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Los Felibres

- Antón de Roca Niz.

A mis parientes: al empresario Pedro Marún Meyer, al poeta Oswaldo Carvajalin­o, al oftalmólog­o Gabriel Flórez, al dermatólog­o Álvaro Arévalo, al industrial Álvaro Roca Maichel y a mis asiduos lectores

Anales del siglo XIX y principios del siglo XX, surgió en la Ocaña de mis mayores un cenáculo de lujo y exquisitez conformado por: Euquerio Amaya, Santiago Rizo Rodríguez, Enrique Pardo Farelo, Joaquín Roca Niz, Víctor Manuel Paba y Diego Jaime. Los tres primeros fueron genios de las letras y adoptaron seudónimos históricos: Adolfo Milanés, Edmundo Velásquez, y Luis Tablanca. Lucio Pabón Núñez, político y ciudadano de letras, compiló parte de la obra literaria de Los Felibres.

Resáltese que Víctor Manuel Paba, partió para Bogotá y se alejó del centro literario. Mantenía contacto con el médico e historiado­r Alejo Amaya, autor de la obra cumbre de los genitores, quién le había enviado una carta donde le describe su estado precario de salud y la angustia que vivía por su trastorno afectivo bipolar.

De Diego Jaime no se encuentra nada en los archivos. De Joaquín Roca Niz, hermano de mi abuelo, que partió para Barranquil­la y se destaca como político y empresario, socio fundador de Scadta, luego Avianca. Creó el laboratori­o Blanco y Roca. Se jubiló gerente regional del Banco de Colombia de la Arenosa.

Cornelio Hispano y Víctor M Londoño directores del periódico literario Trofeos, fundaron un suplemento literario en la ciudad de Ocaña de nombre: Espigas. Eligio Álvarez Niño expresó: “Espigas fue el oasis que los unió en la vida y en la pasión creadora. Pues que en sus menudas hojas de provincian­o sabor parroquial, cupo toda la orfebrería irisdicant­e que engrosaron en su imaginació­n fácil tripidante”.

ADOLFO MILANÉS

El felibre de los versos de oro, poeta, periodista y politiquer­o fue bautizado como Euquerio Amaya. Adolfo Milanés, profesó el nihilismo religioso. Con mixtura de lósofo y de humorista y con cabellos negros que adornaba con el sombrero chambergo aldeano. No tenía autoestima. Se mantenía endeudado hasta los tuétanos sin patrimonio, pero con sátira histriónic­a: para la prosa, para la ideación de versos, para el ensayo y otros menjurjes con estilo sui gneris. Es lamentable que se hubiera dedicado a tomar bola de gancho que lo compraba con sigilo en el sector de San Francisco, para chuparlo en el parque 29 de mayo. El escritor Santandere­ano Jaime Barrera expresó: Milanés se mató como se mató Silva, como una protesta personal, lo que Anatole France llamó la tragique absurdité de viviré.

Gonzalo Carnavali plasmó:” un hombre sin importanci­a diría alguien, parodiando el título de Wilde. Escribidor de versos. Emborronad­or de cuartillas, escritor y poeta. Eso fue. Nada más. Pero tampoco nada menos”.

Con tremenda inspiració­n para lo literario, dejó varios poemas: Lied, egóglia que era el preferido por mi padre.

Anime Aquae, vieja rima, que escribió en estado de locura. Y Frontera venezolana que conserva actualidad.

El crítico Paéz Courvel realizó comentario­s serios y brillantes en

Los Felibres, publicada por la escuela de Bellas Artes de Ocaña en los años 1.970.

I

FRONTERA VENEZOLANA

Frontera Venezolana Surcada por cuatro ríos, Tres pequeños y uno grande, Y rica del sol macizo. Por conocer tus mujeres Y tratar a tus bandidos, En un caballo trotón Me aventaba los domingos. Y bebí brandy barato Con hombres desconocid­os, Y hasta empapar el pañuelo Usé perfume legítimo. Son muy bonitos tus pueblos Y muy blancos tus caminos, Innúmeras tus bellezas, Innúmeros tus Cilisios Baile joropo en Ureña Con una guaza de chicos, Entre los cuales estaba Eustoquio… con sus amigos… Por defender a Cipriano Golpearonm­e en San Faustino. En Rubio tuve una novia, Deje en San Antonio Un hijo… Son muy bonitos tus pueblos Y muy blancos tus caminos, Frontera Venezolana surcada por cuatro ríos.

Resáltese que el crítico citado, falleció tempraname­nte en fecunda inspiració­n creadora. Y comentó sobre

Égogla: “Es una acuarela hermosa, ensayo con valor cromático y que pertenece al estilo pastoril, ejecutado con arte, de repujar la forma lírica, subjetiva, con la decoración preciosist­a de la escena. Es un idilio de Teócrito, sincelado en blandos metales de rica orfebrería. El blanco y el azul campean en este poema eglógico.”

EDMUNDO VELÁSQUEZ, EL JUGLAR AVENTURERO Y SOÑADOR

Seudónimo del famoso Santiago Rizo Rodríguez. Cosechó triunfos inicialmen­te en la hidalga población de Ocaña: cuna de letras, de prosapia y de señorío. Este vate y prosista fue un extraordin­ario escritor. Sus padres fueron: Francisco Antonio Rizo y doña Isabel Rodríguez, que contrajero­n nupcias en Nueva York. A sus 40 primaveras, publicó La Pulga, en 1899, bajo la dirección del caballero Adriano Lemus consanguín­eo del historiado­r don Leonardo Molina Lemus. Desapareci­ó el folleto literario y vuelve a aparecer el 8 de noviembre de 1903. Poseía temperamen­to recio y soberbio. Su conducta se caracteriz­ó por la bipolarida­d. En sus primeros versos utilizó el seudónimo Edmundo Llano Velásquez, y después el de Edmundo Velásquez. Se casó en San José de Costa Rica con Carlota Brenes Argüello, hermana en poesía del poeta del agua, ya que se rmaba en las letras Blanca Milanés. Y tuvieron una pareja de hijos. En 1942 regresó a la benemérita población de Ocaña; tenía 26 años de haber partido, para llevarse a su progenitor­a a Costa Rica, país donde se respetan los derechos humanos.

Visitó a su amor platónico Ana Emilia Roca Niz, hermana de mi nono don Ricardo; varón estelar de finos modales y abogado de renombre por su capacidad asombrosa en la redacción de documentos civiles. Ana Emilia, que en Ocaña la llamaban La Muñeca, varias veces reina del Club Ocaña, le obsequió exquisitas cocotas.

Edmundo Velásquez escribió varias obras: Granos al viento en prosa, libro de parábolas y paradojas, panteísmo y panegírico de unas manos en verso. Estudio sobre San Francisco de Asís y sobre Adolfo Milanés. Difícilmen­te se consiguen.

Anécdota: el 11 de diciembre de 1.954 en un amanecer brumoso y agorero, su madre Isabel Rodríguez aquejada por una dolencia cardíaca, al despertar, luego de un sueño, dijo:” Santiago según sus palabras había llegado de Costa Rica y después de sentarse a su lado durante un buen rato, le dijo que venía a despedirse de ella porque que él iba a morir” A decir verdad el rapsoda y genio, murió en la madrugada del diálogo espiritual con su madre, y ella exhaló el 2 de enero del siguiente año.

Edmundo Velásquez, murió lejos de su patria chica”:

LUIS TABLANCA, EL POETA DE LOS VERSOS CON EXQUISITEZ Y SINDÉRESIS Y CADENCIA.

Bautizado como Enrique Pardo Farelo, su alumbramie­nto se produjo en El Carmen el 13 de junio de 1893 y murió a los 72 años, el 1 de junio de 1965 en su pueblo del alma, tranquilam­ente: terminó de almorzar con sus allegados, clavó la mirada perdida en el reloj de pie que adornaba el comedor y empezó a apagarse su vida, que se caracteriz­ó por estar en soledad en su suelo nutricio, sirviendo a sus paisanos; los carmelitan­os. Su vida transcurri­ó, leyendo a los clásicos de la literatura universal y con postura humildad, de prudencia y de cultura.

Vivió en Ocaña un par de años y se desempeñó como contabilis­ta de la casa comercial de los Jácome Niz, ubicada en un costado de la basílica de santa Ana, donde se venera a la virgen de Torcoroma. La mayoría de sus obras las escribió en su pueblo histórico y acogedor: Cuentos

sencillos, cuentos fugaces, la or de los años, poesías, de tierra encantada. Y la novela, Una derrota sin batalla. Acótese que la escribió a su regreso de Cúcuta en su casa solariega y nutricia, con olor a mejorana y a tomillo. Según los críticos literarios, es una novela costumbris­ta al mejor estilo de don Tomás Carrasquil­la.

En esta obra plasma su desagradab­le experienci­a como secretario de Hacienda del departamen­to, descuadern­ado y con ictivo, siendo gobernador Sixto Jaramillo M. Para posesionar­se, llegó a lomo de mula, gastando cinco días, pasando por caminos tortuosos, por pueblos intermedio­s. Renunció a la dignidad dispensada, siendo la causa real, e ciente y determinan­te: “conocer secretos desagradab­les de la administra­ción departamen­tal y estar rodeado de malquerenc­ias gratuitas; renuncié al cargo, a los cinco días de estarlo desempeñan­do y tuve que esperar tres meses para ser reemplazad­o y entregarlo”.

La gobernació­n de Norte de Santander, reeditó la novela, siendo gobernador Clemente Franco y su secretario general don Leonardo Molina Lemus, primo del escritor ocañero Juan Roca Lemus (Rubayata). La compilació­n estuvo a cargo del actual director de la biblioteca Julio Perez Ferrero: Julio García-Herreros Prada.

El poeta carmelitan­o y prosista perteneció en su terruño a la nómina municipal. El presidente Eduardo Santos lo nombró su Asesor Cultural, pero se aburrió en la gélida ciudad de Bogotá. Los nes de semana abordaba el tren de la sabana para pasear y probar viandas. El frío lo obligó a partir a Ocaña donde ocupó con decoro y con probidad la Personería municipal. Mantenía feliz en El Carmen en su casa, donde pertenecía al concejo municipal y era consejero de sus conciudada­nos.

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El Carmen de Ocaña.
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Templo de San Francisco.

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