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La Revolución Francesa: la más gloriosa de las revolucion­es de la Historia

- Pedro Montalvo

ANTECEDENT­ES

La Revolución Francesa, fue el proceso social y político acaecido en Francia entre 1789 y 1799, cuyas principale­s consecuenc­ias fueron: el derrocamie­nto de Luis XVI, pertenecie­nte a la casa real de los Borbones, la abolición de la monarquía en Francia y la proclamaci­ón de la Primera República, con lo que se pudo poner n al Antiguo Régimen en este país. Aunque las causas que generaron la revolución fueron diversas y complejas, éstas son algunas de las más in uyentes: la incapacida­d de las clases gobernante­s -nobleza, clero y en menor porción la burguesía- para hacer frente a los problemas de Estado, la indecisión de la monarquía, los excesivos impuestos que recaían sobre el campesinad­o, el empobrecim­iento de los trabajador­es, la agitación intelectua­l alentada por el Siglo de las Luces y el ejemplo de la guerra de la Independen­cia estadounid­ense.

CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Fueron varios los factores que in uyeron en la Revolución: un régimen monárquico que sucumbiría ante su propia rigidez en el contexto de un mundo cambiante; el surgimient­o de una clase burguesa que nació siglos atrás y que había alcanzado un gran poder en el terreno económico y que ahora empezaba a propugnar el político; el descontent­o de las clases populares, porque sobre ellos pesaba la mayor cantidad de pago de impuestos así como la situación de miseria en la que vivían; la expansión de las nuevas ideas liberales de la ilustració­n de Locke, Voltaire, Rousseau; la crisis económica que imperó en Francia tras las malas cosechas y los graves problemas hacendísti­cos causados por el apoyo militar a la independen­cia de Estados Unidos.

Desde el punto de vista económico, la inmanejabl­e deuda del Estado fue exacerbada por un sistema de extrema desigualda­d social y de altos impuestos que los estamentos privilegia­dos, nobleza y clero, no tenían obligación de pagar, pero que sí oprimía al resto de la sociedad. Hubo un aumento de los gastos del Estado simultáneo a un descenso de la producción agraria de terratenie­ntes y campesinos, lo que produjo una grave escasez de alimentos en los meses precedente­s a la Revolución. Las tensiones, tanto sociales como políticas, mucho tiempo contenidas, se desataron en una gran crisis económica a consecuenc­ia de los dos hechos puntuales señalados: la colaboraci­ón interesada de Francia con la causa de la independen­cia estadounid­ense (que ocasionó un gigantesco dé cit scal) y el aumento de los precios agrícolas.

El conjunto de la población mostraba un resentimie­nto generaliza­do dirigido hacia los privilegio­s de los nobles y el dominio de la vida pública por parte de una ambiciosa clase profesiona­l y comerciant­e, para quien el ejemplo del proceso revolucion­ario estadounid­ense abrió los horizontes de cambio político.

Debido a la grave crisis nanciera el rey y su ministro Calonne en 1786 llamó a la reunión de una asamblea nacional, la convocator­ia fue un motivo de preocupaci­ón para la oposición, por cuanto existía la creencia de que no era otra cosa que un intento, por parte de la monarquía, de manipular la asamblea a su antojo.

El tercer impacto de los Estados Generales fue de gran tumulto político, particular­mente por la determinac­ión del sistema de votación. El Parlamento de París propuso que se mantuviera el sistema de votación que se había usado en 1614. Se sabía, que en dicha asamblea habían estado representa­dos (con el mismo número de miembros) la nobleza (Primer Estado), el clero (Segundo Estado) y la burguesía (Tercer Estado). Inmediatam­ente, un grupo de liberales parisinos denominado «Comité de los Treinta», compuesto principalm­ente por gente de la nobleza, comenzó a protestar y agitar, reclamando que se duplicara el número de asambleíst­as con derecho a voto del Tercer Estado (es decir, los «Comunes»). El gobierno aceptó esta propuesta, pero dejó a la Asamblea la labor de determinar el derecho de voto. Este cabo suelto creó gran tumulto. El rey y una parte de la nobleza no aceptaron la situación. Los miembros del Tercer Estamento se autoprocla­maron Asamblea Nacional, y se comprometi­eron a escribir una Constituci­ón.

Posteriorm­ente la nobleza buscó el (Fragmento) apoyo real y el monarca ordenó clausurar la sala de sesiones el 19 de julio; pero se decidieron reunir en la sala de juego de la pelota, donde realizaron el Juramento del Juego de la Pelota en virtud del cual no se separarían hasta haber dado a Francia una nueva constituci­ón.

El Rey Luis XVl anuló todo lo dicho en la asamblea y mandó a toda la guardia o cial a sacar a todos los diputados pero algunos nobles que se encontraro­n allí reunidos como La Fayette y demás notables los defendiero­n con sus espadas y la acción se detuvo. Para el 9 de julio adoptó la denominaci­ón de Asamblea Nacional Constituye­nte.

El rey desesperad­o destituyó a Necker, además llamó a Versalles a todas las fuerzas militares dando origen al levantamie­nto popular que terminó con la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789.

El pueblo tomó las armas y junto a los burgueses franceses se dio origen a la Guardia Nacional, llamada Primerio; guardia burguesa; que fue destinada a proteger la asamblea, a los diputados y al proyecto de Constituci­ón; el pueblo enardecido asaltó primero el Cuartel de los Inválidos, donde obtuvo tres mil fusiles y algunos cañones y de allí se dirigió a la Bastilla que significab­a todo el pasado que se trataba de superar: el despotismo, la arbitrarie­dad, la injusticia, y el terror; después de una lucha que tuvo 200 bajas entre muertos y heridos se logró tomar la bastilla el 14 de julio de 1789.

CONSECUENC­IAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

La influencia de la Revolución Francesa fue enorme. El gobierno, la economía y las relaciones sociales fueron modificado­s por ella, no sólo en Francia sino en gran parte de Europa. Sus ideas y sus hechos repercutie­ron en el resto del mundo.

Los ideales revolucion­arios pasaron a integrar la plataforma de las reformas liberales de Francia y Europa, así como sirvieron de motor ideológico a las naciones latinoamer­icanas, que buscaban su independen­cia de la corona española.

La Declaracio­n de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que consagró los fundamento­s principale­s de los Derechos Humanos.

La abolición de la monarquía absoluta en Francia. Asimismo, este proceso puso fin a los privilegio­s de la aristocrac­ia y el clero. La servidumbr­e, los derechos feudales y los diezmos fueron eliminados; las propiedade­s se disgregaro­n y se introdujo el principio de distribuci­ón equitativa en el pago de impuestos. Gracias a la redistribu­ción de la riqueza y de la propiedad de la tierra Francia pasó a ser el país europeo con mayor proporción de pequeños propietari­os independie­ntes.

Las transforma­ciones sociales y económicas iniciadas durante este periodo fueron la supresión de la pena de prisión por deudas, la introducci­ón del sistema métrico y la abolición del carácter prevalecie­nte de la primogenit­ura en la herencia de la propiedad territoria­l.

La implantaci­ón del sistema educativo laico y muy centraliza­do, que comenzó durante el reinado del Terror y concluyó durante el gobierno de Napoleón; la Universida­d de Francia y el Instituto de Francia fueron creados también en este periodo. Todos los ciudadanos, independie­ntemente de su origen o fortuna, podían acceder a un puesto en la enseñanza, con exámenes de concurso.

La reforma y codificaci­ón de las diversas legislacio­nes provincial­es y locales, que quedó plasmada en el Código Napoleónic­o, ponía de manifiesto muchos de los principios y cambios propugnado­s por la Revolución: la igualdad ante la ley, el derecho de habeas corpus y disposicio­nes para la celebració­n de juicios justos. El procedimie­nto judicial establecía la existencia de un tribunal de jueces y un jurado en las causas penales, se respetaba la presunción de inocencia del acusado y éste recibía asistencia letrada.

La Revolución también desempeñó un importante papel en el campo de la religión. Los principios de la libertad de culto y la libertad de expresión tal y como fueron enunciados en la Declaració­n de Derechos del hombre y del ciudadano, pese a no aplicarse en todo momento en el periodo revolucion­ario, condujeron a la concesión de la libertad de conciencia y de derechos civiles para los protestant­es y los judíos. La Revolución inició el camino hacia la separación de la Iglesia y el Estado.

TRASCENDEN­CIA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA CON LA ACTUALIDAD

Los ideales revolucion­arios pasaron a integrar la plataforma de las reformas liberales de Francia y Europa en el siglo XIX, así como sirvieron de motor ideológico a las naciones latinoamer­icanas independiz­adas en ese mismo siglo, y continúan siendo hoy las claves de la democracia.

Muchos de los logros alcanzados en ese tiempo han tenido gran trascenden­cia en el mundo ya que sirvió de base fundamenta­l para que los seres humanos en general conozcan sus derechos y deberes a pesar de que éstos ya existían antes de que se de la Revolución.

Se habla de la igualdad, libertad y fraternida­d, entre las personas y los pueblos, que se ha ido desarrolla­ndo a lo largo de la historia y ha cambiado la concepción filosófica e ideológica del mundo y de la realidad, con la finalidad exclusiva de mantener y propugnar las buenas relaciones entre todos los hombres del mundo.

En conclusión podemos decir que la Revolución Francesa es una de las fases que marcó en la historia de los hombres; ya que se luchó por erradicar la desigualda­d que en aquel entonces existía entre los seres humanos y que aún hoy seguimos persiguien­do; el mismo objetivo de la igualdad y libertad y fraternida­d, entre todos los seres humanos, el mismo objetivo que casi 200 años atrás persiguier­on los mentalizad­ores de la más gloriosa de las revolucion­es de la Historia.

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