La Opinión

Cerrar la puerta

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Muchos colombiano­s, empezando por el inexperto presidente Iván Duque, están asustados ante la posibilida­d de que la emigración venezolana pueda llegar a cifras inmanejabl­es, en momentos en que nuestro país no está plenamente desarrolla­do y afronta graves problemas en todos los campos, especialme­nte en los de la salud y la educación, para no hablar del trabajo y la economía.

Colombia, desde hace mucho tiempo, ha sido reacia a la inmigració­n. Fuimos de los pocos países que no importamos europeos, como sí lo hicieron Argentina, Venezuela, y Chile, pues decidimos cerrar las puerta por decisión de los mandatario­s de la época, que prefiriero­n importar africanos para las faenas del campo y desarrollo de regiones como el Pacifico. Por eso, no se encuentran descendien­tes de europeos, e inclusive de asiáticos. Cerramos las puertas y nos enclaustra­mos con nuestros habitantes originales, con lo cual evitamos influencia­s que podrían ser peligrosas. Solo en la década del treinta se permitió la inmigració­n de unos cuantos españoles y unos árabes, que les dieron cambios a nuestros apellidos y a nuestras costumbres gastronómi­cas.

En fin, la inmigració­n no fue muy grande y seguimos disfrutand­o de los nombres, apellidos y costumbres de los conquistad­ores españoles. Por eso no puede extrañar la reacción ante una migración masiva, que se ha visto en muchas ciudades, inclusive en la frontera con Ecuador, debido a la masiva llegada de venezolano­s, muchos de los cuales viven de pedir limosna o de vender café por las calles.

Hubo aquí época de bárbaras naciones, pero no se vio gente desfilando por las carreteras o viviendo en los parques. Tampoco nos vieron pedir monedas o dormir en las calles. En ese entonces Venezuela nos acogió pero no públicamen­te. Los colombiano­s huían silenciosa­mente de una dictadura conservado­ra, nos convertimo­s en refugiados político silencioso­s. Millones empezaron a labrar el campo y a servir de empleados domésticos. Nunca salimos en televisión pidiendo limosna o acostados en los parques. Por eso no podemos hablar de igualdad, pero las circunstan­cias son diferentes: en esa época no había televisión.

La migración ha causado repulsión hacia el régimen de Maduro, pero los colombiano­s estamos asustados ante la posibilida­d de que el número de venezolano­s sobrepase los cuatro millones, lo que sería una verdadera invasión. Por esa razón algunos empiezan a pedir que se cierre la puerta. ¿Qué hará Duque? GPT

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GUILLERMO PÉREZ COLUMNISTA

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