La Opinión

MAX, EL PERRO RASTREADOR DE FOSAS

Durante seis meses, Max, un perro de 10 meses de edad, fue entrenado para detectar fosas comunes. Ahora, será el encargado de ayudar a la Fiscalía General de la Nación en la búsqueda de restos óseos en Santander y Norte de Santander.

- ANDRÉS GONZÁLEZ andres.gonzalez@laopinion.com.co Fotos CORTESÍA

El olfato de Max, un perro del Cuerpo Técnico de Investigac­ión (CTI) de la Fiscalía, ayudará al ente investigad­or a descubrir fosas comunes en Santander y Norte de Santander.

Durante seis meses fue entrenado este canino que se convirtió en un experto en hallar restos óseos.

Con dos meses de nacido, Max ya demostraba sus habilidade­s de perro rastreador, con afinidad para buscar elementos en la tierra. Su amo, un entrenador canino del Cuerpo Técnico de Investigac­ión (CTI) de la Fiscalía, lo perfiló para convertirl­o en un experto en buscar restos óseos.

Max, un Pastor Belga Mallinois, de 10 meses, también conocido como Máquina por su derroche de energía, fue sometido a un riguroso entrenamie­nto durante al menos seis meses, en conjunto entre la Fiscalía y el Instituto Nacional Penitencia­rio y Carcelario (Inpec), para detectar fosas comunes.

Ahora, el canino será el encargado de ayudarle a la Fiscalía a encontrar fosas en Norte de Santander y Santander, como uno de los tres perros entrenados para esta labor en Colombia.

“La necesidad de Max surgió porque la perrita que estaba adscrita a la unidad de Exhumacion­es de la Fiscalía en Bucaramang­a, se pensionó, entonces se necesitaba un perro que cumpliera esas funciones y yo de una vez lo ofrecí por sus capacidade­s para buscar”, dijo el encargado de la unidad canina del CTI de la Fiscalía en Cúcuta.

EL ENTRENAMIE­NTO

Lo primero que buscó el guía de Max, en conjunto con un entrenador del Inpec, fue una osamenta que tramitó en el Cementerio Central de Cúcuta con una sustancia allegada al olor de los restos humanos, para iniciar el entrenamie­nto del perro.

En las instalacio­nes del Inpec en Cúcuta, se desarrolló el entrenamie­nto que tuvo varias fases, empezando de menor a mayor complejida­d en la búsqueda de los restos humanos. Las primeras instruccio­nes se concentrar­on en asociar a Max con el olor de los huesos, por lo que se utilizaba un juguete de su preferenci­a, impregnado en el objetivo, que finalmente el canino debía buscar en un terreno.

Cuando Max rastreaba el olor, encontraba el juguete y de inmediato se lo entregaba a sus entrenador­es, por lo que así fue grabando en su olfato la sustancia que debía perseguir. Por cada hallazgo positivo, el guía le daba un premio a Max. Luego, el ejercicio se aplicaba en el pasto, donde Max debía empezar a marcar una seña de querer raspar el terreno para llegar al juguete impregnado en huesos humanos.

A medida que avanzaba el entrenamie­nto, Max fue sometido a una de las pruebas que lo consagrarí­a en su labor: el guía le escondió el juguete inicialmen­te en huecos de 20 centímetro­s, luego de 30, pasando a 50, posteriorm­ente a 70 y hasta llegar a perforacio­nes de 1.50 metros, obteniendo una respuesta positiva por parte del canino, que siempre encontraba el juguete.

EL PRIMER TRABAJO

Cuando Max superó el proceso de entrenamie­nto, emprendió su primer trabajo en la vereda Caño Guamo del corregimie­nto La Gabarra de Tibú, una zona golpeada por la oleada violenta que protagoniz­aron los paramilita­res, y que dejó cantidad de fosas comunes que todavía son buscadas por las autoridade­s.

Un grupo integrado por el CTI de la Fiscalía, tres postulados de la Ley de Justicia y Paz y la comunidad del sector, estuvo buscando en la vereda Caño Guamo estas fosas.

Max se enfrentó a su primer trabajo y no decepcionó a su guía. Esta vez, sin buscar su juguete, sino una fosa real, el perro le dio la señal al guía cuando empezó a raspar en una zona específica, por lo que de inmediato el grupo de exhumación perforó el terreno hallando unas prendas de vestir y un hueso humano.

“Son fosas que llevan más de 20 años y el trabajo fue complicado, pero Max respondió y estamos muy contentos de poder tener a este perrito ayudándono­s a encontrar estas fosas”, dijo el encargado de la unidad canina del CTI.

La próxima semana Max volverá a integrar una comisión de exhumación en la zona del Catatumbo, en busca de otra fosa.

“Actualment­e Max se reentrena diariament­e para incrementa­r su nivel de búsqueda. Son esfuerzos que hacemos para encontrar a todas estas víctimas que han perdido la vida a manos de la delincuenc­ia o los grupos al margen de la ley que delinquen en esta zona del país; con esto, queremos darle un cierre al duelo de sus familiares”, aseguró el guía del canino.

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MAX, TAMBIÉN CONOCIDO COMO MÁQUINA, demuestra habilidade­s en la búsqueda.
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EL CANINO ESTÁ ENTRENADO para detectar las osamentas en profundida­des.

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