TRES GRANDES, a la espera de sus elecciones
Colombia, México y Brasil eligen este año a sus nuevos gobiernos, quienes deberán consolidar el crecimiento y defender los avances contra la pobreza.
Brasil sale de una recesión de dos años; México saca provecho del buen momento de Estados Unidos, y Colombia, tras resistir el choque externo, parece recuperarse de la desaceleración. Como las cosas parecen andar, podrían cambiar el manejo de sus economías.
Así podría ocurrir este año con las escogencias de nuevos gobiernos en tres de las cuatro mayores economías de América Latina. En estas, pese al actual rumbo de recuperación, se podría optar por experimentos que, de ser ele-
gidos en las urnas, deberían consolidar el crecimiento y defender los avances de casi una década contra la pobreza.
Tras los golpes sufridos por las caídas de los precios en las materias primas, el retorno de un mejor crecimiento parece ser un hecho, pero surge la preocupación por las tentaciones populistas que se sienten en diversas promesas de candidatos a las presidencias, y que podrían interrumpir ese rumbo.
“La incertidumbre que ronda el ciclo electoral en curso, especialmente en Brasil, México y Colombia, podría frenar en el 2018 mejoras de crédito adicionales”, dice la agencia Fitch en un reciente informe sobre los perfiles de crédito de las empresas privadas de la región.
Sin embargo, hay algo que puede moderar la seducción de los nuevos gobernantes a gastar más: como le dijo a El Tiempo el economista jefe del Banco Mundial para la región, Carlos Végh, si bien “las materias primas se han recuperado un poco”, están “muy lejos de la década de oro 2003-2013. El entorno es ligeramente favorable, pero el crecimiento no va a venir del entorno exterior”.
En ese sentido, el expresidente del Banco Central de Argentina José Luis Machinea afirmó a El País, de España, que el hecho de que los precios internacionales de las materias primas no vayan a alcanzar los valores del periodo de auge “hace que haya poco margen para llevar adelante políticas como las que hubo en algunos países de la región en aquel entonces. El riesgo está acotado”.
Actualmente, las tres grandes economías latinoamericanas que cambian de presidente enfrentan incertidumbres similares. Mientras Colombia espera haber tocado fondo en su desaceleración, con el crecimiento más débil en nueve años, igualmente aguarda recuperar el ritmo, aunque por ahora, de manera lenta. ¿El nuevo presidente bajará impuestos y seguirá aplazando cambios a las pensiones?, ¿permitirá un mayor déficit fiscal con el riesgo de que sus bonos de deuda se califiquen como ‘basura’ y termine pagando intereses más caros?
Por su lado, México mantiene el crecimiento, aún soportando los terremotos del año pasado, con un importante soporte de la fortaleza de su vecino, Estados Unidos. También lo hace con la incertidumbre de los caprichos de Donald Trump, que ya lo tiene renegociando, junto con Canadá, el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN).
Si Andrés Manuel López Obrador es elegido, su antipatía por las reformas estructurales y, especialmente, por la apertura energética, teniendo presente la histórica inversión extranjera en petróleo, ¿podrá echar atrás los cambios?, ¿cómo asumiría la renegociación del TLC?
En Brasil, con lo que Fitch llama “turbulencia política en marcha”, dicha agencia espera que el ciclo electoral, que va hasta octubre, “traiga una intensa volatilidad e incertidumbre al ambiente de negocios y a los mercados de crédito”. ¿Cuál será el rumbo de la suerte de Lula, que por ahora se acerca a un cruce de caminos entre la presidencia y la cárcel?, ¿se cancelaría el plan de reformas?, ¿sería probable modificar el régimen de pensiones?, ¿es posible seguir con la recuperación de las finanzas del Estado?
Hay, pues, dudas que mantienen ciertas inversiones en el congelador. Ante las inquietudes, en México algunos voceros de la campaña de
López Obrador han tratado de moderar el discurso de manera que no erosione la confianza.
Para el caso de Colombia, hay voces influyentes que no pierden la calma. Por ejemplo la agencia calificadora Fitch comenta: “No esperamos mayores cambios en el entramado macroeconómico del nuevo gobierno, sin importar quién gane”. Además agrega que el mayor reto para la nueva administración “será presentar el presupuesto del 2019, probando su compromiso de alcanzar los objetivos de la actual regla fiscal”.
Sin embargo, las otras dos grandes calificadoras no lucen tan tranquilas. Standard & Poor’s le bajó la nota a la deuda del país haciendo énfasis en el riesgo de que en el futuro se reduzcan ingresos y aumenten gastos, un mensaje que apunta al presidente que venga. Entra tanto, Moody’s mantuvo la nota, pero cambió la perspectiva de estable a negativa, aduciendo el riesgo de que el próximo gobierno tenga un mandato débil que le impida adoptar las medidas necesarias para preservar la fortaleza de las finanzas públicas.
Vendrá, luego, el ‘día después’, cuando cada una de estas naciones ya sepa quién es el nuevo presidente. Entonces, los planes de las compañías podrían retomarse. Mientras tanto, siguen quietos. Es lo normal en cualquier campaña, dice Végh.
Ricardo Anaya Cortés, José Antonio Meade y Andrés Manuel López Obrador, según las encuestas, son los tres principales candidatos que se disputarán la presidencia de México el próximo mes de julio.