La Opinión

El rumbo de Cúcuta

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Sin una industria fuerte en ningún rubro, sin inversión extranjera, con altos índices de corrupción y con una deuda de más de 50.000 millones de pesos, el rumbo de la ciudad de Cúcuta es incierto.

Además, se aproxima la nueva ola de ‘megaobras’ del Municipio, que no sólo invertirá sumas millonaria­s sino que en ninguna de ellas se prioriza la recuperaci­ón de la malla vial, que se encuentra en pésimas condicione­s desde hace varios años y que ha causado múltiples accidentes de tránsito y lesionados, producto de los mismos.

Para la ejecución de estos nuevos proyectos de la segunda ola de ‘megaobras’ para Cúcuta –si se tiene en cuenta que la primera ola fue la que hizo Ramiro Suárez y que le costó a la ciudadanía un endeudamie­nto de 62.000 millones de pesos– se aprobó un crédito de 80.000 millones de pesos y una de las obras destinatar­ias de estos recursos, que inaugurará la nueva ola, es el monumento Cristo Rey, al cual le inyectarán 8.500 millones de pesos.

No pretendo estar en contra de las inversione­s en aspectos con contenido religioso, pero sí es indignante abarcar esa cantidad de recursos cuando ni si quiera hay dinero para garantizar la viabilidad del Programa de Alimentaci­ón Escolar (PAE) por lo que resta del año.

Tampoco se ve la preocupaci­ón del alcalde de Cúcuta, César Rojas, por solventar la crisis de seguridad que se vive en las calles, ni por destinar recursos para formalizar a los cientos de cucuteños que viven del ‘rebusque’, el contraband­o de gasolina o el comercio ambulante.

El microtráfi­co está en aumento y cada día se inserta más profundame­nte en las aulas de los colegios y ataca los eslabones más vulnerable­s de nuestra ciudad: los niños.

Pero esa tampoco parece una preocupaci­ón de Rojas Ayala o los miembros de su gabinete.

Ni siquiera el Secretario de Infraestru­ctura, Yonny Pascual Rojas, da respuesta sobre lo que pasó en el colegio INEM ni los 3.000 millones de pesos que se invirtiero­n en una obra que no se finalizó.

Tanto la negligenci­a como la malversaci­ón de los recursos son actos de corrupción, y afectan a los cucuteños, más que los ‘avivatos’ que venden lugares y zonas en el centro de la ciudad, como llama el Alcalde Rojas a quienes

conforman las mafias del espacio público y a quienes su administra­ción debería controlar.

Es absolutame­nte incierto el rumbo de la ciudad, y de sus habitantes, cuando sus mandatario­s no saben o no quieren priorizar las inversione­s, no ejecutan los recursos eficientem­ente y sólo dejan deudas a las futuras generacion­es, miles y miles de millones que nunca se transforma­n en industria, oportunida­des de empleo o mejor educación. Para estos gobernante­s, el endeudamie­nto de la ciudad es una oportunida­d de cambiar de vivienda, viajar a destinos exóticos o comprar nuevos automóvile­s, porque, desafortun­adamente, transforma­r el destino de la ciudad nunca ha hecho parte de sus planes.

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ELISA MONTOYA COLUMNISTA

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