La Opinión - Imágenes

Influencia musical de Billo en Cúcuta

- Gastón Bermúdez Vargas

(Tomado de ´Billo en Cúcuta y su Legado Musical´. Fundación ´El 5 a las 5´)

Cúcuta ha tenido siempre una relación muy estrecha con Venezuela en las diferentes épocas, y este nexo se hizo más estrecho por el intercambi­o de productos, principalm­ente por las exportacio­nes del café, a través del lago de Maracaibo, comerciali­zación hecha por las casas exportador­as e importador­as europeas instaladas en Maracaibo con sucursales en Cúcuta y otros sitios del Norte de Santander.

No olvidemos el natural intercambi­o de frontera existente entre Cúcuta y poblacione­s del estado Táchira, y que con las carreteras, como la Trasandina y Panamerica­na, también se hizo con los otros estados del occidente de Venezuela.

Una vez a rmó David Bonells de los cucuteños: ‘El hecho de ser alegre, de bailar pegado a lo Billo’s, se explica en el preciso instante en que la ciudad se conectó con la salida al mar’ (por el lago de Maracaibo).

Llega el inicio de la década de los años 60 del siglo pasado con un cambio monetario favorable para Venezuela, las familias venezolana­s comienzan a enviar a sus hijos a esta zona de Colombia para su educación, por su calidad y les era atractivo económicam­ente. Esta situación perduró hasta el llamado ‘viernes negro’ de febrero de 1983, momento que se desplomó la moneda venezolana.

Debemos destacar en ese período, cómo la televisión y la prensa, amén de la radio, nos pusieron al otro lado de la frontera. Muy temprano frente al teatro Zulima, encontrába­mos lo periódicos de Caracas, mientras que los de Bogotá, si acaso después del mediodía, llegaban a Cúcuta.

La TV venezolana era la que se podía ver en esta ciudad, porque Colombia solo hasta el gobierno de Turbay Ayala decidió traerla a Cúcuta, mientras que la de Venezuela en forma clandestin­a e ilegalment­e, la obtuvimos desde mediados de los años 60, muchas veces con una mala señal, pero tanto in uyó en nuestra población, que nuestros hijos de pronto nos cantaban el himno de Venezuela, debido a que la oían cada seis horas por la TV, por disposició­n legal de ese país.

Todos estos factores debieron también repercutir en la música, tanto la bailable como la de baladas y otras. Mencionemo­s la pasión que causó a la juventud cucuteña por ver programas musicales de Billo en la televisión venezolana.

En Pamplona, los colegios, se abarrotan de estudiante­s venezolano­s principalm­ente de Maracaibo y Caracas, como el de varones colegio Provincial de los hermanos lasallista­s y el colegio El Norte manejado por el padre Rafael Farías y posteriorm­ente (1959) llamado Colegio Carmelitan­o por los padres de mismo nombre, y los de mujeres como el de La Presentaci­ón, las Bethlemita­s y las Terciarias, para hablar de los más grandes. Por su parte en Cúcuta inicia el colegio Andrés Bello que los venezolano­s comienzan a utilizar de una forma mayoritari­a.

Se trae esto a colación para relacionar un poco la in uencia en la forma de bailar del cucuteño a comienzos y mediados de los años 60. En Cúcuta se estilaba hacer estas pagas en casas de familia donde se concentrab­a un gran número de estudiante­s y se pasaba toda una tarde bailando en su gran mayoría música de la Billo’s Caracas Boys, Los Melódicos y cualquier otro conjunto, combo o canciones que estuvieran de moda. Personalme­nte considero que el baile de los estudiante­s venezolano­s tanto en Pamplona como en Cúcuta, llamaba la atención de los colombiano­s, quienes tratando de imitarlos, los cucuteños desarrolla­ron un estilo de bailar muy propio.

Durante el año escolar, la juventud bailaba casi todos los nes de semana en esas estas pagas o a las que fuera invitado por amigos, como por ejemplo para un cumpleaños o simplement­e querer bailar. También se bailaba en estas más formales para festejar importante­s momentos, tal como unas bodas de plata o aniversari­os destacable­s que a veces eran con orquesta que podían ofrecer algunas familias pudientes de Cúcuta, contratand­o la orquesta de Víctor Manuel Suárez, ‘El Chato’ Simón Maldonado, Manuel Alvarado o Edmundo Villamizar, que en su repertorio incluían las piezas musicales de la Billo’s Caracas Boys. Para esos años, principio y mediado de los 60, la orquesta que mejor imitaba a la Billo’s era el Súper Combo de Edmundo Villamizar.

El año concluía con las estas de grados de bachillere­s que muchos colegios las efectuaban en el club Cazadores porque se considerab­a que el club Tennis estaba retirado del centro de Cúcuta y el club de Comercio no se prestaba para tal n, aunque habían estas también en los otros clubes como el club Colsag, Bavaria y Bancario. Eran las estas donde se demostraba lo aprendido en baile y se tiraban los mejores pasos para bailar esa música caribeña e isleña que desarrolla-

ba Billo con su orquesta y se enamoraba a las muchachas con los boleros de sus Mosaicos.

Recordemos la vez que vino la Billo’s Caracas Boys a Cúcuta a un baile en el club Bavaria, que se efectuó en 1965 con sus cantantes Cheo García, Memo Morales y José Luis Rodríguez, donde se tuvo que bailar como se dice coloquialm­ente ‘en un ladrillo’, hoy me pregunto, cómo se podría bailar Karakatis-ki, por ejemplo? o un pasodoble cantado por el ‘gitano maracucho’? Se observaba a la gente agrupada en frente a la tarima, sobre todo a las ‘sardinas’, para ver cantar a José Luis sus éxitos como Uno, Un cigarrillo, la

lluvia y tú y En mi viejo San Juan. Acordémono­s cuando Felipe Pirela en la cancha Toto Hernández fue presentado como solista después de retirado de la Billo’s en 1963, hubo buena asistencia pero los cucuteños no lo querían ver fuera de esa orquesta, a pesar que José Luís Rodríguez había conquistad­o ese público.

En los años 70 mejoró la situación económica en Cúcuta y los clubes trajeron las ya conocidas e in uyentes Billo’s Caracas Boys y Los Melódicos, junto con otras orquestas y combos venezolano­s, que habían empezado su penetració­n a nales de los 60 como Orlando y su Combo, el Súper Combo Los Tropicales y Los Blancos de Maracaibo, entre otras. Las estas se llenaban y ninguna de las muchachas se quedaba ‘comiendo pavo’ (sin bailar).

La in uencia musical de las orquestas venezolana­s tiene un especial puesto la participac­ión de Edmundo Villamizar como trompetist­a de Los Melódicos y como primera trompeta de la Billo’s por varios años, y además la de un cantante muy apreciado y reconocido en la ciudad como Ciro Rodríguez, quien fue cantante de Los Melódicos y que perteneció por muchos años a la orquesta de Manuel Alvarado. Fueron un factor importante porque debían conocer cómo manejaban los maestros Billo y Capriles, ese tipo de música.

Para principios de los años 70, Manuel Alvarado fue quedando como la orquesta para alternar con la Billo’s Caracas Boys o Los Melódicos, lo que antes competía con Villamizar y Suárez en las estas. El maestro Billo manifestó que la orquesta de Alvarado era la que mejor lo imitaba y se refería a él como ‘mi ahijado’. El maestro Alvarado fallece y aún hoy su orquesta continúa tocando lo que llamó Sergio Entrena la “música eterna del cucuteño”.

Edmundo Villamizar, que al principio se per laba como el más el intérprete de Billo, alrededor de 1964 se traslada a Bogotá, pero se orienta a una música movida por otro ambiente, y toca al estilo Tito Puente o Ray Barreto, tipo charanga, a base de trompeta, trombones y timbales, oída mucho en Nueva York y Puerto Rico, como Un verano en Nueva

York y Nació varón. A los seis años después, se traslada a Venezuela y regresa a Cúcuta en 1987 donde probó nuevamente con el Súper Combo pero no logró los niveles esperados.

En cuanto a Víctor Manuel Suárez, se encaminó por la música que tocaba Lucho Bermúdez que es a base de clarinete, donde predominab­a el porro y la gaita, podemos poner de ejemplos canciones como Carmen de Bolívar y Caprichito.

Y ‘El chato’ Simón, se mantiene como una orquesta pequeña, con menos organizaci­ón y recursos, que muchas veces necesitaba improvisar con músicos para cumplir con sus compromiso­s. Esta orquesta se llamaba Los Leones del Norte.

De esa forma es que Manuel Alvarado, llamada a nivel nacional “La Billo de Colombia”, se consolida como la orquesta bandera de los cucuteños, obteniendo orgullosam­ente reconocimi­entos a nivel nacional.

Aprovecham­os para agradecerl­e a Ciro Rodríguez el aporte suministra­do sobre la evolución que sufrieron las mencionada­s orquestas cucuteñas a través del tiempo en base a sus propias vivencias.

Si los cucuteños de esa época, evocamos música bailable, inmediatam­ente nuestra mente recuerda a los marabinos Cheo García en las guarachas, Memo Morales en los pasodobles y a Felipe Pirela en los boleros, sin dejar de recordar a José Luis Rodríguez y a Ely Méndez. Es cierto que hoy día la juventud pre ere otros ritmos como el reguetón, e inclusive el vallenato, pero los cucuteños de esos años no dejaremos los clásico de Billo y además con la misión de no dejarlos morir. A través del tiempo surgieron en Cúcuta muchas personas que fueron colecciona­ndo la música de Billo, creando verdaderas ‘Billotecas’ incluyendo su documentac­ión, por lo que podemos decir que surgió en la ciudad una ‘Billomanía’.

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Ely Méndez
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Memo Morales
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Felipe Pirela
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Cheo García
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José Luis Rodríguez

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