Los Llanos, “Place to live”
El NYT los califica como “52 places to love”, 52 lugares para amar. Sugestivo título. En el caso de los Llanos declaro bajo la gravedad de todas las emociones vividas en las muchas excursiones que he llevado a cabo a los departamentos del Meta, Arauca, Casanare y Vichada, que el título es apenas justo, Llanos para amar. La mayoría de los colombianos hemos nacido, vivido y moriremos ( ¿ será?) en los Andes, en las tres cordilleras. Muchos hemos tenido la fortuna de “bajar” al Llano y conocerlo. Y amarlo. A propósito, la pandemia no fue del todo estéril para la literatura. Vimos nacer a un nuevo novelista, el economista, exministro de hacienda y exdirector de Ecopetrol Juan Carlos Echeverri, que se lanzó al ruedo con una interesante novela, “opera prima” titulada: “En lugares más oscuros”, ambientada en los Llanos.
Se trata de dos hijos, modernos Telémacos, que van en busca de su padre. Vale la pena leerla, es bien interesante.
Son 240.000 kilómetros cuadrados, inmenso “pedazo” de la patria, cantado por José Gumilla, por José Eustasio Rivera y más cerca a nosotros, por Silvia Aponte, la más importante escritora de los Llanos
Orientales. Y también por el sabio Humboldt.
Poseen los Llanos algunas de las tierras más fértiles de Colombia, las del piedemonte, enriquecidas por los aluviones que bajan de la Cordillera Oriental. Este piedemonte en algunos lugares se prolonga hacia el interior del Llano. ¿ Y el resto del Llano, qué? No son tierras estériles como algunos avivatos lo creen, son ricas en bosques, en ríos, en lagunas, en flora y en fauna y poseedoras de una cultura ancestral y vigorosa.
Fueron muchos los viajeros y científicos extranjeros los que exploraron los Llanos y todos se maravillaron antes la grandiosidad del Nuevo Mundo. El más importante de estos viajeros ilustrados fue el sabio Humboldt, ( 1769- 1859) Friedrich Wilhelm Alexander von Humboldt, para ser más exactos. Los viajes que emprendió por nuestros Llanos, remontando el Orinoco los hizo acompañado por Amadeo Bonpland,
( 1773- 1858), llamado más exactamente( y más largamente) Aimé Jacques Alexandre Goujaud Bonpland. Los sabios llegaron a Cumaná, Venezuela y
de allí cayeron al Orinoco para un viaje que duró tres meses. Cinco años entre 1799 y 1804 estuvieron los sabios en Sur América. La grandeza de Humboldt se debe entre otros muchos factores a su doble mirada sobre el mundo: la del científico y la del poeta. Mientras recolectaba especímenes y los clasificaba no dejaba de admirar la grandiosidad de las sabanas del Llano, de la fauna, de la flora, de los amaneceres y de los atardeceres y de los raudales del Orinoco. Y esa admiración, tanto como sus descubrimientos científicos, quedaban plasmados en sus apuntes de viaje. Cumplía así el sabio con los postulados del hombre perfecto según Descartes: debe poseer dos espíritus, el de fineza y el de geometría. El de fineza para admirar y extasiarse ante el mundo como los poetas y el de geometría para mirar el mundo y sus cosas con la rigurosidad de los científicos. Nos cuenta Humboldt de las bandadas de garzas y corocoras que llenaban el cielo y tapaban la luz del sol. El sabio se maravillaba de las curiosas costumbres del Llano, costumbres como la que utilizaban los nativos para descargar a los peces temblones de su electricidad y así poder entrar a los ríos libres del tremendo peligro. Cuenta el sabio que los nativos donde había temblones echaban al agua caballos para que al revolverse en las aguas descargaran a los peces de su eléctrica furia. Los caballos resisten perfectamente los choques eléctricos de estos peces. Seguiremos con las experiencias del sabio en los Llanos.