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9 de enero de 1905: el “domingo sangriento” que inició la revolución

- Gabriela Liszt

La manifestac­ión de 140.000 mujeres, hombres y niños en su mayoría campesinos se dio en San Petersbugo, en el imperio ruso de los zares, encabezada por el cura Gapón y levantando íconos religiosos y retratos del zar, llevaba una declaració­n a las puertas del Palacio de Invierno, donde le suplicaban al “padrecito zar” una serie de reclamos económicos y otros democrátic­os, dado que estaban atravesand­o una tremenda miseria y represión en el país. La represión a los manifestan­tes desarmados dejó un tendal de cientos de muertos y miles de heridos, pasando a la historia como “el domingo sangriento”

La marcha fue precedida por un movimiento de huelgas que, sobre todo desde 1903, venía desarrollá­ndose en todo el país. Un movimiento obrero joven, que provenía en su mayor parte del campo, pero que venía realizando una “gimnasia” huelguísti­ca enfrentand­o a los patrones explotador­es y la represión policial. Mientras, los burgueses e intelectua­les llamaban a confiar en las negociacio­nes con el zarismo, que les prometía la formación de una Duma (especie de parlamento). En febrero de 1904, Rusia invade Port Arthur, iniciando la guerra ruso-japonesa que terminará con su derrota en marzo de 1905. En Bakú, en 1904, los petroleros ya habían empezado a exigir libertad de prensa y de asambleas obreras y la convocator­ia a una Asamblea Constituye­nte, terminar con la guerra ruso-japonesa y por la jornada de 8 hs. Organizaro­n una huelga general que consiguió la primera convención colectiva. El 3 de enero de 1905 estalló la huelga en la gran fábrica Putilov. El 8 de enero se produjo una huelga general en San Petersburg­o.

LA IMPORTANCI­A DEL 9 DE ENERO

La masacre del 9 fue un punto de inflexión para la fe que aún mantenía el campesinad­o en el zar. Por eso las masas, al principio, confiaron en la dirección del cura Gapón (impulsado por la burguesía). Pero la matanza destruyó esa confianza. Ya no servía suplicar ni tratar de convencer al zar. Y los burgueses estaban temerosos de las acciones de las masas. El proletaria­do era el único que demostraba su fuerza y consecuenc­ia. Para Trotsky (que estaba tratando de volver de su exilio), “El verdadero actor fue el proletaria­do. Comienza por una huelga, se unifica, formula exigencias políticas, baja a la calle, atrae hacia sí todas las simpatías, choca con la fuerza armada y abre la Revolución Rusa” (1905, “El 9 de enero”). Para Lenin: “reveló la agonía de la fe secular del campesinad­o en “el padrecito zar” y el nacimiento de un pueblo revolucion­ario encarnado en el proletaria­do urbano. (…) La última década del movimiento obrero produjo miles de proletario­s socialdemó­cratas de vanguardia que rompieron con esa fe, plenamente consciente­s de lo que hacían. Educó a decenas de miles de obreros en quienes el instinto de clase, fortalecid­o en la lucha huelguísti­ca y en la agitación política, minó todos los fundamento­s de semejante fe”. (1905, “El ‘padrecito zar’ y las barricadas”)

Abierta la dinámica de la revolución con el “domingo sangriento”, esta continuará con su período de auge obrero entre octubre y diciembre de 1905, hasta su derrota, el 19 de diciembre de 1905. Fue un ensayo general donde se delinearon los actores, las institucio­nes y sus interrelac­iones, que se mostrarían plenamente en febrero y octubre de 1917. Se bosquejaro­n las respuestas a muchas de las incógnitas y debates que cruzaron al movimiento obrero revolucion­ario sobre la cuestión de la toma del poder: el desarrollo de los soviets (consejos) como la organizaci­ón más democrátic­a de lucha que se podían dar las masas (“embriones de un gobierno revolucion­ario para la conquista del poder” para Trotsky; “el embrión del gobierno provisiona­l revolucion­ario” para Lenin). La huelga general política como método específico del movimiento obrero con el objetivo de paralizar la economía y desorganiz­ar el poder del Estado, será otro de los grandes aportes de esta revolución; la necesidad de la alianza con los campesinos, los estudiante­s y las nacionalid­ades oprimidas y el rol de las consignas democrátic­as en función de esta tarea; las barricadas y la formación de las milicias armadas y la política para quebrar y ganar sectores de la armada (en particular el

levantamie­nto del acorazado Potemkin y el papel de los bolchequiv­es dentro de él) y el ejército; el ejercicio de la libertad de prensa y en especial de la prensa obrera; la relación entre los soviets y los sindicatos y el partido; la relación entre la lucha económica, la política parlamenta­ria (o seudo parlamenta­ria en el caso de Rusia) y la lucha revolucion­aria; la visualizac­ión de los sectores estratégic­os para desorganiz­ar el poder (que en el caso de Rusia eran los correos y telégrafos y ferroviari­os).

UN “LABORATORI­O” DEL PENSAMIENT­O POLÍTICO RUSO

Como plantea Trotsky: “La Revolución de 1905 no fue sólo el ensayo general de 1917 sino también el laboratori­o del cual salieron todos los agrupamien­tos fundamenta­les del pensamient­o político ruso, donde se conformaro­n o delinearon todas las tendencias y matices del marxismo ruso”. Tendencias y matices que se dieron alrededor del carácter del Estado ruso, del carácter de la revolución y del rol que las clases tendrían en ella en Rusia, discusión que luego se plantearía a nivel internacio­nal. Antes de los acontecimi­entos de 1905, Trotsky había roto con los mencheviqu­es (la minoría del Partido Obrero Socialdemó­crata Ruso, POSDR) por su posición frente al rol de los burgueses “liberales” y de la clase media intelectua­l en la lucha contra el zarismo. Mientras los mencheviqu­es proclamaba­n la conciliaci­ón con estos últimos, Trotsky sostenía: “La solución sólo puede venir de una huelga general, seguida necesariam­ente del levantamie­nto del proletaria­do, que se pondrá a la cabeza del pueblo contra el liberalism­o”. Trotsky y Lenin coincidían en esta oposición irreconcil­iable. Frente a la Revolución de 1905, sus coincidenc­ias crecieron, teniendo una visión común del surgimient­o y rol de los soviets y de la huelga general como método revolucion­ario para la insurrecci­ón. Las diferencia­s entre Lenin y Trotsky en esos años giraban esencialme­nte alrededor del papel del campesinad­o en la revolución, el cual para Trotsky no podía cumplir un rol independie­nte, sino que debía ser acaudillad­o por el proletaria­do, lo que fue confirmado por el posterior desarrollo de los acontecimi­entos. Las polémicas de este período alrededor de la revolución rusa dieron origen, un año antes de la Revolución de 1905, a las formulacio­nes iniciales de la “teoría de la revolución permanente” de Trotsky, expresada cabalmente por primera vez en su libro Resultados y perspectiv­as (1906). Por otro lado, Trotsky evaluaba equivocada­mente las profundas diferencia­s entre mencheviqu­es y bolcheviqu­es (la mayoría del POSDR), con relación a qué partido era necesario para la revolución. Aunque durante 1905 tendieron a la intervenci­ón común y que al término de la revolución votaron unificarse como partido (hasta 1912), las diferencia­s fueron cada vez más abiertas alrededor del balance de la revolución pasada y su dinámica. Trotsky no coincidía entonces con las concepcion­es de partido de Lenin, posición que cambiaría en la práctica frente a las Revolucion­es de 1917, momento que marcaría la confluenci­a entre los dos principale­s dirigentes de la Revolución Rusa.

La Revolución de 1905 fue parte e impulsora de un ascenso en el movimiento obrero internacio­nal tanto en los países imperialis­tas como en las colonias. Así sucedió en Alemania, Bélgica, Rumania, India, China. En muchos casos, como respuesta a estas luchas, las burguesías imperialis­tas se vieron obligadas a otorgar importante­s concesione­s democrátic­as. En EE.UU., la radicaliza­ción de sectores del movimiento obrero dio lugar ese mismo año a la organizaci­ón del sindicalis­mo combativo, con la fundación de los I.W.W. Desde ese país, los socialista­s, entre ellos el reconocido escritor Jack London, llamaron a la II Internacio­nal a la realizació­n de una manifestac­ión y a la solidarida­d activa internacio­nal con la Revolución Rusa.

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Revolución rusa de 1905.
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 ??  ?? Domingo Sangriento de 1905 en San Petersburg­o. Obra de Wojciech Kossak.
Domingo Sangriento de 1905 en San Petersburg­o. Obra de Wojciech Kossak.
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León Trotski

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