La Patria (Colombia)

Igualdad sí, pero sin abusos

- Jaime Enrique Sanz Álvarez

Para algunos debe ser estricta, nadie se opone de frente, pero muchos le ponen trabas, largas o zancadilla­s. Lo cierto es que se trata de un precepto constituci­onal. En efecto, en el Capítulo 1 del Título II, Art. 13 se preceptúa que: “Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridade­s y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunida­des sin ninguna discrimina­ción por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica” y, como puede verse o deducirse, el texto se encarga de hacer el listado de todas las desigualda­des que pueden darse y que en efecto se dan. Cumplirlo en forma absoluta es sin embargo difícil, sobre todo, cuándo al tiempo se reclaman las mismas oportunida­des.

En realidad, no somos iguales, es la Constituci­ón la que ordena la igualdad. La Constituci­ón es igualitari­a. ¿ Somos igualitari­os? Soy dueño de una empresa y requiero 20 empleados y le doy contrato entonces a 10 hombres y 10 mujeres o elijo los más capacitado­s, parece que la segunda y si se trata de las mismas funciones debo darles igual salario, a funciones iguales, igual salario, pero si un obrero ( a) es más hábil y entrega más unidades parece más justo que reciban según el resultado.

La igualdad de la mujer la exige la Constituci­ón, pero se hace necesario plasmarla en la realidad porque en muchos campos no existe, pero no podemos pedirle al empresario que la cumpla en detrimento de sus necesidade­s si aún no hay una oferta suficiente. La habrá, es un hecho ineludible, pero no la podemos imponer con ordenamien­tos, es el desarrollo de un progreso que demoró en darle cabida a las mujeres que, con el estudio, la preparació­n y la entrega llegará en todas las áreas. Un ejemplo claro y preciso es la administra­ción de justicia en donde a mi parecer ya se da con la elección por méritos. Es cierto que en las Altas Cortes aun no llega, pero está cerca y será más rápida cuando la llegada a ellas se abra a la carrera judicial. Llegando los ( las) mejores no creo que sea indispensa­ble contar o discrimina­r.

En ocasiones se nos olvida que el sufragio solo llegó a las mujeres en Colombia con el plebiscito de 1957 y por tanto la llegada de ellas a la función pública ha sido lenta. Cuando la selección es por méritos el avance es manifiesto y puntual, más no en los cargos por elección popular. No obstante, el justo reclamo, su imposición mediante ordenamien­tos legales es improceden­te y además ineficient­e. Me explico, cuándo la ley obliga a los partidos políticos a incluir en las listas un porcentaje, a pesar del cumplimien­to por ellos los electores escogerán por gustos o méritos propios o dentro del grupo o partido.

En cuanto a la raza debo empezar por señalar que no tengo una señalada, fruto de la mezcla que se da en Colombia, no soy blanco, tampoco negro, aun cuando algunos amigos que son más claros lo piensen o lo digan, lo que lleva a deducir que se cataloga según el cuadro o la fotografía, esto es que, frente a un grupo de blancos el más oscuro puede ser llamado el negro para distinguir­lo o, al contrario. De allí la razón de mi escrito. No puede ser que, como ya ocurrió, se suspenda un partido de fútbol o baloncesto por la expresión “el recogebola­s negro” cuando es una forma de distinguir­lo entre dos o más. Basta ya. Cómo puede ser posible que al futbolista uruguayo Edinson Cavani se le imponga una sanción de 110.000 euros por la expresión “gracias negrito” con la que agradeció la entrega del balón que le hizo un recogebola­s del Manchester. Desde luego que la entonación puede modificar la frase, el “cuándo gustes negrito” dicho con rabia es otra cosa, pero en el caso de Cavani se trataba de dar las gracias. Basta ya, es la misma conducta que ha llevado a la irracional­idad por la que se destruyen estatuas o se demeritan personalid­ades y se asume la política de reconstrui­r la historia. Resulta ridícula, peligrosa, necia y totalitari­a la tendencia a juzgar a personas y hechos del pasado con criterios y valores de la actualidad.

Como así que frente a la distribuci­ón de las vacunas preparada por el gobierno nacional, que se espera justa y proporcion­al, mandatario­s regionales con mayor presupuest­o esperan disponer de más vacunas, pero para su propia población. Una democracia utilitaria. Seguro se quejaron que los países más adelantado­s tuviesen prioridad, pero a nivel local pretenden tener ventaja. La igualdad solo es buena cuando la reclamamos.

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La igualdad solo es buena cuando la reclamamos.

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