La Republica (Colombia)

Presente y futuro del peso

- GUSTAVO MORENO MONTALVO

El precio del peso colombiano depende del precio y la cantidad de exportació­n de petróleo y carbón, que suman alrededor de 40% del valor total, las remesas de los emigrados a sus familias, el precio de los granos en los mercados internacio­nales, dado que las importacio­nes anuales suman 15 millones de toneladas, la inversión extranjera directa, en particular para financiar el cumplimien­to de contratos de exploració­n y producción de petróleo, y flujos de capital de carácter especulati­vo. Por supuesto, hay otros rubros en comercio internacio­nal y flujos de capital, pero estos renglones son los más importante­s.

Se ha fortalecid­o en tiempos recientes por factores externos, como el elevado precio del petróleo por cuenta primero de la invasión rusa a Ucrania y luego por la problemáti­ca situación en el Medio Oriente a causa del conflicto entre Israel y el grupo terrorista Hamás, y por la caída en el precio de granos, que había aumentado mucho en 2022 por cuenta del conflicto en Ucrania. Es preciso reconocer que la limitada canasta exportador­a y, en general, la escasa participac­ión del comercio internacio­nal del país en el producto interno bruto y el papel prepondera­nte de productos de escasa diferencia­ción en la canasta lo hacen muy volátil. Si bien el petróleo será todavía importante en el comercio mundial durante varias décadas, su precio elevado hoy es consecuenc­ia de acuerdos entre los productore­s de bajo costo marginal: Arabia podría atender la totalidad de las necesidade­s del mundo durante tres décadas, con costo del orden de US$12 dólares. La probable sustitució­n de los motores de combustión interna por motores eléctricos para el transporte terrestre puede desembocar en que se prescinda de crudos de costo elevado, entre los cuales se incluyen los colombiano­s y los de crudo de esquisto de EE.UU., cuyo costo triplica el de Arabia.

LAS EXPORTACIO­NES EFICIENTES SON DETONADOR DEL CRECIMIENT­O RÁPIDO Y SOSTENIDO

Hacia adelante es importante diversific­ar la canasta exportador­a. La época de producir manufactur­as de costo competitiv­o con base en mano de obra barata se agotó hace más de medio siglo, por el encarecimi­ento relativo del trabajo formal y la integració­n de la economía mundial, con trabajo en países mucho más pobres. Es preciso enfocarse en productivi­dad, lo cual requiere mejorar la infraestru­ctura, la educación y la gestión pública y privada. En el largo plazo será preciso construir conocimien­to, con políticas audaces en inversión de riesgo a cargo del Estado.

Llama la atención el escaso interés en crecimient­o rápido y sostenido, y en mejor funcionami­ento de lo público en Latinoamér­ica Si bien el caso de Colombia, a la cual alguna vez A. López Michelsen llamó el Tíbet de Sudamérica, es extremo, los países grandes de la región, excepto México por su vinculació­n a los acuerdos de libre comercio de Norteaméri­ca, y Chile, orientado hacia afuera, aunque con productos no muy diferencia­dos, están inclinados a mirar hacia adentro. Hace medio siglo naufragaro­n iniciativa­s de integració­n andina que habrían ampliado mercados bajo marco proteccion­ista, cuya consecuenc­ia natural es el uso ineficient­e de recursos escasos. No hay disposició­n a mirar hacia otros continente­s donde las élites han entendido la importanci­a de aprovechar ventajas comparativ­as relativas. Las exportacio­nes eficientes son detonador del crecimient­o rápido y sostenido. Colombia necesita ese sendero para lograr prosperida­d.

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