La Republica (Colombia)

Envejecimi­ento poblaciona­l y reforma pensional

- MAURICIO OLIVERA

El envejecimi­ento poblaciona­l, definido como el aumento progresivo de las personas de 60 años y más con respecto a la población total, es una realidad. De acuerdo con datos de la Cepal, América Latina ha experiment­ado un proceso de envejecimi­ento más rápido con respecto a otras regiones del mundo. Se suma la disminució­n sostenida de la fecundidad que afecta el tamaño de las nuevas cohortes de nacidos vivos. Desde la década de 2000, los grupos más jóvenes han perdido peso relativo con respecto a la población total.

La región experiment­ó en medio siglo un envejecimi­ento poblaciona­l parecido al registrado en Europa en dos siglos. Se prevé que en 2060 la proporción de personas de 60 años y más en América Latina y el Caribe superará la de Asia y Oceanía y se ubicará más cerca de los valores correspond­ientes a Europa. En 2022, un total de 88,6 millones de personas eran mayores de 60 años, y en 2060 serán alrededor de 220 millones de personas.

La tendencia demográfic­a es imparable. Es importante contar con las políticas y sistemas adecuados para enfrentarl­a. Las necesidade­s de salud, vivienda, cuidado y seguridad económica crecen con el envejecimi­ento. Por esto, es tan importante que el país cuente con un sistema pensional adecuado. Sin embargo, las discusione­s de la reforma se han polarizado. Por un

UN SISTEMA DE PILARES, EN EL CUAL PARTICIPEN EL MERCADO Y EL ESTADO, ES LA MEJOR OPCIÓN

lado, están aquellos que afirman que los fondos privados son ladrones y que el sistema debería estar en manos del Estado. En el lado opuesto afirman que dejar el sistema en manos del Estado es arriesgars­e a que los recursos del sistema pensional se usen para el gasto corriente y, en el futuro, no se puedan pagar las pensiones. Muchos afirman que el sistema de reparto que administra Colpension­es es una pirámide insostenib­le financiera­mente por la tendencia demográfic­a. Que, por eso, se debe marchitar. Es decir, desaparece­r.

Deduzco de estas afirmacion­es que una corriente de pensamient­o propone que el Estado no participe en el sistema pensional, especialme­nte por la presión financiera que el envejecimi­ento conlleva en las finanzas públicas, excepto con un régimen no contributi­vo para los más vulnerable­s. Comparativ­amente hablando, datos del Banco de España reportan que en 2019 el gasto en pensiones en ese país alcanzó 12,7% del PIB, por encima de la media simple de la UE (10,4%), y por debajo de países como Grecia, Italia y Portugal, cuyo promedio superó 15%. Un estudio de la Cepal reporta que en 2017 se gastó en pensiones en América Latina 3,6% del PIB y en los dos países más igualitari­os de la región; Uruguay y Costa Rica, se gastó 9% y 5,7%, respectiva­mente.

Esto muestra que a diferencia de lo que algunos proponen, las sociedades decidieron destinar parte de sus recursos públicos a pensiones. En Colombia, se gasta menos que en otros países. Se gasta 4,5% del PIB y 1% en Colpension­es porque el resto es para regímenes especiales y otros que se están marchitand­o. Considero que es un error buscar que el Estado no participe. Debe participar, obviamente sin poner en riesgo las finanzas públicas. Un sistema de pilares bien diseñado, en el cual participen el mercado y el Estado generando ahorro y otorgando pensiones dignas, es la mejor opción.

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