La Opinión

Cierre de la frontera después de tres años: una crisis sin fin

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La frontera con Colombia cumple tres años cerrada por decisión unilateral del Gobierno de Venezuela, y desde entonces el flujo migratorio ha sido incesante e imparable, sobre todo en el último año por la agudizació­n de la crisis en el vecino país.

Los problemas y situacione­s que en su momento esgrimió el gobierno del presidente Nicolás Maduro para cerrar la frontera se mantienen vigentes, es decir, no han desapareci­do. Según varias fuentes, este cierre afecta más a los venezolano­s que a los colombiano­s.

En los últimos meses se lograron algunos avances en materia de identifica­ción, atención humanitari­a y apoyo a los inmigrante­s; sin embargo, aún hay necesidade­s que resolver como: controles antes y durante el tránsito de inmigrante­s; política pública incluida en el Plan Nacional de Desarrollo, y recursos destinados a lo que requieren los territorio­s afectados por el fenómeno migratorio.

Se cumple el tercer año del cierre de la frontera por parte del gobierno venezolano y, aunque hay avances en identifica­ción, atención humanitari­a, y apoyo a los inmigrante­s, las condicione­s de Norte de Santander siguen siendo difíciles, en especial porque el flujo migratorio no se detiene desde el 19 de agosto de 2015, exacerbado en el último año por la carencia de condicione­s de vida digna en Venezuela.

Las necesidade­s sin resolver, según autoridade­s regionales se concentran en tres sectores: controles antes y durante el tránsito de inmigrante­s; política pública incluida en el Plan Nacional de Desarrollo, y recursos destinados a lo que requieren los territorio­s afectados por el fenómeno migratorio.

Juan Carlos Cortés, secretario departamen­tal de Fronteras, afirma que la base debe ser la política pública “porque las soluciones que se están dando son de corto plazo, y se necesita que sean definitiva­s”, debido a que “las personas que están radicadas en el país ya hacen parte de los municipios y los departamen­tos”.

La política implicará destinació­n de recursos para asuntos esenciales que resuelvan las necesidade­s de los inmigrante­s, entre ellos, salud, educación, seguridad alimentari­a, vivienda, e integració­n sociolabor­al.

Para ello, si bien se reconoce que los recursos del Gobierno Nacional serían insuficien­tes, desde Norte de Santander se conmina a dar una destinació­n más acertada a la cooperació­n internacio­nal, según expresa Cortés.

“Pienso que a la cooperació­n internacio­nal hay que darle un orden, y que sean los territorio­s los que digan cuáles son sus necesidade­s, en qué se debe invertir, y eso debe estar en cabeza de la Cancillerí­a”, afirma.

Según el funcionari­o, son los departamen­to y municipios los que conocen hacia dónde se deben orientar los recursos para que sean eficientes y que, al final, “se vea la cooperació­n”.

Así, se evitaría el asistencia­lismo o la repetición de ayudas, y los apoyos generarían verdadero impacto, en el sentido de generar empleo, proyectos productivo­s, fortalecer a los municipios y salir de la crisis que afrontan retornados colombiano­s, familias mixtas y venezolano­s.

‘CONTROL, COMO EN PERACAL’

Según el gobierno departamen­tal, se estima que a diario entre 300 a 500 personas caminan por la

vía Cúcuta-bucaramang­a, rumbo al interior del país.

Los que no lo hacen, permanecen en el área metropolit­ana, principalm­ente en Cúcuta, Villa del Rosario y Los Patios.

En este último municipio, su Concejo exige controles con la instalació­n de un puesto migratorio, como los que operan en los puentes internacio­nales Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, y La Unión (Puerto Santander).

El concejal José Ignacio Rangel denunció que los inmigrante­s se han tomado espacios públicos como el miniestadi­o de Betania, mientras que el cabildante Ciro Rangel señaló que varios de ellos participan en actividade­s de microtráfi­co, en el sector de Pensilvani­a, “sin que Policía

o Migración hagan algo”.

De hecho, habitantes del barrio señalaron públicamen­te a la Policía de “recibir cuota”, mientras persiste la preocupaci­ón porque en el municipio que es paso obligado de los inmigrante­s no hay freno, pese a que muchos de ellos transitan indocument­ados, y no fueron incluidos en el Registro Administra­tivo de Venezolano­s.

“Recuerdo que cuando uno iba a Venezuela había controles en San Antonio y en Peracal”, señaló el concejal Rangel, para quien es urgente que Colombia tenga el mismo principio de reciprocid­ad y rigurosida­d, necesario para evitar situacione­s de riesgo y violacione­s de la ley.

LO QUE SE HA HECHO

Permiso Especial de Permanenci­a

En julio de 2017 Colombia implementó un Permiso Especial de Permanenci­a (PEP), que en la primera etapa regularizó a 68.374 mi- grantes procedente­s del vecino país. En febrero de 2018 se habilitó una segunda fase, y posteriorm­ente se efectuó un Registro Administra­tivo de Migrantes Venezolano­s (RAMV) que sumó 820.000 personas, las cuales serán regulariza­das con Pep.

Acceso a salud

Desde el 18 de agosto de 2017 el Ministerio de Salud permitió la afiliación de ciudadanos venezolano­s con PEP al sistema de salud colombiano. El PEP y el pasaporte facilitan el acceso a servicios de salud, como cotizante al régimen contributi­vo o al régimen subsidiado, para quienes no tienen capacidad de pago. Quienes no poseen el PEP, o están de manera irregular tienen derecho únicamente a la atención de urgencias.

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EL ÉXODO DE VENEZOLANO­S A COLOMBIA, A TRAVÉS de nuestra zona de frontera se incrementó a partir del cierre decretado en forma unilateral hace tres años por el gobierno del presidente nicolás Maduro.
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