Muere un hombre de fe
El 29 de octubre es la beatificación. El proceso se inició hace dos décadas. Testimonio de quien ahora fallece fue clave. Testimonio.
Un comunicado emitido por la Dirección General de la Congregación Hermanitas de la Anunciación, conocido en horas de la mañana del pasado domingo, anuncia que en la noche del pasado sábado, día de Nuestra Señora de las Mercedes, se recibió la noticia del fallecimiento de Sebastián Vásquez, de parte de su madre.
“Hay designios de Dios que no entendemos, pero tenemos la certeza de que se encuentra gozando de la presencia de Dios y de la Madre Berenice. Nos reunimos en oración por su familia”, concluye la publicación.
El milagro y la historia
La religiosa colombiana María Berenice Duque Hencker, fundadora de las Hermanitas de la Anunciación, fue beatificada tras la curación por su intercesión de un adolescente que se llamaba Sebastián Vásquez y era natural de Medellín.
En el diario El Tiempo este joven de 34 años relató así esta curación: “Yo he estado tres veces muerto clínicamente, dos veces en estado de coma, a los 9 años me mandaron a morir a la casa, me dieron tres meses de vida, desahuciado. Los médicos no se explican por qué estoy caminando si no hay sensibilidad, no hay posibilidad de que estuviera caminando, científica tampoco, pero la fe siempre lo ha podido todo y hasta el momento sigo aquí”, afirmaba Sebastián, que únicamente necesita un bastón para ayudarse al caminar.
De este modo, recordaba: “La conexión con la hermana María Berenice se dio porque yo terminé de estudiar, en silla de ruedas, y mi caso lo empezaron a comentar mucho por todo Medellín. Me regalaron una estampita y un vitralito de la hermana María Berenice”.
Hasta los 7 años, Sebastián Vásquez vivió lo que se puede denominar como una infancia normal. Pero poco a poco se fue alterando su sistema digestivo, el cardíaco, el urinario y parte del hepático, lo que le produjo una paraplejia.
Estos hechos –cuenta el protagonista del milagro- le provocaron que empezara a marearse “continuamente, todo lo que comía lo vomitaba…” A partir de entonces las hospitalizaciones fueron una rutina más de su vida y acabó bachillerato ya en silla de ruedas.
“Yo estaba discapacitado, y durante todo ese tiempo, no podía comer nada por la boca, pero la fe siempre la tuve, la he mantenido ahí”, insistía.
En su billetera todavía guardaba plastificada la estampita de esta monja colombiana que le dio una profesora, diciéndole que le rezara a ella para que se obrase el milagro de su curación.
La historia
“Todos los días sacaba la oración y le decía las sencillas palabras: “Dios Padre, Dios
Hijo, Dios Espíritu Santo, si la vida y caridad de nuestra sierva Madre María Berenice os fue aceptada y grata atended a nuestra presente necesidad”, recordaba.
Y entonces se produjo el milagro. Estando en su casa, cansado y a punto de irse a la cama, se retiró de donde veía televisión con su familia a su habitación, sobre la silla de ruedas. Sebastián Vázquez cuenta que escuchó el nombre de la nueva beata muy fuerte y claro “Madre María Berenice Duque”, momento en el que decidió ir por la oración que le habían regalado.
“En ese momento vi cuando del cielorraso, de la habitación mía, se desprendieron dos destellos de luz y cada uno se posó uno en el hombro derecho y otro en el izquierdo y se quedaron ahí fijas, como los hilos de un títere. De un momento a otro -yo estaba sentado en la silla de ruedas- sin ninguna razón sentí un impulso que me jaló y eran los dos halos de luz, fijos y fuertes, y me jalaron y estaba de pie, pero yo no me explicaba por qué”, añadía sobre aquel momento.
Uno de sus hermanos lo vio de pie, y luego, llamó a su padre, quien le recomendó rezar en ese momento: “Yo cerré los ojos y con mis ojos cerrados le dije: Señor, gracias. Si es tu voluntad, dales vida a mis piernas y salud a mi cuerpo y si no, déjame aquí, así como estoy, que hasta el momento he sido muy feliz y lo seguiré siendo. Y con mis ojos cerrados y sin darme cuenta, en ese momento di cuatro pasos hacia mi papá y nos abrazamos, caímos los dos al suelo, arrodillados”.
Como en otras ocasiones, los médicos no daban crédito a que el joven al que le habían dado tres meses de vida ahora pudiese andar.
“Siento una gran alegría, no tengo palabras… saber que ella va a ser la otra próxima santa colombiana, después de la madre Laura y que la he podido hacer y alcanzar estos logros con la fe y el amor a Dios”, recordaba en esa ocasión.