Cinismo y desvergüenza
Señor director
La impresentable e injustificable absolución del nefasto Donald Trump en el Impeachment o juicio que le siguió el Senado de los Estados Unidos a instancias de la Cámara de Representantes de ese país, absolución propiciada por casi todos los senadores del Partido Republicano ( a excepción se siete de Ellos liderados por el excandidato presidencial Mitt Romney), deja en perfecta evidencia el gran cinismo y la desvergüenza de los políticos que, con contadas excepciones, allá y en cualquier país del mundo, aunque pregonan de dientes para afuera y a los cuatro vientos que les mueve el bienestar del país y su gente, lo que verdaderamente les importa es cuidar sus puestos de los que devengan innumerables gabelas y de los que abusan sin cortapisas. Tal actitud inmoral, cómplice y cobarde hasta la náusea, también ha sido costumbre por estos andurriales, pues no es sino ver cómo cada que se trata de hacerle juicio político a un ministro, saltan sus copartidarios a defender sus trapisondas con encontradas y peregrinas explicaciones. Por ello la moción de censura es simplemente rey de burlas en Colombia. Pero, volviendo a lo sucedido con Trump, evidentemente la corona de cinismo y desvergüenza la tiene ese genio del mal que es Mitch McConell, quien, con ese proceder maquiavélico que lo caracteriza, ha logrado, vez tras vez, salirse con la suya y salvar al payaso expresidente de responderle al país por sus conductas abiertamente criminales. En efecto,
McConell fue el artífice de evitar que prosperara el primer juicio por la llamada trama ucraniana y, ahora, con evidente malicia torpedeó lo que se imponía como un merecido castigo a quien abierta y conscientemente atacó y puso en riesgo la democracia norteamericana. Flaco favor, pues, le prestaron esos senadores a su país y ojalá se lo cobren los electores. Tuvieron en sus manos impedir que la pesadilla Trump volviera a las andadas y, pusilánimes en grado sumo, prefirieron cuidar sus puestos. Se han ganado el estar en la Historia Universal de la Infamia y el mundo y la democracia no olvidarán semejante felonía.
Atentamente, Óscar Villada Martínez