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Meditación sobre Antígona

- Juan Pabón Hernández

Antígona es hija de Edipo y Yocasta, hermana de Ismene, Eteocles y Polinices, quienes se mataron en Tebas por la ambición y el poder. Creonte ordena no dar sepultura a Polinices; Antígona decide desobedece­rlo aunque ello le cueste vida. Es fiel a la familia, a las costumbres y a la moral: prefiere morir lapidada a quebrantar sus principios.

Antígona avanza serena, conforme, hacia su lapidación: porque va a morir por honor, por haber cumplido el sagrado deber de enterrar a su hermano, desa ando al rey Creonte. Su conducta, propia de un juicioso criterio y un sentimient­o de gran amor lial, me genera una sensación maravillos­a, porque es bonito aprender de esa cohesión que se gesta en el alma cuando la verdad impera.

Su muerte será temprana, quizá una victoria contra el tiempo nefasto de la decepción y la calamidad, un premio a la dignidad: a veces, es bueno morir pronto.

Antígona superaba, así, la maldad de Creonte, su cobardía manifestad­a en crueldad, al juzgar de forma parcializa­da a Eteocles y Polinices, los dos hermanos enfrentado­s en Tebas, quienes se mataron por la ambición de gobernar.

SÍMBOLO DE GENEROSIDA­D

Distinta a su hermana Ismene, Antígona era responsabl­e de sus actos, rigurosa en su ética, la cual iba más allá de las condicione­s de la época, de la tremenda sumisión de la mujer. Y es que cuando uno gana por cobardía, no es feliz; lo contrario, se van acumulando en su conscienci­a pesares de decencia frustrada y la vida se torna un complejo fardo colmado de decepcione­s, aunque uno no se dé cuenta.

La ambición, la soberbia y el poder, han enseñado a los seres humanos a convivir con la falta de escrúpulos y a cohonestar esa miseria; pero es una a icción: se mete dentro del alma y va haciendo un trabajo continuado de desilusión.

Ante la orden de Creonte, Antígona se rebela, porque sabe defender su hidalguía, a pesar de lo que haya de perder, su amor por Hemón, el hijo de su verdugo, su familia y ese caro deber de hacer crecer el recuerdo de Edipo. Y no se niega a ningún sacri cio.

Es símbolo de generosida­d, Antígona, nacida para compartir amores y correspond­er a la vocación familiar, a las costumbres y las tradicione­s, que había que cumplir para mantener la nobleza del ser humano. Y no ama de palabra, sino con actos, incluso enfrentada a la cúspide del poder, madura en el proceso de ir desacelera­ndo sus pasos cada vez que la tortura la afana, pero con una ardiente

ama en el corazón que la hace soportar las adversidad­es.

LA FUERZA DEL DESTINO

La fuerza del destino es tan esquiva como incontrola­ble y tremenda, contra ella no se debe combatir, pues se hace inminente el fracaso: se debe plegar uno, porque él destino es bueno sólo por las buenas.

Lo demás es insensato. Lo mejor es ir aceptando con prudencia las voces del tiempo, ir sacando a la luz los secretos del porvenir.

Por ello, Antígona, inmensamen­te dolida por la pérdida de sus hermanos y más por la injusticia con Polinices,

al no autorizars­e su sepultura y dejarlo a los perros, se dignifica ante el destino y acomete una marcha serena e ilustre hacia su propia tumba: es como una alabanza grata al coraje de vivir: “Me va a someter el destino a mí al sueño eterno”, dice en el camino al encerramie­nto en el tumulto que la espera, preparado por Creonte.

Es como si la humanidad avanzara con ella, orgullosa de su valor, de las ideas nobles, de las grandes soluciones, justas y decorosas, de la misión de no haber transgredi­do sus propias leyes, ni la enseñanza de los dioses de no ceder ante las amenazas.

LA SOMBRA DEL VALOR

Porque si uno enfrenta las cosas, y las personas, ellas mismas proporcion­an las soluciones a sus conflictos, como las halló ella en el gran amor de Hemón (hijo de su verdugo Creonte), o en el de sus hermanos, incluso el de Ismene, tan débil, cobarde y sumisa pero que, al final, algo aprende del valor de su hermana.

Contrario a esa espantosa costumbre que tenemos los humanos de ser como la sombra de una corriente de imposicion­es y de imitacione­s, marionetas que avanzan soslayando sus propios deberes y quizá sus propios sueños.

El valor es como una astucia especial que empieza con lentitud y va adquiriend­o oleaje, como el mar, o fuerza, como el viento, si se le da cuerda al templete que amarra a lo mortal y deja trascender al ser humano al infinito: entonces el camino largo se hace más corto y se asoman a los días partes de victoria, se quitan el caparazón los secretos del universo que, en el fondo, son tan sencillos como el corazón del hombre cuando no se ha contaminad­o de lo terreno, como aquella alegría escondida que se experiment­a cuando llegan las cosas que uno no esperaba.

DRENAJE DE MISERIAS

El desastre es catastrófi­co: la muerte de Antígona, el suicidio de Hemón, el de Eurídice, los flagelos de la ciudad, en fin, la evolución de lamentos por un error de soberbia, el de Creonte, que sólo reconoce -y parcialmen­te- su equivocaci­ón al contemplar el cadáver de su hijo amado y la pérdida de sus valores queridos.

No captó Creonte que la misión era ser hombre de bien tanto en su contexto privado como en el público, que la prudencia en el obrar es el don más valioso, que las cosas no pertenecen a una sola persona sino son de todos. Los errores son fugas demenciale­s; de hecho, cuando los humanos los cometemos salimos de nuestra esencia de bondad para tomar decisiones que ni siquiera imaginamos. Después, no podemos drenar la podredumbr­e que generan. De manera que es necesario hacer cada vez más breves los pesares y más lenta la sensatez, porque de esa combinació­n se gesta la ecuanimida­d que es el fundamento de la felicidad. Y en lugar de esperar a que eso lo enseñe la vejez, podría intentarse anticipar la madurez, vencer la arrogancia, dejar la soberbia y nutrirse de ilusiones. Aprender que es mejor el silencio que los gritos y que en la gravedad del pensamient­o está la semilla de la madurez.

EPÍLOGO

¡Honor a Antígona! Cuánto nos enseñó con su dignidad y el inmenso valor de familia que justificó su sacrificio.

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Edipo y Antigona. Óleo de Charles Jalabert.
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 ??  ?? Ruinas griegas.
Ruinas griegas.
 ??  ?? Antígona. Montaje de la tragedia de Sófocles.
Antígona. Montaje de la tragedia de Sófocles.
 ??  ?? Escena de un montaje moderno de la Antígona de Sófocles.
Escena de un montaje moderno de la Antígona de Sófocles.
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