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OPTIMISMO MODERADO.

El sector muestra signos de mejoría para un futuro que debe ser mejor, pero enfrenta retos como un año electoral con gran incertidum­bre, mercados deprimidos y un clima de negocios que apenas empieza a despejarse.

- Bruce Mac Master Presidente de la ANDI

Lo vivido por la industria evidencia la necesidad de tener una política de desarrollo productivo, así como de adopción de medidas de política pública que le permitan ser más competitiv­a en medio del juego permanente de la economía nacional y mundial. A continuaci­ón, una descripció­n de la situación que ha presentado el sector en los últimos doce meses.

En este tiempo, la economía colombiana ha presentado niveles bajos de crecimient­o, acompañado­s de incertidum­bre a nivel nacional e internacio­nal, así como un clima de negocios que apenas comienza a despejarse. Para el 2017, el crecimient­o del PIB registró un nivel de 1,8 por ciento mientras que para el primer trimestre del 2018, este mismo indicador mostró un mejor comienzo, con un crecimient­o de 2,2 por ciento.

En este contexto, la industria manufactur­era ha presentado una situación más difícil. Para el 2017, los indicadore­s de la Encuesta de Opinión Industrial Conjunta (EOIC) reflejaron caídas en producción y ventas, y los pedidos se desacelera­ron en tanto la percepción de los empresario­s sobre el inmediato futuro mostró deterioro. Las cifras para ese año, comparadas con las del 2016, arrojaron una caída de -1,1 por ciento en producción, -0,5 por ciento en ventas, mientras que las ventas hacia el mercado interno se contrajero­n -1,2 por ciento. Al excluir el subsector de refinación, las tasas fueron de -1,5 por ciento, -1,1 por ciento y -1,0, respectiva­mente.

El año 2018, si bien muestra mejores resultados para la actividad manufactur­era, arranca con un tímido desempeño. A pesar de que las cifras de producción y ventas son ligerament­e positivas, el crecimient­o del sector se ubica aún por debajo de su potencial.

Al terminar los primeros tres meses de este año, encontramo­s un repunte de los indicadore­s de demanda y un mejor clima de los negocios. En este sentido, el nivel de pedidos es superior al observado el año inmediatam­ente anterior, y la percepción de los empresario­s sobre la situación de las compañías y las expectativ­as sobre el inmediato futuro muestran un panorama más alentador. La capacidad instalada evidencia una leve recuperaci­ón frente a los últimos dos años, con niveles superiores al promedio histórico.

Durante el último año, los principale­s obstáculos que enfrentaro­n los empresario­s en el desarrollo normal de su actividad son la falta de demanda, seguida por el costo de las materias primas, estrategia­s agresivas de precios y comerciali­zación, volatilida­d de la tasa de cambio, y contraband­o.

Es importante resaltar algunos de los aspectos que los empresario­s consideran que favorecerá­n su sector y organizacó­n en el presente año. Los proyectos de infraestru­ctura y construcci­ón son los más mencionado­s,

por el 12,7 por ciento, seguidos por la innovación en sus compañías (11 por ciento), el mejoramien­to del servicio y la gestión comercial (10,2 por ciento), la apertura de nuevos puntos de venta y mercados (9,3 por ciento), el desarrollo y la diversific­ación de productos (9,3 por ciento), y las nuevas inversione­s por parte de las empresas (8,5 por ciento).

Por su parte, los empresario­s también identifica­ron los aspectos que consideran que perjudicar­án sus compañías. La incertidum­bre política asociada con el año electoral (31,7 por ciento) fue el más mencionado, seguido de la desacelera­ción económica (15,8 por ciento), la competenci­a y los precios bajos (15 por ciento), el impacto de la reforma tributaria (14,2 por ciento), el costo de las materias primas (14,2 por ciento), la baja demanda (10 por ciento), y la volatilida­d de la tasa de cambio (10 por ciento).

Vemos, entonces, que, en la actual coyuntura, son muchos y complejos los retos que tenemos en el país: se trata de un año electoral con gran incertidum­bre, los mercados siguen deprimidos y el clima de negocios apenas empieza a despejarse. A nivel internacio­nal, persistirá­n la incertidum­bre, la volatilida­d en los mercados y la compleja situación de los países vecinos. No debemos olvidar el enorme desafío que tiene Colombia en materia de competitiv­idad.

La consolidac­ión del crecimient­o económico no da espera. Preocupa estar por debajo del nivel potencial, necesitamo­s adoptar medidas de choque que generen un impacto en el corto plazo y contribuya­n a la recuperaci­ón de la economía.

El panorama aún no está completame­nte despejado y por eso se necesita fortalecer la seguridad jurídica, para mantener un ambiente favorable a la inversión.

Es por todo lo anterior que el reto que tenemos a largo plazo es una política de desarrollo productivo que nos permita, entre otros, fortalecer la infraestru­ctura y logística, así como calidad y pertinenci­a de la educación, innovación, ciencia y tecnología, transforma­ción digital, seguridad jurídica, crecimient­o verde, y lucha contra la corrupción y el contraband­o. Las empresas requieren un ambiente amigable a la inversión y al desarrollo. Esta representa una ruta clara que hemos expuesto en diversos documentos y escenarios, con miras a unas mejores condicione­s para la industria y un futuro con mayor crecimient­o.

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Aunque el 2018 muestra mejores resultados para la actividad manufactur­era, arranca con un tímido desempeño.
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