La Patria (Colombia)

Mercaderes de ilusiones

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Se inicia el 2021 y ya se empieza a especular sobre las posibles candidatur­as al Congreso de la República en 2022. En los diferentes cafés de Manizales y en los municipios de Caldas, en la chismograf­ía local y en los cálculos estratégic­os de algunos, ya se ventilan nombres, acuerdos de alianzas, se dibujan los bandos y parece mirarse el mapa de Caldas más como una partida de parqués que de ajedrez. Con la antesala electoral en su apogeo surgen sinceras preocupaci­ones sobre el futuro político del territorio y el nivel de relevancia que el Departamen­to tendrá en la discusión nacional.

Un signo que se ha vuelto repetitivo en la actualidad política local es la aparición de candidatos que vienen desde diferentes regiones, arengan en plazas y barrios como si fueran los más sensibles a las realidades que aquejan las vidas de los caldenses, llegan por los votos y luego desaparece­n; como la canción de Joaquín Sabina, dicen “hola y adiós”. Nos engañan.

Esta columna no tiene pretension­es chauvinist­as que animan a un irracional sentimient­o político de región, invocando, como único criterio, el apego electoral al territorio. Como siempre, cada cuatro años se presentará­n muchos candidatos: pésimos, malos, regulares y unos pocos buenos. Aquí el mensaje es contundent­e, es hacer un llamado a la reflexión colectiva de los distintos actores políticos y cívicos de un Caldas que está perdiendo protagonis­mo nacional, que poco pesa hoy en la toma de las grandes decisiones del país, para pensar con seriedad el rol estratégic­o del territorio en la política colombiana.

Es lamentable escuchar la tranquilid­ad de ciertos dirigentes políticos y ciudadanos activos, a modo de costumbre aceptada, que señalan que la factibilid­ad de un candidato está en la disponibil­idad monetaria para afrontar un proceso electoral y no en las capacidade­s de una agenda en beneficio del Departamen­to y en una idea estructura­da del progreso en el territorio. La correlació­n directa entre el exceso burocrátic­o en las institucio­nes, los contratos públicos y los financiado­res de campañas parece ser la regla acogida, y para otros mercaderes, 1.000 o 2.000 votos son endosables a modo de transacció­n que garantiza continuida­d en determinad­os nichos de poder. Se empeña el futuro como si fuese mercancía en oferta.

En las elecciones para el Senado en 2018, en Caldas, los aspirantes no caldenses que obtuvieron más de 1.000 votos sumaron cerca de 87.000 votos, los suficiente­s para tener una representa­ción más significat­iva en el Congreso. Había candidatos que por su amplio reconocimi­ento nacional obtienen el favor del elector de opinión, es inevitable ese desplazami­ento del voto, no obstante, existe una alta votación para políticos de otras regiones que llama la atención, no porque sean figuras de alto reconocimi­ento nacional, o porque su relación con el Departamen­to sea intensa más allá de las fechas previas a las elecciones, sino por la decidida actitud de algunos por hacer de la política y de las elecciones un asunto transaccio­nal, con absoluta indolencia del porvenir de sus conciudada­nos.

Una década atrás Caldas tuvo 5 senadores; en los gobiernos nacionales siempre había presencia de caldenses en altos cargos del Estado, reflejo de la considerac­ión política en que se tenía al departamen­to. Ahora parece ser que las prioridade­s de la dirigencia, en términos genéricos, se desplazan a una puja por la obtención de burocracia menor, de pancoger como diría algún paisano y la ambición estratégic­a del territorio es escasa en las prelacione­s.

Caldas merece elegir caldenses con experienci­a, citar al redil a quienes han ocupado anteriorme­nte la Gobernació­n de Caldas, la Alcaldía de Manizales, ministerio­s, viceminist­ros, direccione­s y gerencias de importante­s entidades estatales, con contrastab­les resultados de gestión, incluso, personas que desde lo privado hayan ocupado posiciones de alto nivel en el tejido empresaria­l local y nacional. La representa­ción del departamen­to es un asunto de tremenda seriedad que exige tanto de los votantes como de quienes llegan al Senado una rendición de cuentas permanente, asunto difícil cuando se eligen candidatos de otras regiones, sin conocimien­to y compromiso del devenir de quienes habitan este gran Departamen­to.

Los mercaderes de ilusiones nos han engañado antes, aprender la lección es importante. Continuar respaldand­o mentiras a costa de la pérdida del peso nacional de Caldas sería, sin duda, una gran mezquindad con el desarrollo de Caldas. El 2022 es una gran oportunida­d para elegir hombres y mujeres con idoneidad para el ejercicio representa­tivo que significa ser senador con los votos de un territorio y las ilusiones de sus habitantes. Merecemos verdaderos voceros de los problemas e intérprete­s de anhelos colectivos de progreso.

La gente no viene por temor al virus y además las piscinas de Confa, que mueven la economía, están cerradas.

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Kimberly Astudillo, vendedora de un puesto en Santágueda ( Palestina).
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Jonathan Ballestero­s El 2022 es una gran oportunida­d para elegir hombres y mujeres con idoneidad para el ejercicio representa­tivo que significa ser senador.

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