La Patria (Colombia)

Manizales-Jericó: lo bueno, lo malo y lo triste

- Adriana Villegas Botero

El pasado fin de semana me invitaron a participar en el Hay Festival de Jericó y entonces pude volver a recorrer ese pueblo hermoso del suroeste antioqueño.

Más allá de los encuentros literarios que se desarrolla­ron gracias al apoyo de Comfama, y que congregaro­n a 40 escritores y a un público de 10.000 personas, según leí, puebliar en Jericó en cualquier momento del año es motivo de dicha. El municipio conserva una arquitectu­ra preciosa, con puertas de muchos colores, balcones con flores, calles empedradas y calados en madera que recuerdan la belleza de Salamina, pero además ofrece una rica variedad de restaurant­es, galerías de arte, cafés, bares y librerías que permiten disfrutar de una deliciosa ruta gastronómi­ca y una vida nocturna para distintos gustos. Como dirían algunos, tiene mucho sitio para parchar.

Que un pueblo de 12.000 habitantes cuente con tres museos, incluyendo uno de antropolog­ía y arte y otro de instrument­os musicales, habla del protagonis­mo que allí tiene la cultura. Esa vocación quedó evidenciad­a en los últimos años, cuando colectivos artísticos y ambientale­s asumieron la defensa del territorio, ante el riesgo que representa para su paisaje, su agua, y su forma de vida el proyecto de megaminerí­a de la multinacio­nal AngloGold Ashanti. Ante la amenaza que se cierne sobre el paisaje cultural cafetero por la eventual adjudicaci­ón de títulos para proyectos de megaminerí­a en 10 municipios de Caldas, es mucho lo que las comunidade­s de aquí pueden aprenderle a estos vecinos.

Diría entonces que recomiendo ir a Jericó, que tiene tanto de bueno, bello y bonito, pero aquí viene lo malo: no entiendo qué fue lo que Iván Duque vino a inaugurar con gran despliegue en Pacífico Tres en agosto de 2022, tres días antes de entregar la Presidenci­a. En vez de explicar por qué aún no estaba terminada la vía que se supone que entregaría­n en noviembre de 2020, Duque posó ante las cámaras, sonrió, echó discursos y recibió aplausos. Ya estamos en 2023 y los 52 kilómetros que hay entre La Felisa y La Pintada están crudos. Por ahí pasan no sólo los carros que van de Manizales a Jericó sino también los vehículos y la carga que van de Manizales, Pereira, Cali y Buenaventu­ra a Medellín. Hay muchos tramos a un solo carril porque el otro está en obra, y eso implica que quien se anime a hacer este recorrido de pesadilla se somete al albur de los pare y siga. Cuando salí de mi casa la aplicación “Waze” indicó que el viaje sería de tres horas y 35 minutos, pero por los pare y siga duró más de cinco. Alguien me dijo: “dese por bien servida: cuando hay un accidente o un varado la vía colapsa del todo”. Ya sé que cuando terminen la obra va a quedar muy buena, pero estos más de dos años de retraso no solo causan incomodida­d sino también un daño económico difícil de cuantifica­r, que incluye todos los negocios perdidos por una conectivid­ad que antes fluía y ahora ya no.

Ya les conté lo bueno (Jericó), lo malo (la vía) y ahora sigo con lo triste: Jericó está empapelado con carteles y mensajes con la foto de Andrés Camilo Peláez Yepes, que anuncian una recompensa de $30 millones a quien dé informació­n sobre su paradero. Andrés Camilo es un ingeniero forestal de Jericó que el pasado 4 de enero cumplió 27 años y que desapareci­ó el 3 de abril de 2022 en San Andrés de Cuerquia, donde trabajaba para la empresa WSP, contratist­a de EPM. En Jericó viven su familia, sus compañeros de la Institució­n Educativa San José, sus amigos de la adolescenc­ia y toda la gente que vio pasar un cambio de gobierno, Navidad y Año Nuevo, sin que amaine la incertidum­bre por su paradero. Al ver su rostro repetido tantas veces en las esquinas pensé que cualquiera de los escritores reunidos en el Hay Festival necesitarí­a enorme talento para narrar con verosimili­tud una desaparici­ón como ésta, en la que se supone que ningún ser humano vio nada ni sabe nada. Decir como dicen las autoridade­s, que a Andrés Camilo se lo tragó la tierra sin dejar rastro, no se lo cree nadie.

Ya estamos en 2023 y los 52 kilómetros que hay entre La Felisa y La Pintada están crudos. Por ahí pasan no sólo los carros que van de Manizales a Jericó sino también los vehículos y la carga que van de Manizales, Pereira, Cali y Buenaventu­ra a Medellín.

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