¿ Encerrona política o criminal?
Catalina Botero- Marino @ cboteromarino
La crisis política, social, económica, delincuencial y humana que vivimos en Colombia, empeora cada día. Nada puede cambiar nuestra situación de país paria. Todos los días las noticias son peores; si a esto agregamos la desinformación de los medios de comunicación, la realidad es desoladora.
Los últimos acontecimientos son una vergüenza que le importa a pocos, pero nos afecta a todos; incluidos los que se benefician con el caos y la violencia. Hemos llegado a límites cercanos a la anarquía. La esperanza de cambio es poca; la violencia arrecia, produce desolación, arrasa todo, en un país lleno de personas que hacen del terror un modo de vivir y de la muerte violenta una frivolidad. Agreguemos el desgreño administrativo, los desfalcos públicos, los manejos asquerosos de la economía por muchos conglomerados empresariales, el despilfarro, la trampa y el delito como elementos protagónicos de nuestro día a día; así tendremos una imagen de dolor y de vergüenza.
Comenzamos con un gobierno, que tiene como presidente a un fanfarrón inútil, un tipo que vive en un mundo paralelo inexistente, desde el cual maneja nuestro rumbo con improvisación, falta de experiencia y carácter, mantenido por el respaldo que recibe de esas élites corruptas e hipócritas que lo rodean, que tienen a Colombia como un feudo, un latifundio, donde lo que tenemos gobernándonos, es un mayordomo incapaz de manejar los destinos de una nación.
Tenemos una clase dirigente que es en su mayoría, con excepciones, un grupo de inescrupulosos y manipuladores del poder, para hacer lo que quieran con lo que siendo de todos, creen que es de ellos, sin que sean denunciados, investigados, judicializados y castigados, por las trampas y malbaratar o apoderarse de los recursos públicos, solo porque no hay quien los vigile; familias que se creen dueñas del país, sin serlo, pero usufructuándolo con deshonestidad y cinismo.
El caso de Otoniel, el horroroso criminal que se entregó, presentado como atrapado, ha sido el último escándalo, con el que quieren demostrar justicia, cuando están evitando que se juzgue aquí, porque tenía mucho qué contar y bastantes personajes que podía delatar, diciendo la verdad, para que después de sancionado, fuese enviado a USA, por los delitos que le imputan allá. No, sus declaraciones comenzaron a poner nerviosos a los clanes del poder y entonces hicieron una extradición rápida, con la que evitaron que contara la verdad a Colombia y a sus víctimas.
Por eso nadie responderá, porque el costo político y judicial que tiene ese engaño disfrazado de justicia, está amparado con el más despreciable cinismo en el manejo de los intereses de la Nación. Esperemos que desde su celda, tenga la valentía para contar la verdad, que los organismos, actúen con celeridad y eficiencia, para no dejar todo en la impunidad absoluta.
Un canal de televisión, de un conglomerado poderoso con informadores serviles en el manejo de la noticia, hacen un programa el domingo con tres de los candidatos. El tema era mucho más importante que la chatarra de los “desafíos súper humanos” de gente con mucho músculo y poco cerebro.
El tema era importante; los analistas expertos en temas ambientales. Las preguntas claras, si consideramos el deterioro de nuestras reservas por unos deforestadores sin escrúpulos, que siembran palma, coca y hacen ganadería expansiva, causando desolación y deteriorando nuestra naturaleza.
Rodolfo sabe que es con el “permiso” de la institucionalidad, pero no tiene soluciones, porque él hace parte del grupo que critica. Fajardo quiere repetir en Colombia los desastres que causó en Antioquia, olvidando Hidroituango, como cosa poco importante. El ñero Fico, un absoluto ignorante, no conoce la problemática, se guía para sus malas respuestas con el libreto que le envían por mensajes, olvidando que fue un mal alcalde, con nexos no negados con los delincuentes que hay en la “oficina”.
Una vergüenza política. Una afrenta a los colombianos que quieren soluciones y no promesas incumplidas, salidas de mentes superficiales, que no tienen el contexto de país en la cabeza. Estamos ante la política compradora de votos, manipuladora de conciencias, jugada desde los sitios de poder que tienen los que los apoyan, para infortunio de una nación que no merece esa suerte.
No podemos desaprovechar la oportunidad de cambiar en las próximas elecciones, no votando por lo peor que tenemos como representación de nuestra sociedad.