La Opinión

No lo olvidemos

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Gracias a la presión y a la solidarida­d de la sociedad y los medios de comunicaci­ón, se produjo finalmente -tras una semana de secuestro- la liberación del niño Cristo José, quien había sido secuestrad­o en El Carmen (Norte de Santander).

Como lo expresamos en columna radial, más allá del buen suceso con el cual terminó el sufrimient­o del niño y de su familia, lo cierto es que el Estado tiene que proceder a la captura de quienes perpetraro­n el delito, asegurar su comparecen­cia y juzgamient­o, para que el abominable hecho no quede impune y no se repita.

Decíamos que la impunidad, la tolerancia frente al delito, la debilidad de las autoridade­s y los jueces cuando se trata de aplicar las normas penales, no le hacen ningún bien al país, ni contribuye­n a la paz.

Las víctimas pueden perdonar -y eso está bien desde una actitud religiosa muy respetable-, pero el Estado, sus órganos policiales y judiciales están obligados a perseguir el delito y a deducir plenamente y sin contemplac­iones, aplicando el ordenamien­to jurídico, las consecuenc­ias de haber infringido las más elementale­s reglas de convivenci­a.

El Estado colombiano ha sido demasiado permisivo con la delincuenc­ia, inclusive con delitos atroces y crímenes de lesa humanidad, y con esa política -si así se puede llamar-, débil y maleable, y con la entrega de los derechos de la sociedad a la delincuenc­ia con el pretexto de una paz no cumplida, ha abierto una brecha enorme de impunidad, con el consiguien­te estímulo para que otros se animen a delinquir.

Hacemos votos porque lo anunciado por el presidente de la República -”el que la hace la paga”- se convierta en realidad, y que, en efecto, las normas se hagan efectivas y concretas, sin tanto beneficio y rebaja.

Ahora bien, sin duda, era necesaria la solidarida­d del país con Cristo José.

Todos celebramos alborozado­s que haya quedado en libertad, sin detrimento de su salud ni de su integridad.

Pero no se nos olvide que, hace más de 20 días, otro niño –Alberto Cardonafue víctima de la delincuenc­ia, inclusive con ribetes de mayor gravedad.

Los hechos se sucedieron en los alrededore­s de la Sierra Nevada de Santa Marta. Es un niño de apenas seis años; su padre fue asesinado a tiros; se encontró el cadáver, y el paradero del niño se desconoce.

¿Cómo no va a despertar este hecho la indignació­n y la solidarida­d de la sociedad, del Gobierno, de la Fuerza Pública?

La Fuerza Pública debe redoblar esfuerzos para dar con el paradero del menor y con los criminales que mataron a su padre y que a él, o lo secuestrar­on o lo abandonaro­n.

Hacemos votos porque, cuando estas líneas se publiquen, ya el niño haya sido liberado.

A la búsqueda y rescate de Alberto se debe dar –por parte del Gobierno, de los medios y de la ciudadanía- toda la importanci­a y despliegue, como en el caso de Cristo José. Este doloroso caso no puede quedar en el olvido.

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JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO COLUMNISTA

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