Schleiermacher y el arte de la hermenéutica
Entender al otro exige un esfuerzo. Saber qué quiere decir un texto antiguo señala un trabajo por acercarnos a signi cados no tan explícitos. Representarnos cómo sucedieron realmente unos acontecimientos enclavados en el pasado invita a superar las variaciones culturales que diferencian las distancias históricas. Conocer el signi cado de obras de arte, de códigos y leyes, de textos losó cos e históricos convoca a adentrarse en mundos conceptuales oscuros y complejos. Poder dar sentido a la conducta de personas, grupos y comunidades representa una empresa interpretativa llena de di cultades y de ambigüedades. La búsqueda del sentido en el encuentro entre los hombres, en el encuentro entre eventos, productos culturales e intérpretes, ese es el objeto de la hermenéutica, del arte de la interpretación.
Según Ebeling el término hermenéutica se debe a la obra de “J. C. Dannahauer, Hermeneutica sacra sive methodus exponendarum sacrarum litterarum (1654)” (Maceiras, 1990, p. 25). Dannhauer no sólo fue el primero en usar el término, inspirándose en la lógica interpretativa-silogística del PeriHermeneias aristotélico, Grondin (1999) a rma que, además: “Había expresado su intención de elaborar una hermenéutica universal […] de buscar una doctrina metodológica de las ciencias que se estaba independizando de la escolástica […] tiene un enfoque universal en la medida en que debe ser aplicable a todas las ciencias”. (p. 82)
El primer campo hermenéutico fue el mundo de los estudios bíblicos. Luego de más de mil años de predicaciones dogmatizantes y devocionales, en las cuales el sentido literal de la escritura se daba desde criterios neoplatónicos (lo cual trajo in nitos anacronismos, pseudopositivizaciones y autorreferencias que violan toda intelección situada e histórica de las tradiciones bíblicas), apareció, con Spinoza, una crítica racionalista por la cual la Biblia constituía una a rmación ética, pero no un testimonio histórico. La validez del texto bíblico estaría signada en las ofertas de conducta racional, de carácter transhistórico, como son las ideas mismas de la razón.
A Spinoza lo seguirá Rei-marus, quien inaugurará la crítica histórica como una suerte de desmitologización. Reimarus vería a Jesús como un revolucionario político, gran predicador, asesinado por el sistema, cuyos discípulos enaltecieron a través de la resurrección para preparar el futuro triunfo histórico acorde a su misión mesiánica. Para Reimarus la clave de la fe está en la ubicación del Jesús histórico que sólo se puede comprender bajo el examen de las categorías mesiánicas propias del contexto religioso-político de la época.
SCHLEIERMACHER Y LA HERMENÉUTICA UNIVERSAL
Lo hermenéutico se aplicaba a la biblia, a lo jurídico y a la literatura, como ejercicios independientes. Friedrich Schleiermacher (1768-1834) planeó un proyecto de hermenéutica universal y trató de formar una ciencia de la hermenéutica con una criteriología de la comprensión que operara con un método autónomo. Su fuente de re exión es la investigación de la teología bíblica, que en algunos momentos solamente fue fraseología dogmática, sin mayor penetración en las condiciones productoras del sentido lingüístico, y del sentido biográficohistórico, en las distintas enunciaciones del misterio cristiano.
Para él la fe es el gran sentimiento de dependencia surgido de la experiencia de Dios, la cual se comunicó gracias a un proceso histórico-redaccional agenciado por una comunidad creyente. Establece un marco racional-experiencial a la fe y a la Iglesia como institución histórica: “Los dogmas y las instituciones no son sino expresiones a través de las cuales el sentimiento evoluciona y se desarrolla […] desde una perspectiva históricocomunitaria, expresiones acuñadas en el seno de tradiciones religiosas para hacer posible la experiencia colectiva y su transmisión o difusión a través del espacio y del tiempo” (Illanes & Saranyana, 1995, p. 259).
Un gran aporte a la exégesis bíblica fue el examinar los textos sagrados en su universalidad: sujetos a todos los procesos de comunicación oral, fijación textual, diferenciación ideológica, determinación léxica particular, propios de cualquier texto.
EL ARTE HERMENÉUTICO
La fuente del arte hermenéutico son las di cultades de los conjuntos textuales antiguos. Las incorrecciones de signi cación, las asimetrías experienciales, lexicales, culturales e ideológicas, son parte de la dinámica general del lenguaje. Algo nos acerca al sentido, pero mucho nos aleja de él. El malentendido es lo obturante del proceso hermenéutico: “Si todo fuera completamente extraño, la hermenéutica no sabría enlazar su trabajo; y lo mismo en el caso contrario, a saber, si nada fuera extraño entre el que habla y el que percibe, tampoco necesitaría enlazar nada, sino que el comprender se daría siempre al mismo tiempo que el leer y el oír” (Schleiermacher, 1999, p. 59)
Afirmaba que todo lo que nos llega del pasado (historia, escritos, conductas, etc.) aparece desarraigado de su mundo original y pierde, por lo tanto, su significatividad; por ello, sólo se puede comprender a partir de ese mundo, de su origen y génesis. La hermenéutica tendría como finalidad alcanzar la claridad, ganar la plenitud de significado, “La hermenéutica es el arte de evitar el malentendido” (Schleiermacher, 1959, p. 30). Así, trató de integrar diferentes técnicas en un campo general unificado, y propuso una serie de principios básicos o cánones (contextuales y psicológicos), que servían para interpretar tanto un documento legal como un texto bíblico o uno de literatura.
La hermenéutica asume un ideal de comprensión de la totalidad, dado que el malentendido, los vacíos, las dificultades de comprensión, son múltiples y en ocasiones, determinan graves equívocos en la fijación real del sentido de lo comunicado. Estamos ante la primera gran regla de la interpretación: la coherencia entre el todo y sus partes, la interrelación entre los elementos particulares y su estructura general, que hacen de ese objeto de sentido una identidad completa, única, autosubsistente. Schleiermacher sentencia: “Todo lo individual puede ser comprendido únicamente mediante el todo, y, por tanto, toda explicación de lo individual presupone ya la comprensión del todo” (Schleiermacher, 1999, p. 87). COMPRENSIÓN: CÍRCULO, ADIVINAR Y EQUIPARAR
Para Schleiermacher, al principio del comprender le corresponde siempre moverse en un círculo, un constante retorno y vaivén del todo a las partes y de éstas al todo, una descripción dialéctica polar, pues considera la individualidad como un misterio que nunca se abre del todo, y el problema mayor radica en la “oscuridad del tú” y “porque nada de lo que se intenta interpretar puede ser comprendido de una sola vez” (Schleiermacher, 1967, p. 33). Toda interpretación es una aproximación, una parcialidad de sentido, que, no obstante, aspira a la completud.
La interpretación debe comprender a un autor mejor de lo que él mismo se habría comprendido. El intérprete tiene que hacer conscientes algunas cosas que al autor original pueden haberle quedado inconscientes. Para Schleiermacher la hermenéutica arranca como labor de lenguaje, pero halla su cima como identificación personal, como construcción psicológica. De allí su interés profundo en considerar el sentir que hace dinámica toda experiencia de fe.
Los protagonistas de la historia serán representantes de su época, objetivando en sus obras el espíritu de ese contexto temporal: “La relación establecida por Schleiermacher entre la personalidad del artista y su obra es la misma que media entre la historia como totalidad y los acontecimientos históricos que la integran” (Maceiras & Trebolle, 1990, p. 37). Asigna, entonces, responsabilidad histórica, en rango de heroicidad, a las obras geniales de los grandes autores. Se debe acceder a lo divino de la obra, a ese aspecto espiritual y trascendente que la hace única en el transcurso histórico. Comprender es adivinar, apropiarse del espíritu divino vitalizado en la obra de un genio. Surge la comprensión como parte de una “Adivinación realizada a través de la congenialización con el autor de la obra artística […] Un Homero o un Virgilio sólo pueden ser comprendidos y gustados a través de la comprensión de sus épocas respectivas, pero ellos son los que hacen época, conforman y representan sus propias épocas”. (Maceiras & Trebolle, 1990, p. 36)
Con Schleiermacher la comprensión exige una aplicada disciplina metódica que conjugará lo general comunicativo y lingüístico con lo personal, adivinatorio y psicológico, en una completa aproximación interpretativa al autor y su obra. La comprensión sería una operación por la cual las distancias entre intérprete y autor son salvadas reavivándose el significado perdido por las distancias temporales, filológicas, espaciales, culturales. Se debe recomponer el acto original de la producción intelectual. De esta manera el método hermenéutico, en tanto acercamiento a la genialidad del autor, es adivinatorio, apelando a instrumentaciones psicológicas. Y el mismo método será comparativo, al disponer la correlación lingüística a través de instrumentaciones filológicas, gramaticales, que permitan la revivificación significativa en el hoy.
La obra, producto de un genio creador, contiene en sí las interacciones complejas de la vida a la que pertenece. La vida que subyace constituye un tejido complejo de significaciones. La obra de un artista se presenta en su individualidad. Pero su significado no se reduce a la apariencia de su particularidad, debe ser establecido al sumarse la constante significativa de las demás obras. Un producto individual del lenguaje gana densidad, delimita su contenido, al lado de las demás obras. Y las demás obras constituyen un panorama complejo, pues son las demás obras del autor, las demás obras del género, las demás obras del movimiento estético al que pertenece, las demás obras de una época que marca a todas las obras. Schleiermacher define: “Las formas de toda composición se configuran a partir de la naturaleza del lenguaje y de la vida común que está unida y se desarrolla al tiempo con él” (Schleiermacher, 1999, p. 105).
Establece un nivel de igualación que trasciende las oscuridades de sentido encontradas en el presente. La finalidad del método hermenéutico, el producto de la comprensión, es la equiparación. La hermenéutica trae al aquí y ahora tanto los sentidos, las ideas, los rasgos de pensamiento perenne, como la individualidad del genio creador y la originalidad elocuente de una época expresada en una obra. Lo axial será: “Aquello en que consiste el verdadero acto de comprensión, que no es sino la identificación con el autor mismo […] la comprensión del texto, que el autor nos ha dejado como manifestación fiel de su propia vida” (Maceiras & Trebolle, 1990, p. 33).