La Patria (Colombia)

El santuario de palmas de Cocora

- Andrés Hurtado García

Habíamos comenzado por Cocora, uno de los sitios más visitados en Colombia por nacionales y extranjero­s. ¡ Y vaya si lo merece! La hermosura del valle, la majestuosi­dad de las palmas de cera y la belleza de las montañas que enmarcan el valle, presididas por Morrogacho, hacen de Cocora uno de los lugares más bellos de Colombia. Cocora es el santuario por excelencia de las palmas de cera, árbol nacional de Colombia. Tan bello es que sus palmeras fueron elegidas como portada de mi cuarto libro sobre los lugares más hermoso de Colombia, y que lancé con el sello de Villegas Editores del 11 de diciembre pasado y cuya edición está por acabarse en apenas 5 meses, por lo cual vamos para la segunda edición. El libro se titula “Paraísos de Colombia”. Cuando las neblinas invaden el valle de Cocora, fenómeno que ocurre con frecuencia, las palmeras y sus altos bosques adquieren una belleza fantasmal impresiona­nte.

Visitamos el restaurant­e que abrió Juan B. Jaramillo, un paisa visionario y emprendedo­r. El establecim­iento acaba de cumplir 29 años y es visita obligada por la belleza de la construcci­ón con materiales autóctonos como la guadua, por la excelencia de la comida y porque allí se escucha siempre música colombiana, bambucos, pasillos, valses… Música entrañable y evocadora. Juan B. ama la historia y regala a sus visitantes con interesant­es historias del valle y de la región de Salento. En compañía de Marino Toro Ospina, concejal de Salento, Juan B. se ha propuesto sembrar más y más palmas de cera asegurándo­les las condicione­s adecuadas de modo que al crecer y caer los frutos al suelo no los devoren las vacas. Marino es un experto en el mundo de la arriería, mundo que a los paisas nos llena de emoción porque nuestros padres o abuelos fueron arrieros, a mucha honra sí señor. La labor de Juan B. en Cocora es digna de toda admiración y agradecimi­ento.

Cocora no es el único lugar donde se admiran las palmas de cera del Quindío. De hecho, el sitio en el que el sabio Humboldt las admiró por primera vez fue en el camino de Toche, entre el Tolima y el Quindío, que fue el camino principal de Colombia durante la Conquista la Colonia y parte de la República. Este camino unía a Santafé con Quito y con Europa. Descendía de Santafé y caía a Honda para continuar por Ibagué y pasar cerca del volcán Machín para llegar a la vereda de Toche, donde el camino se empinaba para emprender el ascenso a la Cordillera Central y bajar a Salento, seguir a Filandia y empatar en Cartago con el que venía de Antioquia y seguía hacia el sur pasando por Buga, Cali, Popayán, Pasto y terminar en Quito. Estando en Honda los viajeros bajaban por el Magdalena hasta Cartagena y desde allí se embarcaban para España. En sentido inverso lo utilizaban los virreyes y funcionari­os de la Corona que venían desde España al Virreinato de la Nueva Granada.

Los bosques de palma de cera de Toche son de impresiona­nte belleza. Dicen que allí hay unos 900.000 árboles. Conozco muy bien esta zona pues he recorrido varias veces el camino que hicieron Humboldt, los científico­s, Bolívar, las huestes libertador­as y los contendien­tes de la Guerra de los Mil Días.

Salento, bello pueblo de entrada al valle de Cocora, es víctima de su fama y belleza. En esta Semana Santa entraron más de 1.000 vehículos por hora al perímetro urbano. La situación es ya insostenib­le. El mismo fenómeno ocurre en el pueblo más bello del Quindío y uno de los más hermosos de Colombia, Filandia.

Salento, bello pueblo de entrada al valle de Cocora, es víctima de su fama y belleza. En esta Semana Santa entraron más de 1.000 vehículos por hora al perímetro urbano. La situación es ya insostenib­le.

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