Viola la soberanía
Parece un libreto repetitivo. Cada que en Venezuela la situación parece salírsele de control al régimen de Nicolás Maduro, surgen las acciones de provocación contra Colombia, buscando una excusa que pudiera encender la chispa de una confrontación.
Y otra vez el escenario escogido de esa incursión fue Norte de Santander.
Curiosamente, un año después los militares venezolanos eligieron de nuevo a la vereda Vetas de Oriente, en el municipio de Tibú.
Es fundamental que el gobierno del presidente Iván Duque Márquez haga valer la presencia del Estado en las regiones de frontera, no solo desde el punto de vista militar, sino con decisiones de carácter social y económico.
Es indudable que no se le puede hacer el juego a la estrategia guerrerista y belicista utilizada por el gobierno de Caracas, como operación para levantar una columna de humo frente a la grave crisis económica, social y política que se abate sobre el vecino país.
Maduro y su círculo cercano sabe que en una eventual fuerte reacción colombiana a las provocaciones facilitaría la activación del plan para exacerbar el nacionalismo en Venezuela en un intento por unir a todos los habitantes de ese país para enfrentar a un presumible enemigo externo, como en este caso lo sería Colombia.
Y no hay que olvidar que en desarrollo de las líneas de ese libreto provocador se encuentran las denuncias lanzadas por Maduro contra el expresidente Juan Manuel Santos a quien señala de estar detrás del atentado con drones cargados con explosivos que fueron activados durante una ceremonia militar en Caracas, que era presidida por él.
Lastimosamente en estas incursiones ilegales, que como la ocurrida en Vetas de Oriente nuestra Cancillería la consideró una violación a la soberanía, los primeros afectados son los habitantes de esas zonas, quienes sufren atropellos de los militares venezolanos, en un claro irrespeto a los derechos humanos.
De este nuevo hecho es vital que la comunidad internacional tome nota. Por lo tanto, debe llevarse el caso a la Organización de Estados Americanos (OEA) y ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), pues no hay razón valedera para que tropas helitransportadas del vecino país penetren territorio colombiano, amenacen a los pobladores, ejerzan acciones de fuerza, lancen amenazas y hasta detengan a ciudadanos colombianos, sin razón aparente.
Cuando el presidente Duque cumple dos semanas y media de mandato, se le presenta a su gobierno este primer incidente internacional que también pudiera interpretarse como una prueba por parte de Venezuela para ver hasta dónde llega la respuesta del nuevo mandatario colombiano, quien ordenó a su canciller elevar una nota de protesta ante la embajada venezolana.
En momentos que el problema venezolano está en la cresta de la ola, porque el desbordamiento del éxodo ya es considerado como un problema continental, Colombia debe levantar la voz frente al vecino desde los organismos internacionales para evite la materialización, en el siglo XXI, del trágico pasaje bíblico de Caín y Abel. Ambos países tienen unos lazos de hermandad imposibles de cortar, luego las diferencias y dificultades no se pueden llegar a solucionar desde el belicismo, sino a partir del diálogo y las salidas democráticas. Por lo tanto, la condena a lo ocurrido en Vetas de Oriente debe ser contundente y los canales diplomáticos deben conllevar al respeto de la soberanía.
Otra vez, Vetas de Oriente, en Tibú, aparece en el libreto de las acciones de provocación por parte del gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.