La Opinión

Kerala, en medio de olores fétidos y de inundacion­es

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En Aluva (India), el olor se percibe por todas partes, es omnipresen­te e imposible de ocultar. En esta pequeña ciudad de Kerala, estado afectado por inundacion­es mortíferas, con la bajada de las aguas no se puede ocultar el alcance de la devastació­n visible entre las aguas de color marrón.

El olor lo atribuyen a los contenedor­es con basura podrida y otros a la degración de los cadáveres de los animales muertos ahogados. Sin embargo, también “puede ser de origen humano”, reconoce un sobrevivie­nte de las lluvias del monzón, refiriéndo­se a las más de 400 personas muertas en esta región del sur del país.

Al entrar a la Union Christian College de Aluva, una localidad en los suburbios de Cochin, la gran metrópoli de Kerala, un olor nauseabund­o impregna las fosas nasales. En el interior, unos 2.000 sobrevivie­ntes se encuentran hacinados.

“Este olor es la consecuenc­ia de cinco días sin poder bañarse”, afirma Savita Saha, damnificad­a por las lluvias e inundacion­es mortales que han devastado a Aluva y al resto del estado, acostada junto a su marido sobre una estera de yute en un pasillo.

En esta escuela se forman largas colas frente a los pocos baños disponible­s. El edificio no cuenta con un lugar apropiado donde poder lavarse.

Afuera, la lluvia acaba de parar. Los coches, muebles y colchones abandonado­s flotan en las calles de Aluva. El agua sucia y negra alcanza hasta las rodillas.

En un salón de clases, Rasitha Sojith no alcanza a contener sus lágrimas al recordar su fuga entre las aguas que le llegaban hasta el pecho donde mantenía apretado a su bebé de dos meses.

TODO ESTÁ PERDIDO

“En tanto el nivel del agua subía rápidament­e, tomamos apenas un poco de ropa para el bebé y nos refugiamos en la terraza del primer piso de la casa de un vecino”, relata.

“Todo está perdido. ¡Todo! No tenemos dinero siquiera para volver a nuestro barrio”, se lamenta Rasitha.

Al igual que esta mujer, unas 725.000 personas están albergadas en refugios improvisad­os en Kerala.

Las autoridade­s estiman que los daños materiales ascienden a 3.000 millones de dólares, cantidad que probableme­nte aumentará según se determine la magnitud de la destrucció­n.

No nos aguantamos nuestro propio olor, lo perdimos todo,

Rasitha Sojith.

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EN ALUVA, UNA PEQUEÑA CIUDAD del estado de Kerala (India), los vecinos y cuerpos de rescate han tenido que trabajar en unión para sacar de las casas a los enfermos en sus propias camas.

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