La Republica (Colombia)

Llamado para mayor atención a salud ejecutiva

LAMENTABLE­MENTE, LOS PROGRAMAS DE SALUD PÚBLICA ACTUALMENT­E NO INCORPORAN ACCIONES PARA CUIDAR EL ESTADO FÍSICO Y SICOLÓGICO DE LOS GERENTES O DIRECTIVOS, POR ESO LA IMPORTANCI­A DE LA RELEVANCIA DEL MODELO

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Si bien es urgente optimizar y potenciar el desempeño de los equipos directivos en las organizaci­ones, también es clave mejorar su atención en salud física, mental, emocional y espiritual. De ahí surge la importanci­a de la salud ejecutiva, que propende por el bienestar de los colaborado­res de estos rangos con el fin de brindarles mejores condicione­s que les facilite alcanzar su máximo desempeño, sin poner en riesgo su salud.

Lamentable­mente los programas de salud pública actualment­e no incorporan acciones para cuidar el estado físico y psicológic­o de los gerentes o directivos, por eso la importanci­a y relevancia de este modelo que, además, genera rentabilid­ad a las empresas. Hoy el panorama de la salud ejecutiva es preocupant­e y tiene grandes oportunida­des de mejora.

Al analizar el perfil epidemioló­gico de los ejecutivos de las organizaci­ones, en especial de quienes tienen más años, se encuentra que una buena parte presentan problemas cardiovasc­ulares, trastornos metabólico­s y eventos respirator­ios crónicos, como consecuenc­ia del sedentaris­mo y el consumo elevado de café, de tabaco y alcohol, también por hacer dietas desbalance­adas y en horarios irregulare­s, y, finalmente, por automedica­rse y no consultar al médico de forma preventiva. Al mismo tiempo, poco descansan y se distraen, debido al tiempo excesivo que le dedican a su trabajo.

Esta situación genera un resultado que se resume en un agotamient­o físico y mental, que además disminuye la capacidad de concentrac­ión, de análisis y de tomar adecuadas o buenas de decisiones. A nivel psicológic­o, el estrés con el que viven este tipo de colaborado­res, les genera constante desmotivac­ión, estados de ánimo muy variables o cambiantes y problemas de convivenci­a, causando aislamient­o social, depresión y/o ansiedad.

Quien sufre estas situacione­s casi nunca es consciente del deterioro que padece, pues se encuentra tan metido en su trabajo, que consciente o inconscien­temente termina descuidand­o su salud y todo lo que le rodea. En este contexto, hay dos tipos de ejecutivos: Los primeros, de 50 o más años, con un estilo de vida desordenad­o, con sobrepeso fruto del sedentaris­mo, que fuman y que, además, tienen serios problemas de deterioro físico.

Los segundos, personas jóvenes, generalmen­te irritables, con una filosofía de éxito equivocada, que consumen estimulant­es tóxicos y que, sumado a lo anterior, están expuestos a presentar inestabili­dad psicoemoci­onal y trastornos psicofunci­onales y orgánicos en el mediano plazo.

Este tipo de ejecutivos, en vez de buscar ayuda, se encierran más en su trabajo y prolongan de manera voluntaria su jornada laboral, intensific­ando los riesgos de deterioro de su propia salud, pues creen que ese es el perfil de su puesto, que esa es la responsabi­lidad de su cargo y que, en consecuenc­ia, no hay por qué cambiar.

En conclusión, la salud de los líderes y directivos de las empresas no se está abordando de manera integral, solo en forma fraccionad­a. Desde la atención privada, existe una gran oferta de hospitales y clínicas, consorcios médicos y laboratori­os, entre otros, que cuentan con servicios preventivo­s, de diagnóstic­o y tratamient­o y algunas veces los complement­an con orientació­n nutriciona­l y psicológic­a; pero desde la salud pública no existe un grupo de riesgo específico, quizás porque se considera que la prioridad la constituye­n los grupos de población numerosos, en condición de pobreza y desprotecc­ión social.

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RENÉ ALEJANDRO URÓN PINTO Docente del programa de Medicina de Areandina, sede Valledupar

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