ARGENTINA, otra vez en el Fondo
En momentos en los que se acababa de superar una recesión y se sentía la recuperación, el país gaucho vuelve a tocar las puertas del FMI, aunque esta vez la solicitud puede darse en condiciones muy distintas a las de otros episodios del pasado.
Tras los traumáticos hechos de diciembre del 2001, cuando Argentina dejó de pagar su deuda, hubo cinco presidentes en 13 días y unos 40 muertos en las calles; cinco años después, en el 2006, ese país completaba cuatro años con crecimientos de más de 8 por ciento. De la mano de los buenos precios de las materias primas de entonces, petróleo y soya, por ejemplo, Argentina logró obtener esas tasas de crecimiento durante varios años, aunque también ayudó que años atrás había tenido caídas de 10 por ciento.
Lo cierto es que, en el 2006, el gobierno de Néstor Kirchner, animado con esos ritmos de expansión, firmó un cheque de 9.600 millones de dólares y se lo entregó al Fondo Monetario Internacional (FMI); así, quedó a paz y salvo con esa institución, y le rogó el favor de no volverse a aparecer con sus observadores.
Doce años después, el país suramericano toca, con humildad, de nuevo las puertas del Fondo. Lo hace justamente en momentos en que acababa de superar una recesión y sentía una recuperación.
Tras la larga hegemonía familiar de los Kirchner, el presidente Mauricio Macri completa dos años y medio en el poder, en el que ha iniciado fuertes reformas que apuntan a que la apertura y el mercado recuperen relevancia. Durante el 2017, ese tipo de cambios se dio en medio de un entorno internacional más tranquilo; sin embargo, en el 2018 las situaciones se tiñen de mayor turbulencia, y los países más vulnerables, como Argentina, son los que sienten primero los efectos.
Los incrementos de las tasas de interés de Estados Unidos ya no son una simple expectativa, sino que se están materializando. Los bonos del Tesoro han rondado rentabilidades de 3 por ciento que no se veían desde el 2014 y es de esperar que capitales que están en otras partes del mundo se vayan para Estados Unidos. De donde salen primero es de las economías que se consideran más débiles o aún convalecientes.
Argentina es una de ellas, con una inflación de 23 por ciento, y la actual recuperación está aflojando. Los analistas
Las autoridades han afrontado la turbulencia con vigorosos incrementos de las tasas de interés y recorte de la inversión pública este año.
de Moody’s agregan, como parte de la debilidad estructural, una fuerte dependencia de los flujos de inversiones y el hecho de que los mercados financieros crediticios locales son pequeños.
Desde diciembre pasado, el dólar venía encareciéndose. Y este proceso tuvo impulso gracias a la decisión del Banco Central de aflojar en sus metas de inflación. Una primera consecuencia fue el aumento del riesgo país y, en la medida en que el dólar subía, hubo intervenciones del Emisor en defensa de la moneda. No obstante, el pasado 2 de mayo tuvo un salto de 3,4 por ciento y un día después, de 5 por ciento. En dos jornadas de negociación, se acumuló un aumento de 8,6 por ciento.
Las autoridades han afrontado la turbulencia con vigorosos incrementos de las tasas de interés y recorte de la inversión pública este año. Así mismo, el 8 de mayo, Macri anunció que pedirá un respaldo del FMI, a través de un cupo contingente. Se ha hablado de 30.000 millones de dólares. Son respuestas con las que se enfrenta la turbulencia financiera, pero que le pegarán seguramente al crecimiento económico.
Lo cierto es que el Fondo mueve en Argentina temores, supersticiones, odios... Muchos de los duros ajustes vividos en el pasado correspondían a condicionamientos de esa entidad. Sin embargo, el FMI no fue ajeno a los cambios de los organismos multilaterales que se precipitaron con la crisis mundial en los años 2008 y 2009. Quizás una de las razones para que el
En el 2006, el gobierno de Néstor Kirchner firmó un cheque de 9.600 millones de dólares y se lo entregó al FMI, para quedar a paz y salvo con dicho organismo.
Fondo tuviera esas transformaciones en la manera de aproximarse a quienes piden ayuda es que en la crisis de hace una década varios de los países en problemas eran del mundo desarrollado y, en particular, de la Unión Europea. Ahí estuvieron España, Grecia, Portugal e Italia. Tal vez ese hecho influyó para que el Fondo probara un tono distinto al conversar con las naciones en problemas.
Así, la expectativa es que haya, en efecto, un nuevo capítulo de diálogo entre Argentina y el FMI, muy distinto a otros episodios del pasado. Por ahora, todo está en veremos.