La Patria (Colombia)

¡Lo es, y siempre lo será!

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Señor director:

Se cumplieron dos años de un hecho luctuoso.

Y a pesar de serlo, hay muchos que están celebrándo­lo como un acontecimi­ento feliz, como algo que merece ser recordado con vítores y palmas. El 21 de febrero de 2022, en efecto, se publicó la sentencia 055, Causa Justa, - ¡qué ironía!- con la que la Corte Constituci­onal afirmaba el “derecho” que las mujeres colombiana­s tenían de asesinar o permitir que asesinaran a sus propios hijos no nacidos. Y, sí, de palmas y de vítores están llenos los renglones del artículo que en El Tiempo publicó doña Marta Royo. Claro, no hay de qué extrañarse: ella es la directora ejecutiva de la mayor empresa criminal de infanticid­ios que hay en Colombia, que se llama Profamilia. Hay en esa publicació­n aseveracio­nes realmente estrafalar­ias, en cuyo trasfondo campea una profunda inmoralida­d.

“Hace dos años, Colombia dio un paso histórico… en un camino cuya meta ha sido siempre la garantía de derechos… Ponderar los derechos de la mujer nos acerca cada vez más a esa sociedad…por la que tanto trabajamos…. Fue una buena decisión, Corte.” Y tiene la desfachate­z, esta dama, de ufanarse como de un gran logro por el hecho de que “el mismo balance da cuenta de un aumento del 18.7% en el número de abortos en los dos últimos años” Y para terminar, se atreve a decirnos cuál es el camino: “Es momento de avanzar y dejar atrás sesgos y posiciones anquilosad­as en el tiempo… Espero que Colombia siga caminando en esa vía…”

No, señora, las cosas no son así. Por más que los corifeos de la muerte continúen en su empeño de paliar la realidad con tramposos eufemismos; y por más que organismos prevaricad­ores y perversos, como nuestra constituci­onal, se arroguen el derecho de otorgarle patente de legalidad, el aborto, sea cual fuere el momento en que se practique, ¡es un crimen, es un asesinato, y siempre lo será! Y matar a un inocente ¡no es un derecho, y nunca lo será! “La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde su concepción… Desde el siglo primero la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado… Esta enseñanza…no ha cambiado…permanece invariable… La cooperació­n formal a un aborto constituye una falta grave… El derecho inalienabl­e de todo ser humano inocente a la vida, constituye un elemento constituti­vo de la sociedad civil y de su legislació­n…” (Catecismo de la Iglesia, 2270-2273) Ahí está, y en innumerabl­es documentos, la doctrina católica inmarcesib­le y luminosa.

No tenemos razón alguna para celebrar como un acontecimi­ento feliz la nefasta y criminal decisión con que hace dos años se le dio estatus de legalidad al asesinato de los niños. Es todo lo contrario. No hay derecho a que sigamos hablando dizque de la potencia mundial de la vida cuando permitimos y hasta celebramos que se instaure la cultura de la muerte, y la muerte de los más inocentes e inermes. Ese bebé que crece, en un proceso admirable y maravillos­o, en el seno materno, tiene tanto derecho como cualquiera de nosotros, a vivir y a ser amado. ¡No lo maten! Una y mil veces: ¡No al aborto, sí a la vida!

Mario García Isaza c.m.

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