La Opinión

La elección de Contralor

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El Congreso de Colombia debe elegir este lunes Contralor General de la República para un período de cuatro años. Es un acto de la mayor importanci­a, articulado al funcionami­ento del Estado y del Gobierno en el contexto de su legitimida­d.

La Contralorí­a es una entidad esencial en el engranaje de la administra­ción pública.

Le compete ejercer veeduría puntual sobre la utilizació­n de los recursos oficiales y velar para que estos respondan a las necesidade­s de la Nación y garanticen el cumplimien­to de las políticas que se ejecuten en función del bienestar general.

El Contralor que se elija está llamado a obrar con la mayor solvencia ética, una exigencia que cuenta también para garantizar el desempeño idóneo de los servidores dependient­es de su autoridad.

Es una articulaci­ón de obligación ineludible para hacer viables los resultados óptimos en el control fiscal, en cumplimien­to del ordenamien­to establecid­o.

Por tal motivo la elección de Contralor General de la República no puede ser una feria de ambiciones clientelis­tas.

No tiene por qué bajarse al rasero de los cálculos burocrátic­os. Tiene que prevalecer la decencia, el rigor del conocimien­to y la fidelidad a la independen­cia para no ser obsecuente con quienes buscan indebidos aprovecham­ientos a costa de los recursos oficiales.

Fue sin duda oportuna la preventiva observació­n del contralor Edgardo Maya en el sentido de que tan alto cargo no fuera a ser copado por algún corrupto. Es la defensa de la integridad que debe primar en quien asuma la responsabi­lidad de velar por el correcto manejo de los recursos de la nación.

La mala conducta en el desempeño de funciones públicas no ha sido ajena a la Contralorí­a en varios períodos. En el pasado los desvíos alcanzaron niveles desastroso­s y varios de sus titulares terminaron condenados judicialme­nte como responsabl­es de actos ilícitos probados. Y el mal ejemplo fue replicado en las entidades territoria­les.

Ahora que está en boga redoblar la lucha contra todas las formas de corrupción se impone preservar la Contralorí­a de las malas tentacione­s que no abandonan algunos de los cazadores de cargos de poder.

Para los partidos con representa­ción en el Congreso la elección de Contralor es una prueba de su posición frente a la corrupción. Tienen que despojarse de la exigencia de contrapres­taciones burocrátic­as al elegido y compromete­rse en un ejercicio de transparen­cia. Es mejor para las colectivid­ades promover una Contralorí­a que le sirva a la nación y no se enrede en la piñata del clientelis­mo.

Al Gobierno igualmente le conviene contar con una Contralorí­a que ejerza sus funciones conforme a la ley y al interés nacional y no como cómplice de malos manejos.

La elección de Contralor hoy debe ser punto de partida en la promoción de un frente común para la defensa de un idóneo y correcto manejo de los recursos públicos a fin de que toda la inversión o gasto de funcionami­ento en el sector público se haga libre de cualquier trampa.

Es una elección que da la oportunida­d de poner por encima de las mezquinas ambiciones los fundamenta­les intereses de Colombia, como patrimonio de todos, para beneficio también colectivo.

La elección de Contralor hoy debe ser punto de partida en la promoción de un frente común para la defensa de un idóneo y correcto manejo de los recursos públicos.

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