Llamado para mayor atención a salud ejecutiva
LAMENTABLEMENTE, LOS PROGRAMAS DE SALUD PÚBLICA ACTUALMENTE NO INCORPORAN ACCIONES PARA CUIDAR EL ESTADO FÍSICO Y SICOLÓGICO DE LOS GERENTES O DIRECTIVOS, POR ESO LA IMPORTANCIA DE LA RELEVANCIA DEL MODELO
Si bien es urgente optimizar y potenciar el desempeño de los equipos directivos en las organizaciones, también es clave mejorar su atención en salud física, mental, emocional y espiritual. De ahí surge la importancia de la salud ejecutiva, que propende por el bienestar de los colaboradores de estos rangos con el fin de brindarles mejores condiciones que les facilite alcanzar su máximo desempeño, sin poner en riesgo su salud.
Lamentablemente los programas de salud pública actualmente no incorporan acciones para cuidar el estado físico y psicológico de los gerentes o directivos, por eso la importancia y relevancia de este modelo que, además, genera rentabilidad a las empresas. Hoy el panorama de la salud ejecutiva es preocupante y tiene grandes oportunidades de mejora.
Al analizar el perfil epidemiológico de los ejecutivos de las organizaciones, en especial de quienes tienen más años, se encuentra que una buena parte presentan problemas cardiovasculares, trastornos metabólicos y eventos respiratorios crónicos, como consecuencia del sedentarismo y el consumo elevado de café, de tabaco y alcohol, también por hacer dietas desbalanceadas y en horarios irregulares, y, finalmente, por automedicarse y no consultar al médico de forma preventiva. Al mismo tiempo, poco descansan y se distraen, debido al tiempo excesivo que le dedican a su trabajo.
Esta situación genera un resultado que se resume en un agotamiento físico y mental, que además disminuye la capacidad de concentración, de análisis y de tomar adecuadas o buenas de decisiones. A nivel psicológico, el estrés con el que viven este tipo de colaboradores, les genera constante desmotivación, estados de ánimo muy variables o cambiantes y problemas de convivencia, causando aislamiento social, depresión y/o ansiedad.
Quien sufre estas situaciones casi nunca es consciente del deterioro que padece, pues se encuentra tan metido en su trabajo, que consciente o inconscientemente termina descuidando su salud y todo lo que le rodea. En este contexto, hay dos tipos de ejecutivos: Los primeros, de 50 o más años, con un estilo de vida desordenado, con sobrepeso fruto del sedentarismo, que fuman y que, además, tienen serios problemas de deterioro físico.
Los segundos, personas jóvenes, generalmente irritables, con una filosofía de éxito equivocada, que consumen estimulantes tóxicos y que, sumado a lo anterior, están expuestos a presentar inestabilidad psicoemocional y trastornos psicofuncionales y orgánicos en el mediano plazo.
Este tipo de ejecutivos, en vez de buscar ayuda, se encierran más en su trabajo y prolongan de manera voluntaria su jornada laboral, intensificando los riesgos de deterioro de su propia salud, pues creen que ese es el perfil de su puesto, que esa es la responsabilidad de su cargo y que, en consecuencia, no hay por qué cambiar.
En conclusión, la salud de los líderes y directivos de las empresas no se está abordando de manera integral, solo en forma fraccionada. Desde la atención privada, existe una gran oferta de hospitales y clínicas, consorcios médicos y laboratorios, entre otros, que cuentan con servicios preventivos, de diagnóstico y tratamiento y algunas veces los complementan con orientación nutricional y psicológica; pero desde la salud pública no existe un grupo de riesgo específico, quizás porque se considera que la prioridad la constituyen los grupos de población numerosos, en condición de pobreza y desprotección social.