Portafolio

Más allá de una buena imagen.

- Jaime Arteaga Director, de Jaime Arteaga y Asociados

La reputación va de la mano con la responsabi­lidad social corporativ­a y se convierte en un activo que no solo le pertenece a la empresa sino a la sociedad.

No hay reputación sin responsabi­lidad. Construirl­a pasa por reflexiona­r acerca de la forma en que la compañía se comporta como un activo de la sociedad para la cual trabaja. Desafortun­adamente, no siempre es una conversaci­ón fácil de sostener, puesto que puede significar renunciar a los atajos que ofrece la creación de una imagen a partir de la comunicaci­ón o las relaciones públicas. Se trata de un diálogo que va más allá de la filantropí­a o los patrocinio­s no comerciale­s e involucra los principios fundamenta­les que gobiernan todas las áreas de la empresa, siempre teniendo en cuenta que es un activo que no solo les pertenece a los accionista­s, sino a la sociedad. La tensión fundamenta­l está basada entre la necesidad de crecimient­o de la compañía y las líneas éticas que pueden cruzarse por alcanzar las metas comerciale­s y de ingresos. Por un lado, ninguna organizaci­ón puede gozar de buena reputación si no es exitosa en su oficio, y, por otro, el que hacer comercial y financiero está lleno de tentacione­s para quienes asumen la responsabi­lidad de incrementa­r las entradas. Por eso, siempre que se proponen grandes saltos en los presupuest­os de ventas o de rentabilid­ad, este mandato debe estar acompañado de una estructura de cumplimien­to robusta, que subordine el objetivo inmediato de ingresos a la obligación de mantener una buena reputación a largo plazo. No son pocos los casos de empresas que han visto a prueba su buena reputación, debido a la presión del gobierno de la organizaci­ón de crecer a grandes pasos: los ejemplos de corrupción en los negocios privados están asociados generalmen­te a exigencias de crecimient­o que no son proporcion­ales a las tendencias históricas de la empresa.

De esta manera, mientras el crecimient­o es una variable clave de éxito para las organizaci­ones (lo que representa buena reputación frente al mercado), cuando se crece de forma irresponsa­ble hay una alta exposición al deterioro de los productos y servicios prestados. Cuando el aumento de las ventas no se ha gestionado con responsabi­lidad, la pérdida de la calidad de los productos y servicios provistos

Muchas empresas han visto a prueba su buena reputación, debido a la presión que ejerce el gobierno de la organizaci­ón para crecer a grandes pasos.

por la compañía termina desmejoran­do la reputación, con impactos inmediatos en la recompra.

Asimismo, en las áreas financiera y comercial, la de gestión del talento humano implica un gran compromiso a la luz de la reputación. Atrás ha quedado la época en la que las organizaci­ones se limitaban a ofrecer puestos de trabajo dignos, incluso privilegia­dos, para cumplir con su responsabi­lidad. Hoy, se están planteando nuevas reglas en las que se les exigen acciones afirmativa­s de equidad de género y hacerse realmente inclusivas para aprovechar las oportunida­des de innovación que da la diversidad (étnica, de orientació­n sexual, de capacidade­s, entre otros). De la misma forma en que han aparecido nuevas condicione­s para poder ser considerad­as responsabl­es en su gestión humana, los mercados tienen cada vez más en cuenta el cumplimien­to de estos estándares al momento de responder frente a una oferta nueva: el trato de la propia gente les ofrece a los clientes una idea de la calidad de los productos que están recibiendo.

Finalmente está la responsabi­lidad con el entorno, que, aunque incluye la inversión en responsabi­lidad social, patrocinio­s no comerciale­s y esfuerzos de protección por el medioambie­nte, debe estar asociada a toda la función social del negocio. La existencia misma de la empresa solo se explica en la medida en que su propósito sea prestar un servicio a la sociedad en la que opera: no se trata de vender celulares, sino de conectar a la gente; ofrecer servicios bancarios, sino de dar oportunida­des de crecimient­o; de realizar consultorí­a, sino de hacer mejores organizaci­ones.

La responsabi­lidad y la reputación, aunque diferentes, siempre van de la mano, pues ambas dependen de una línea ética que oriente todas sus acciones en lo operativo, funcional y misional. Tal como se expresó Lord Lever: “Nada puede ser más grande que una empresa que es gobernada por la conciencia”.

En nombre de todo el equipo de Jaime Arteaga & Asociados y como representa­ntes de Merco en Colombia, agradezco a las compañías que, por cinco años, nos brindaron toda su colaboraci­ón y depositaro­n su confianza en nosotros. Seguiremos trabajando por el fortalecim­iento de la reputación de las organizaci­ones en el país.

En las áreas financiera y comercial, la de gestión del talento humano implica un gran compromiso a la luz de la reputación.

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