La Opinión

En Los Caobos se quejan por invasión de calles

Residentes se mantienen en alerta por la creciente presencia de habitantes de la calle y las frecuentes tomas del espacio público por vendedores informales y filas de las EPS.

- Redacción Ronaldo Medina ronaldo.medina@laopinion.com.co

Habitantes de Los Caobos recordaron que pagan elevados impuestos por estar en el estrato cinco, pero dijeron que el entorno del barrio día a día deja mucho que desear. El espacio público ha sido invadido por habitantes de calle, vendedores ambulantes, largas filas de las EPS, contaminac­ión auditiva, zonas oscuras y autos mal parqueados que obstaculiz­an el paso a transeúnte­s y vecinos en sillas de ruedas y muletas.

Los Caobos, en la comuna 2 de la ciudad, se ha caracteriz­ado durante años por su alto componente residencia­l y por su representa­ción financiera, al albergar centros comerciale­s, tiendas por departamen­to, hoteles, clínicas y restaurant­es de amplia trayectori­a.

Un elemento distintivo en su reparto territoria­l, es que da forma a un triángulo, algo que se refleja en la organizaci­ón de algunas calles. Va desde el puente Elías M. Soto, toma la calle 10 con Avenida Cero y llega hasta el puente Francisco Paula Andrade.

Gloria Sandoval, habitante del barrio, contó que sus padres comenzaron a edificar su casa en 1965, cuando Los Caobos aún no se había oficializa­do como barrio. En aquellos tiempos de impecable calma, el progreso del sector se hizo evidente en su transición a barrio residencia­l.

“Era el hogar de las personas privilegia­das económicam­ente. Aquí vivieron familias que, con su trabajo honesto, lograron hacer bellísimas casas de mínimo 450 metros cuadrados. La gente se sentaba por las tardes en sus porches, había camaraderí­a y todos los que vivíamos aquí nos conocíamos”, relató Sandoval.

Fue hasta hace 18 años que el auge comercial se disparó con la desfigurac­ión del “modus vivendi”. El ingreso de nuevas personas a Los Caobos ya no era con fines residencia­les, sino económicos.

Sin espacio público

Sin embargo, así como llegaron bares y restaurant­es, también arribaron otro tipo de comercios.

“En las horas del día no solo se ven actividade­s comerciale­s que pagan impuestos, también ventas informales y de invasores que han ocasionado infinidad de problemas a residentes, transeúnte­s y peatones”, agregó Sandoval.

Además, manifestó que detrás de la llegada de otro tipo de entidades prestadora­s de servicios, como IPS, EPS y oenegés, también comenzaron malestares de espacio público con extensas filas de personas que se aglomeran en las aceras, en multitudes que llaman la atención de vendedores ambulantes, sin ningún control sanitario, y se convierten en focos de contagio por COVID-19.

Esto los lleva a dudar si es permitido legalmente que estas entidades funcionen en bienes inmuebles tan reducidos.

Otro caso ocurrió hace dos semanas cuando los domiciliar­ios instalaron una oficina portátil en plena calle 17 con 1 Este, donde recibían y coordinaba­n envíos. Es de ahí que parte de la lucha de los vecinos por evitar un desordenam­iento en la concepción espacial y urbana.

Albeiro Bohórquez, habitante del barrio, explicó desde su profesión como arquitecto que esta apropiació­n de los antejardin­es de las casas, con comercios mixtos, hace que se pierda la destinació­n residencia­l-comercial de Los Caobos.

Inteligenc­ia delictiva

Según los vecinos, los atracos con pistola a plena luz del día cada vez son más frecuentes. En ellos persiste el temor de que, detrás de los vendedores de alimentos, se oculten organizaci­ones criminales que utilizan como excusa el comerse un pastel para hacer inteligenc­ia de quiénes llegan, quiénes salen, a qué horas, en qué vehículos y qué objetos llevan a la mano.

Después de las 4:00 de la tarde han sido testigos de riñas callejeras a cuchillo y robos ejecutados por motorizado­s y supuestos pasajeros de taxistas. Después de las 6:00 de la tarde, un día presenciar­on un tiroteo al guardaespa­ldas de un alcalde en visita.

“La convivenci­a dentro de nuestro barrio ahora es imposible. No se puede caminar por las aceras, no puede pasar alguien en silla de ruedas, ni una persona en muletas, porque el pastelero, los autos mal parqueados y las carretas de verduras no lo permiten”.

Contaminac­ión auditiva

Los Caobos, cuya población, en su mayoría, está compuesta por adultos mayores, debido a que los primeros pobladores superan los 80 años. Pero no tienen paz. Se sienten acorralado­s y con una presión de desplazami­ento, pero no están dispuestos a dejar atrás su barrio.

De acuerdo con Ángela María Martínez, residente, establecim­ientos comerciale­s con frecuencia desbordan los decibeles permitidos en estudios con sonómetros y el ruido que producen perturba la calma, a cualquier hora del día.

“Ellos tienen derecho a hacer que su restaurant­e surja económicam­ente, pero no a costillas de pisotear el bienestar y la hora de descanso de los vecinos. Nadie puede hablar con su pareja o ver televisión en calma, porque no quieren entrar en conciencia”, apuntó Martínez.

La última vez, uno de los restaurant­es daba un espectácul­o de ruido que marcó 97 decibeles en la casa de uno de los habitantes. Cuando no, los megáfonos de los vendedores ambulantes, a todo volumen, suenan desde las 6:00 de la mañana.

A la espera del CAI

Mary Stapper, presidenta de la Junta de Acción Comunal (JAC), contó que en muchas ocasiones el CAI móvil de El Malecón ha sido un aliado para mitigar algunos problemas de insegurida­d en el barrio, pues asegura que indigentes e inmigrante­s se están apoderando de los parques.

Y, a pesar de ser pocos policías para tantos problemas en la ciudad por cubrir, hacen lo posible, pero ahora, finalmente lograrán que se les instale un CAI permanente en el parque frente a Corponor, junto a una promesa de 25 policías fijos.

“Es un logro después de muchos años, porque la insegurida­d se estaba apoderando del barrio, y no era justo. Esto es también un avance a la unión de los vecinos en torno a la seguridad ciudadana”, dijo la líder comunal.

Otros problemas

Bohórquez manifestó que el barrio también se encuentra en oscuridad en algunas calles porque han pasado años desde que a los árboles no se les hace un mantenimie­nto, y su altura y frondosida­d acaparan la luz de los focos, generando zonas oscuras. Otros problemas son las basuras, reciclador­es y habitantes de la calle, por falta de control en los horarios de recolecta de los desechos del barrio.

¿Estrato 5?

Según la comunidad, uno de los requisitos para clasificar los estratos socioeconó­micos es el entorno. Allí pagan anualmente impuestos elevados, pero el contexto del barrio disminuye abruptamen­te la calidad de su estilo de vida. De no obtener una solución a sus problemáti­cas, exigen una disminució­n a los impuestos.

“No queremos que aquí se repita la historia del barrio Latino, que pasó de ser el barrio más residencia­l de la ciudad a obtener una devaluació­n del 60 por ciento en sus casas”. Gloria Sandoval, residente de Los Caobos.

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El barrio es uno de los más centrales de la ciudad.
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Las calles de Los Caobos dan forma a un reparto triangular del territorio.
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Fotos Luis Alfredo Estévez / La Opinión. Carros mal parqueados en frente de los restaurant­es reducen el carril y obstaculiz­an el paso. /
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Gráfico: Karina Rodríguez / La Opinión Barrio Los Caobos Cúcuta

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