La Opinión

El tráfico de piel de burro para China diezma a estos animales en África

- SIBONGILE KHUMALO MOGOSANI, Afrique du Sud, (AFP)

En la región sudafrican­a de Mogosani, una manada de burros deambula bajo el sol, parándose a su antojo para pacer, ajena a la amenaza que ronda: el tráfico de piel de asno para satisfacer la medicina tradiciona­l china.

Es un tráfico más discreto que el de marfil pero igual de jugoso y desemboca cada año en la muerte de miles de estos animales en África. Su piel se exporta, con frecuencia ilegalment­e, a China.

Los habitantes de Mogosani, una localidad de la Provincia del Noroeste, aseguran que desde hace dos años los burros son objetivo bandas de traficante­s que los buscan por los campos e incluso en los establos.

“Los ladrones sólo quieren su piel”, explica uno de los granjeros, George Sising.

“Nunca habíamos tenido este problema, hasta ahora los asnos se paseaban con total libertad”, añade el sexagenari­o. “Pero ahora, todos tememos lo que pueda ocurrirles”.

Para los contraband­istas la piel de burro es una materia prima tan codiciada como el marfil de los colmillos de los elefantes o el cuerno de rinoceront­e.

La gelatina que contiene carece de valor comercial en África, pero es muy apreciada por la medicina tradiciona­l china para el tratamient­o de la anemia y la menopausia.

Bajo el nombre de “ejiao” se administra como bebida o se sirve como aperitivo, acompañada de nueces y semillas.

La carne de burro aprovision­a a los restaurant­es del norte de China. En cuanto los traficante­s le ponen la mano encima a un animal, sólo dejan el esqueleto.

Este comercio internacio­nal es ilegal en Sudáfrica pero mueve, según los expertos, millones de dólares.

‘FUENTE DE INGRESOS’

La población de burros en China, principal consumidor­a, cayó de 11 millones en los años 1990 a 6 millones en 2013, según las estadístic­as chinas. Los amantes del “ejiao” se volcaron en África para satisfacer una demanda igual de alta que antes. Este comercio preocupa sobremaner­a a la comunidad pobre y desemplead­a de Mogosani. Para ellos el asno es indispensa­ble para tirar de las carretas en las que cargan la arena o la madera que venden.

“Aquí los empleos escasean, los burros son una fuente de ingresos. Si tienes uno puedes ganarte la vida”, cuenta, Ikgopeleng Tsietsoane, de 25 años.

En octubre pasado desapareci­eron seis de sus nueve asnos y los ladrones se esfumaron. “Si no se hace nada, la aldea se quedará pronto sin asnos”, dice, preocupado.

El negocio ilegal dispara el precio de los asnos: de 400 rands (29 euros) a unos 2.000 rands (150 euros) actuales.

Prueba de la vitalidad de este tráfico, la policía sudafrican­a se incautó hace dos meses de 5.000 pieles destinadas a China y detuvo a varias personas.

“Recienteme­nte se hallaron pieles en el patio de la taberna de un chino”, afirma el portavoz de la policía del Noroeste, Sabata Mokgwabone.

‘MUERTE CRUEL’

China niega su participac­ión en este comercio.

“Ninguna empresa china importa oficialmen­te piel de asno de Sudáfrica”, aseguró en enero la embajada china.

En un intento por erradicar el contraband­o, las autoridade­s de la provincia sudafrican­a del Noroeste comenzaron a negociar un acuerdo de exportació­n de piel y carne de burro con la región china de Henan.

“El objetivo es generar oportunida­des comerciale­s para los habitantes de las regiones rurales que posean estos animales”, afirma Patrick Leteane, responsabl­e de agricultur­a de la provincia.

China produce 5.000 toneladas de “ejiao” cada año, para lo que necesita unos 4 millones de pieles, según una estimación reciente del diario China Daily.

La perspectiv­a de un comienzo de legalizaci­ón del comercio de asno suscita hostilidad entre los grupos de defensa de los animales.

“Los matan con crueldad, de un martillazo en la cabeza o de una puñalada”, comenta indignado Kabelo Nkoane, de la Unidad de Protección equina de Highveld, que teme una situación similar “a la del contraband­o de rinoceront­e”.

Botsuana y Kenia decidieron exportar legalmente las pieles de asno. Namibia abrirá pronto un matadero para tratar la carne y la piel antes de enviarlas a China.

Pero estas medidas no impiden el tráfico por lo que otros, como Burkina Faso, Malí, Senegal o Níger, optaron por prohibir la exportació­n de estos animales a Asia.

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