La era de la Ilustración: el Siglo de las Luces
El Gran Siglo de las Luces o Ilustración es el término que se ha utilizado para describir las tendencias en el pensamiento y la literatura en Europa y en toda América durante el siglo XVIII previas a la Revolución Francesa.
Los precursores de la Ilustración pueden remontarse al siglo XVII o antes. Abarcan aportes de racionalistas como René Descartes y Baruch Espinosa, los filósofos políticos Thomas Hobbes y John Locke y pensadores escépticos galos de la categoría de Pierre Bayle o Jean Antoine Condorcet.
La Ilustración implicaba una actitud, un método de pensamiento. De acuerdo con el filósofo Immanuel Kant, el lema de la época debía ser “atreverse a conocer”. Surgió un deseo de reexaminar y cuestionar las ideas y los valores recibidos, de explorar nuevas ideas en direcciones muy diferentes; de ahí las inconsistencias y contradicciones que a menudo aparecen en los escritos de los pensadores del siglo XVIII. Muchos defensores de la Ilustración no fueron filósofos según la acepción convencional y aceptada de la palabra; fueron vulgarizadores comprometidos en un esfuerzo por ganar adeptos. Les gustaba referirse a sí mismos como el “partido de la humanidad”, y en un intento de orientar la opinión pública a su favor, imprimieron panfletos, folletos anónimos y crearon gran número de periódicos y diarios. En España, “las luces” penetraron a comienzos del siglo XVIII gracias a la obra, del fraile benedictino Benito Jerónimo Feijoo, el pensador crítico y divulgador más conocido durante los reinados de los primeros reyes borbones. Escribió Teatro crítico
universal (1739) y Cartas eruditas (1750), en los que recogió el conocimiento teórico y práctico de la época.
Francia conoció, más que ningún otro país, un desarrollo sobresaliente de estas ideas. Fue allí donde el filósofo, político y jurista Charles-Louis de Montesquieu, empezó a publicar obras satíricas contra las instituciones, así como su estudio de las instituciones políticas, El espíritu de las leyes (1748). Fue en París donde Denis Diderot, autor de numerosos panfletos filosóficos, emprendió la edición de la Enciclopedia (1751-1772), un compendio de conocimientos y a la vez como un arma polémica, al presentar las posiciones de la Ilustración y atacar a sus oponentes. El más representativo de los franceses fue Voltaire. Inició su carrera como dramaturgo y poeta, pero es más conocido por sus prolíficos panfletos, ensayos, sátiras y novelas cortas, en los que popularizó la ciencia y la filosofía de su época, y por su voluminosa correspondencia con escritores y monarcas de toda Europa. Gozaron de prestigio las obras de
Jean Jacques Rousseau, cuyo Contrato social
(1762), el Emilio, o la educación (1762) y Confesiones (1782) tendrían una profunda influencia en posteriores teorías políticas y educativas y sirvieron como impulso literario al romanticismo del siglo XIX. La Ilustración fue también un movimiento cosmopolita: Kant en Alemania, David Hume en Escocia, Cesare Beccaria en Italia y Benjamín Franklin y Thomas Jefferson en las colonias británicas mantuvieron estrecho contacto con los ilustrados franceses y fueron importantes exponentes del movimiento. La Ilustración penetró en España y los dominios españoles de América.
A finales del siglo XVIII surgieron cambios en La Ilustración. Bajo la influencia de Rousseau, el sentimiento y la emoción llegaron a ser tan respetables como la razón. En la década de 1770 los escritores ensancharon su campo de crítica para englobar materias políticas y económicas. De mayor importancia en este aspecto fue la experiencia de la guerra de la Independencia estadounidense (en las colonias británicas). A los ojos de los europeos, la Declaración de Independencia y la guerra revolucionaria anunciaron que, por primera vez, algunas personas iban más allá de la mera discusión de ideas ilustradas y las estaban aplicando. Es probable que la guerra alentara los ataques y críticas contra los regímenes europeos existentes.
Suele decirse que el Siglo de las Luces concluyó con la Revolución Francesa de 1789, pero no son pocos los que contemplan e interpretan la inquietud política y social de este periodo como causa desencadenante de la Revolución. Al incorporar muchas de las ideas de los ilustrados, la Revolución sirvió para desacreditar estas ideas a los ojos de muchos europeos contemporáneos. El impacto que la Revolución Francesa causó en España, tras la muerte de Luis XVI, así como en los dominios españoles de América, provocó una violenta persecución de las nuevas ideas. Se estableció una censura total y se cerraron las fronteras, prohibiéndose el paso de libros y folletos, o su embarque hacia América.
La Ilustración dejó una herencia perdurable en los siglos XIX y XX. Marcó un paso clave en el declinar de la Iglesia y en el crecimiento del secularismo actual. Sirvió como modelo para el liberalismo político y económico y para la reforma humanitaria en el mundo occidental del siglo XIX. Fue el momento decisivo para la posibilidad y la necesidad de progreso que pervivió, de una forma moderada, en el siglo XX.