Tu cabello vuela sobre el mar
Paul Celan (Chernivtsi, Reino de Rumania; 23 de noviembre de 1920 – París, Francia; 20 de abril de 1970), poeta alemán de origen judío rumano, considerado como el más grande lírico en alemán de la segunda posguerra.
Elogio de la lejanía
En la fuente de tus ojos viven las redes de los pescadores de la mar del extravío. En la fuente de tus ojos el mar cumple su promesa. Aquí arrojo yo, un corazón que se detuvo entre los hombres, mi ropa y el esplendor de un juramento: Más negro en lo negro, más desnudo voy. Sólo infidente soy fiel. Yo soy tú si yo soy yo. En la fuente de tus ojos desvarar suelo y sueño un rapto. Una red prendió una red: nos separamos enlazados. En la fuente de tus ojos un ahorcado estrangula la soga.
Tu cabello sobre el mar
También tu cabello vuela sobre el mar con el enebro dorado. Con él se vuelve blanco, entonces lo tiño de azul-piedra: el color de la ciudad donde al final fui arrastrado hacia el sur... Con jarcias me amarraron Ya cada una ataron una vela y me escupieron Con sus bozos brumosos y cantaron: «¡Oh atraviesa la mar!» Yo sin embargo pinté como una barca mis alas con púrpura y con mi estertor dime brisa y antes que durmieran me hice a la mar. Tus rizos, ahora, debía teñírtelos en rojo, pero me gustan azul-piedra: ¡Ay, ojos de la ciudad, donde caí y fui arrastrado hacia el sur! Con el enebro dorado vuela también tu cabello sobre el mar.
Alabanza de lo lejano
En el venero de tus ojos viven las redes de los pescadores de la mar errabunda. En el venero de tus ojos el mar mantiene su promesa. En ella arrojo yo, un corazón que entre los hombres ha morado, lejos de mí mis vestiduras y el resplandor de un juramento. Más oscuro en lo oscuro, más desnudo estoy. Tan sólo al desertar soy fiel. Yo soy tú cuando soy yo. En el venero de tus ojos derivo y sueño un rapto. En una red, una red queda apresada y nos abandonamos enlazados. En el venero de tus ojos estrangula su cuerda un ahorcado.
Corona
En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos. Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar: regresa el tiempo a la nuez. En el espejo es domingo, en el sueño se duerme, la boca dice la verdad. Mi ojo asciende al sexo de la amada: nos miramos, nos decimos palabras oscuras, nos amamos como se aman amapola y memoria, nos dormimos como el vino en los cuencos, como el mar en el rayo sangriento de la luna. Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle: tiempo es de que se sepa, tiempo es de que la piedra pueda florecer, de que en la inquietud palpite un corazón. Tiempo es de que sea tiempo. Es tiempo.
Con todos los pensamientos me fui...
Con todos los pensamientos me fui fuera del mundo: allí estabas tú, mi sosegada, mi abierta, ynos recibiste. ¿Quién dice que se nos murió todo cuando se nos quebraron los ojos? Todo despertó, todo comenzó. Grande vino un sol flotando, radiantes se le enfrentaron alma y alma, claras, imperiosas le pre silenciaron su órbita.
Sube se abrió tu seno, silente subió un aliento al éter, y lo que se hizo nube ¿no era, no era forma y a partir de nosotros, no era tanto así como un nombre?
Cristal
No busques en mis labios tu boca, ni en la puerta al extraño, ni en el ojo la lágrima. Siete noches más arriba pasa el rojo hacia el púrpura, siete corazones más adentro insiste la mano en la puerta, siete rosas más tarde se escucha el rumor de la cisterna.
Esa única...
Esa única noche de estrellas propias. Enhebrada de aliento de cenizas hora va, hora viene, por el sombreado de los párpados de ojos cerrados de sueño, reafilados en almas finas como flechas, enmudecidas en la plática con tartaleantes carcajes con barbas de algas aéreas. Una colma concha de luz pasa por una conciencia.