La Reforma
(I) Antecedentes, El Renacimiento y La Reforma
La Reforma del siglo XVI fue un movimiento dentro de la cristiandad occidental para purgar la Iglesia de abusos medievales y restablecer las doctrinas y prácticas que, según creían los Reformadores, concordaban con la Biblia y con el modelo de iglesia en el Nuevo Testamento. Esto condujo a un quiebre entre la Iglesia Católica Romana y los reformadores, cuyas creencias y prácticas pasaron a llamarse Protestantismo. Pero para abocar el conocimiento integral de este movimiento, es necesario enmarcarlo en la historicidad de su tiempo, caracterizado por el deslumbramiento de un renacer cultural en la historia de la humanidad, dejando atrás el oscurantismo de la Edad Media para entrar a un ciclo humanístico y llevado de la mano por las ciencias y el pensamiento económico y social. Ello lo llevó a ser llamado el Renacimiento, un nuevo nacimiento con un hombre libertario y de pensamiento antropocéntrico, época en la que se vería el nacimiento hasta de un nuevo mundo.
Los factores causales de la Reforma fueron complejos e interdependientes entre sí. Los precursores propiamente tales de la Reforma incluyeron los movimientos fundados por John Wycliffe (los Lolardos) y Jan Huss (los Husitas) durante los siglos XIV y XV. Pero estos grupos reformadores eran localizados (en Inglaterra y Bohemia) y fueron en gran parte suprimidos. Entre los factores que hicieron mucho más formidable al movimiento de Reforma del siglo XVI se contaron los cambios en el clima intelectual y político. El Renacimiento cultural ocurrido durante el siglo y medio precedente fue un preliminar necesario, porque incrementó el nivel de educación, reenfatizó a los antiguos clásicos, contribuyó al pensamiento y a la erudición y ofreció el Humanismo y la Retórica como alternativas al Escolasticismo. Especialmente a través de su énfasis en los idiomas bíblicos y cuidadosa atención a los textos literarios, el Renacimiento posibilitó la exégesis bíblica que condujo a la reinterpretación doctrinal de Martín Lutero. Además, los humanistas cristianos como Desiderio Erasmo criticaron los abusos eclesiásticos y promovieron el estudio de la Biblia y de los padres de la Iglesia. La invención de la imprenta por Johann Gutenberg proporcionó un instrumento de gran alcance para la expansión de la erudición e ideas de la Reforma. CAUSAS
La primera manifestación cultural del Renacimiento fue el resurgir del Derecho Romano, que junto a sus principios políticos y sobre todo a su definición del ser humano como un ente social, dotado de libre determinación, y por tanto merecedor de la libertad para desarrollar su personalidad, se afincaron con vehemencia en las mentes ilustradas de la época, y tuvieron clara importancia en la transformación de los Estados occidentales de Europa. Al Principio Feudal se opuso El Cesarismo, de clara influencia romana. La concentración de todos los poderes en una sola mano, como único sistema adoptado por los monarcas, para oponerse al poder de la aristocracia feudal, que se había constituido en el principal obstáculo para la instauración del poder absoluto de la monarquía.
La difusión del Derecho Romano, caracterizó el ulterior desarrollo de las ciudades, al constituirse en apoyo de la burguesía en su oposición al Poder Feudal, el cual se había constituido en el directo opresor del pueblo y por tanto en el gran obstáculo para su consolidación como unidad territorial. Los privilegios que la realeza fue otorgando a las ciudades, o que estas gloriosamente conquistaron, fueron en detrimento del desmesurado poder acumulado por los señores feudales, lo que devino en que ese poder restado a la aristocracia parásita y avara, redundara en el aumento por contraste, del poder de la monarquía, igualmente mantenida por sus súbditos, pero que con esta jugada magistral, inclinó a su favor el poder de los comunes, sintiendo el pueblo que podía ser determinador de su futuro y su destino, aunque a favor del poder real, en contra del decaído feudalismo.
He aquí el por qué al final de la oscurantista Edad Media, las polis (ciudades) se convierten en corporaciones políticas que adquieren: 1-Reconocimiento de sus derechos especiales. 2- Libertad civil, y 3-Poder político, constituyendo estos últimos los principios para un gobierno especial, sobre el cual la monarquía asentó sus reales, y desmanteló el poder feudal de las señorías, conjugando en su esencia el poder ilimitado de los comunes, quienes vieron representados en el monarca sus aspiraciones de redención social, económica y política. El ser humano adquiere fuerza en cuanto a individuo, superando las jerarquías que ahogaban su espíritu, y es en Italia donde surge como fiel representante de ese nuevo espíritu político, el del Renacimiento, basado en grandes personalidades del arte y las letras, que exteriorizan con su genio el despertar de la nueva era, presagiando grandes cambios en la historia de la humanidad.
Típico exponente de esta edad irreverente, es Nicolás de Maquiavelo (1469-1527), quien con su capacidad de discernimiento y de análisis avizora las nuevas condiciones políticas, que van a producir los profundos cambios en la sociedad y los estados. Sus ojos inteligentes (o astutos), acusan el cambio que se está produciendo en el mundo, y hace su aporte cultural en cuanto a las ideas políticas que expliquen el período crítico que el mundo está viviendo. En El Príncipe, plasma su visión política en cuanto a la calidad del gobernante, y para ello se sirve de la figura histórica de César Borgia (Roma, 1475-Viana,1507), hijo de Rodrigo Borgia, astuto político quien asume la silla papal como Alejandro VI (1492-1503), y a quien le confiere las cualidades que debe poseer el gobernante para consolidar en torno a su imagen, el poder con el que se debe revestir
El Príncipe. Define el concepto de Estado, y lo sustrae de la subordinación que ha vivido respecto de la Iglesia; estimó el gobierno más perfecto, el Republicano, con una base democrática y popular, pero para superar las antiguas formas, piensa que solo un déspota apoyado en las armas (El Príncipe), puede realizar el cambio, usando la violencia y el fraude, y en últimas utilizando al pueblo.
Se puede afirmar que la cultura del Renacimiento se reflejó en la vida pública de los Estados europeos, transformándolos y dando lugar al Estado Moderno de tipo absoluto y la aparición de nuevas soberanías. En el sistema feudal, el poder era ejercido dentro de una misma nación, por múltiples señores, lo cual hacía que el poder real fuera tenido en menos. Era el soberano quien cedía a los señores una porción de poder, el cual posteriormente no podían controlar, en tanto las ciudades y organizaciones políticas burguesas iban conformando núcleos jurídicos con atribuciones soberanas, con el mismo origen que los nobles.
FORMACIÓN DE LAS NACIONES
En el escenario político, se enfrenta el carácter individualista del feudalismo, en contra del carácter nacional del pueblo, el cual, debido a su carácter de superioridad netamente cuantitativo, el Estado Llano se hace importante, y alinderado junto a la monarquía, se impone plenamente a la nobleza, aún en contra de los intereses de clase de la realeza, esta se ve obligada a utilizar el poder popular, con el fin de doblegar a los aristócratas.
No obstante, el clero y la nobleza, monopolizan: EL PODER, LA RIQUEZA y LA CULTURA; estas posesiones pugnan con las del pueblo raso, y es ahí cuando el monarca irrumpe y se impone a los contendientes desgastados en la lucha, alumbrando un nuevo espíritu colectivo, que conforma el concepto de NACIÓN.
ESTADO DE LA IGLESIA.
Que serias corrupciones se extendían por la Iglesia, era ya evidente en el Cuarto Concilio de Letrán, convocado en 1215 por el Papa Inocencio III a fin de reformarla. El Papado mismo se debilitó por su traslado de Roma a Avignon (1309-77), por el Gran Cisma del Papado que duró las cuatro décadas posteriores a ello, y por la doctrina de que la autoridad suprema en la iglesia residía en los concilios generales (Conciliarismo). Los papas del Renacimiento eran notoriamente mundanos; aumentaron los abusos tales como simonía, nepotismo y excesos financieros, y la venalidad e inmoralidad minaron a la iglesia; la venta de indulgencias era una práctica particularmente desafortunada porque afectaba el arrepentimiento y enmienda de la vida. Al mismo tiempo se manifestó un genuino resurgimiento de la religiosidad popular, incrementando la disparidad entre las expectativas de la gente y la capacidad de la iglesia de satisfacer necesidades espirituales. Algunos se volvieron hacia el misticismo y la religión propia, pero la gran masa estaba agitada y descontenta.
En la Edad Media tardía ocurrió, además, un cambio político significativo. El Santo Imperio Romano, que había perdido cohesión en parte como resultado de su lucha contra el Papado en la Querella de las Investiduras, se vio debilitado por el surgimiento de principados territoriales virtualmente independientes y de ciudades imperiales libres. Externamente el imperio se fue debilitando por la evolución gradual de las naciones-Estados de la Europa occidental moderna; las monarquías en Francia, Inglaterra y, más adelante, España, estaban desarrollando fuerza y unidad dinásticas que en gran medida les permitieron controlar a la iglesia al interior de sus fronteras.
Económicamente, el auge del comercio y el cambio a una economía monetarizada crearon una clase media más fuerte en una sociedad más urbana. Durante ese período la Iglesia encontró dificultades financieras porque había llegado a implicarse en la economía señorial: poseía riqueza en tierras y topaba con problemas para desempeñar sus extensas obligaciones administrativas, diplomáticas y judiciales.