Marx 1818-2018 200 años de su nacimiento
Pese a las críticas contra el historicismo marxista señalado ácidamente por Popper, pese a la caída del muro de Berlín y la reuni cación alemana, pese al auge comercial de China, pese a la nueva constitución cubana que suprime la palabra “comunismo” y admite la propiedad privada, el marxismo y su legado no puede ser objeto de un ingenuo olvido. El pensamiento marxista decantado de posibles malversaciones, puri cado por el fuego inextinguible de los movimientos sociales libertarios, ajeno a dogmas y absolutizaciones partidistas, tiene aún mucho que decir al pensamiento social y a los caminos sapientes de transformación histórica. Desautorizar furiosamente un pensamiento, sin estudiarlo, sin entenderlo, es vano, ingenuo e irresponsable. En el marco de los 200 años del nacimiento de Karl Marx, proponemos unas cuantas líneas de comprensión de su legado.
MARX PARA HOY
Derrida, en su brillante, original y muy polémico Espectros de Marx (1998), ve en Marx no una entidad única y objetiva, sino muchas versiones, muchos fantasmas, muchos espectros que como el comunismo han recorrido lugares y épocas, hasta llegar elocuente a nuestro tiempo, un tanto desquiciado. Así declara la vigencia del análisis marxista:
Será siempre un fallo no leer y releer y discutir a Marx. […] Será cada vez más un fallo, una falta contra la responsabilidad teórica, losó ca, política. Desde el momento en que la máquina de dogmas y los aparatos ideológicos «marxistas» (Estados, partidos, células, sindicatos y otros lugares de producción doctrinal) están en trance de desaparición, ya no tenemos excusa, solamente coartadas, para desentendernos de esta responsabilidad. No habrá porvenir sin ello. No sin Marx. No hay porvenir sin Marx. Sin la memoria y sin la herencia de Marx: en todo caso de un cierto Marx: de su genio, de al menos uno de sus espíritus. (pág. 27)
El legado marxista, su validez a 200 años de su nacimiento, radica en la agudeza y la exibilidad dinámica de sus estructuras de comprensión. Marx sabía de la relatividad de todo planteamiento: la base factual y epocal del pensamiento se multiplica y difumina en el complejo tejido de hechos económicos, sociales, políticos, culturales. Congelar y anquilosar esas estructuras comprensivas en lemas de campaña electoral o consignas para gritar en manifestación pública, es desconocer y contravenir el horizonte crítico de Marx. Marx conocía de la brevedad y fragilidad de los argumentos atados al tiempo, no podía considerarse demasiado marxista.
El mordiente del pensamiento dialéctico hace posible clari car las relaciones sociales y las acciones revolucionarias, así como los compromisos a favor o en contra del capital. No se puede descontextuar a Marx, volverlo el Moisés del comunismo, ni exigirle productos y elaboraciones que no tenía por qué desarrollar con las limitaciones de unas ciencias sociales demasiado jóvenes y librescas. Wallerstein (1988) así reconoce la trascendencia de Marx para las ciencias sociales:
Fue una gura monumental en la historia intelectual y política moderna. Nos ha dejado un gran legado, conceptualmente rico y moralmente inspirador. Sin embargo, deberíamos tomar en serio lo que dijo de que no era marxista, y no desecharlo como una ocurrencia. Marx sabía, cosa que muchos de los que se dicen discípulos suyos no saben, que era un hombre del siglo xix cuya visión estaba inevitablemente limitada por esa realidad social.
CRÍTICA Y UTOPÍA
Marx renegó de la losofía pues la juzgaba como una disciplina defensora de los intereses de la clase dominante, como ideología que justi caba el sistema de opresión, que en últimas constituía el arma discursiva de las élites y el Estado, para perpetuar las maquinaciones de un sistema explotador. Marx investigó acerca de la realidad económica y su conexión con la organización política. Marx pondría la losofía bajo el direccionamiento de la economía política depurando la funcionalidad de la razón como instrumento de crítica revolucionaria efectiva. Desde el punto de vista político Marx ha contribuido al conocimiento humano prospectando un tipo de sociedad y de relación productivo-política que ha iluminado los posteriores desarrollos económicos y políticos.
En Marx conocer es hacer, lo epistémico se valida en lo ético, la unidad de teoría y praxis es también la acción real que busca el bienestar libertario del cambio revolucionario. El comunismo marxista brilla como un deber ser al que debieran llegar todos los hombres y todas las naciones de la tierra. El soporte fundamental es el económico y junto a él, el carácter de proceso de conciencia que legitima una formación política opuesta a los múltiples mecanismos de ideologización del sistema capitalista. Cortina y Martínez (2001) en esta línea de comprensión, a rman que:
Marx no intentó hacer una ética y, sin embargo, el mejor legado de la losofía marxista tal vez consista precisamente en constituir una provocación moral en pro de la justicia y de la construcción de una utopía en la que todos los seres humanos lleguen a sentirse libres de dominación. (págs. 81-82)
MÁS ALLÁ DEL CAPITAL
La contribución de Marx que más golpea la conciencia de occidente se realiza en el campo de la historia. Sin negar la cuna
idealista hegeliana, Marx consideraba los hechos históricos positivos, concretos, desde una dinámica globalizante, capaz de penetrar en la super cie de las irregularidades hasta abarcar la lógica grandiosa de la historia. Con Marx se ha establecido que la historia no es la fría recopilación de datos o la enumeración de hazañas o gestas heroicas, tan características del talante romántico, burgués y nacionalista. Toda labor histórica se sitúa en una óptica y una opción política que permite la identi cación de las transformaciones sociales. Quien forja la historia es el ser humano como clase social, como constitutivo de un engranaje económico-político que entra en crisis y cambia. No se concibe el relato histórico sin la de nición de una postura política. En ello no ponía meramente pa- sión, ni tampoco un simple y sutil afecto por el análisis, ambas cosas se daban simultáneamente –pasión política y análisis factual–, llegando a estar muy por encima de cualquier sociólogo e historiador de la época (Carr, 1970). El talante crítico del ejercicio social del conocer constituye entonces la fuerza para transformar la realidad y gestar el mundo en donde todos tienen cabida para su pleni cación en la libertad.
Marx penetró en el corazón mismo del sistema económico en su obra El Capital. Para Marx el proceso económico no se apoya meramente en factores externos en la explicación del paso de un sistema económico a otro. Concibe la evolución económica como un proceso diferenciado en sí mismo y engendrado por el propio
CONCLUSIÓN
Carlos Marx sistema económico. Mostró con una sorprendente capacidad analítica cómo el proceso económico al cambiar por virtud de su propia lógica inherente, transforma incesantemente la estructura social, esto es, la sociedad en su conjunto. Para Marx las condiciones productivas o formas de producción constituyen el determinante fundamental de las estructuras sociales que, a su vez, engendran las actitudes, las acciones y las civilizaciones.
Consecuentemente, las formas de producción se transforman por necesidades inherentes a ellas mismas, de tal suerte que, en virtud de su propio desarrollo terminan engendrando las formas productivas que han de sucederles. Resulta absolutamente necio el planteamiento político que no busque el fortalecimiento de una base productiva por la cual el trabajo sea una realidad de todos en una estructura social igualitaria y equitativa. Un cambio requiere de conciencia crítica y transformación de hábitos productivos en orden a una igualdad social.
Quebrar una economía y empobrecer aún más a los ya deprimidos, es muy poco marxista. Alimentar los hábitos de corrupción y enriquecer a unos cuantos, así sean “paladines de la revolución”, es absurdo. Sumir en la indigencia y la incertidumbre a millones es inadmisible. Masacrar trabajadores, campesinos, estudiantes, artistas, religiosos, ciudadanos de la oposición, es una aberración que no se puede cometer en nombre del poder del pueblo. Blindarse contra cualquier crítica silenciando a los medios y a los contradictores es matar la cuna de pensamiento rebelde que funda al materialismo histórico.
Paradójicamente, la evolución económica tendría la fuerza su ciente para que no se necesite el concurso de la violencia, que por desgracia ha o ciado malamente de partera de las revoluciones. La ciencia económica, la ciencia histórica y la ciencia política siempre volverán sobre los pasos de Marx para criticar y desideologizar, para proponer mayores progresos del hombre social. De hecho, la ciencia histórico-política de la actualidad debe su auge a la reconstrucción, –con los elementos de la econometría, las investigaciones macro y microeconómicas, así como los aportes de la antropología–, del sistema teórico-interpretativo denominado materialismo histórico. El espectro de Marx sigue recorriendo el mundo.