos mejor.

Este es uno de los pocos municipios de la Provincia de Pamplona en donde se consiguen panes de buen tamaño a 200 pesos. Con una sonrisa, Balcucho dijo finalmente que quienes se comen un pan hecho por ella, regresan a Silos.

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LA TRADICIÓN DE HACER panes artesanale­s en Silos es conservada por Pastora Balcucho. En la imagen se aprecia el batido para hacer las famosas mantecadas.
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LA ESQUINA EL MATACHO huele diferente cuando los panes de Pastora están listos para ser sacados del horno.

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