Qué irresponsabilidad!
Señor director:
Todo parece indicar que la ignorancia puede más que la razón, que los impulsos enceguecen la consciencia y obnubilan el buen actuar. La palabra de moda que ha permeado todos los estratos sociales, culturales y económicos es coronavirus.
Es un vocablo universal que si no sabemos su significado, sí somos sabedores de sus efectos en la salud. No se entiende cómo hay personas que teniendo buen uso de razón, se desplacen por las vías de la ciudad simplemente por callejear, por quemar tiempo, porque se aburren en las casas, son jubilados, desempleados, no tienen nada qué hacer o simplemente son callejeros de profesión.
No se entiende cómo personas de todas las edades desafían algo que está latente, que ha sido tan difundido y que no es un juego, porque cuando ponemos en riesgo nuestra salud, ya es algo muy serio y es para respetarlo. Andan sin tapabocas, o los usan mal como un adorno, que de adorno no tiene nada, se tosen encima de los demás y dialogan sin tomar las más mínimas precauciones, rumbean hasta el amanecer, ingieren licores y, algo más que por sentido común debemos evitar. ¿ Y qué decir de las ciclovías y otras actividades al aire libre en el Parque de la Mujer?
Si no usan tapabocas es fácil deducir que poco o nada se lavan sus manos o utilizan desinfecte, lo cual exige mayor disciplina y compromiso individual y social. Hay de todo en la feria de la irresponsabilidad, los bares y las llamadas cantinas todos los días y con mayor afluencia los fines de semana, están llenos consumiendo licor sin tapabocas y lo más increíble fumando rumbeando como si nada. Pareciera que no hay una consciencia social, una responsabilidad individual y colectiva frente a una amenaza que es real y no ficticia, aunque mucho de especulación también debe haber, pero con el escepticismo e incredulidad, no se le puede hacer frente a algo tan delicado. Hemos visto fallecer a muchos amigos y familiares que estaban relativamente sanos teniendo qué aceptar que estamos frente a algo muy serio y delicado. Qué lástima que la educación haya estado de espaldas como maestra insustituible e indesplazable que en vez de encerrar, debieron capacitar a universitarios, maestros y jóvenes de la Educación Media y con ellos haber organizado brigadas de difusión de las llamadas medidas de bioseguridad, pero se desperdiciaron esos recursos humanos valiosísimos y así haber justificado en parte, los salarios de unos y los cartones de otros que ahora están recibiendo como una farsa. Cuidémonos, no le echemos la culpa a nadie, seamos responsables y contribuyamos con despertar consciencia con el fin de evitar males mayores.
Elceario de J. Arias Aristizábal