OPTIMISMO MODERADO.
El sector muestra signos de mejoría para un futuro que debe ser mejor, pero enfrenta retos como un año electoral con gran incertidumbre, mercados deprimidos y un clima de negocios que apenas empieza a despejarse.
Lo vivido por la industria evidencia la necesidad de tener una política de desarrollo productivo, así como de adopción de medidas de política pública que le permitan ser más competitiva en medio del juego permanente de la economía nacional y mundial. A continuación, una descripción de la situación que ha presentado el sector en los últimos doce meses.
En este tiempo, la economía colombiana ha presentado niveles bajos de crecimiento, acompañados de incertidumbre a nivel nacional e internacional, así como un clima de negocios que apenas comienza a despejarse. Para el 2017, el crecimiento del PIB registró un nivel de 1,8 por ciento mientras que para el primer trimestre del 2018, este mismo indicador mostró un mejor comienzo, con un crecimiento de 2,2 por ciento.
En este contexto, la industria manufacturera ha presentado una situación más difícil. Para el 2017, los indicadores de la Encuesta de Opinión Industrial Conjunta (EOIC) reflejaron caídas en producción y ventas, y los pedidos se desaceleraron en tanto la percepción de los empresarios sobre el inmediato futuro mostró deterioro. Las cifras para ese año, comparadas con las del 2016, arrojaron una caída de -1,1 por ciento en producción, -0,5 por ciento en ventas, mientras que las ventas hacia el mercado interno se contrajeron -1,2 por ciento. Al excluir el subsector de refinación, las tasas fueron de -1,5 por ciento, -1,1 por ciento y -1,0, respectivamente.
El año 2018, si bien muestra mejores resultados para la actividad manufacturera, arranca con un tímido desempeño. A pesar de que las cifras de producción y ventas son ligeramente positivas, el crecimiento del sector se ubica aún por debajo de su potencial.
Al terminar los primeros tres meses de este año, encontramos un repunte de los indicadores de demanda y un mejor clima de los negocios. En este sentido, el nivel de pedidos es superior al observado el año inmediatamente anterior, y la percepción de los empresarios sobre la situación de las compañías y las expectativas sobre el inmediato futuro muestran un panorama más alentador. La capacidad instalada evidencia una leve recuperación frente a los últimos dos años, con niveles superiores al promedio histórico.
Durante el último año, los principales obstáculos que enfrentaron los empresarios en el desarrollo normal de su actividad son la falta de demanda, seguida por el costo de las materias primas, estrategias agresivas de precios y comercialización, volatilidad de la tasa de cambio, y contrabando.
Es importante resaltar algunos de los aspectos que los empresarios consideran que favorecerán su sector y organizacón en el presente año. Los proyectos de infraestructura y construcción son los más mencionados,
por el 12,7 por ciento, seguidos por la innovación en sus compañías (11 por ciento), el mejoramiento del servicio y la gestión comercial (10,2 por ciento), la apertura de nuevos puntos de venta y mercados (9,3 por ciento), el desarrollo y la diversificación de productos (9,3 por ciento), y las nuevas inversiones por parte de las empresas (8,5 por ciento).
Por su parte, los empresarios también identificaron los aspectos que consideran que perjudicarán sus compañías. La incertidumbre política asociada con el año electoral (31,7 por ciento) fue el más mencionado, seguido de la desaceleración económica (15,8 por ciento), la competencia y los precios bajos (15 por ciento), el impacto de la reforma tributaria (14,2 por ciento), el costo de las materias primas (14,2 por ciento), la baja demanda (10 por ciento), y la volatilidad de la tasa de cambio (10 por ciento).
Vemos, entonces, que, en la actual coyuntura, son muchos y complejos los retos que tenemos en el país: se trata de un año electoral con gran incertidumbre, los mercados siguen deprimidos y el clima de negocios apenas empieza a despejarse. A nivel internacional, persistirán la incertidumbre, la volatilidad en los mercados y la compleja situación de los países vecinos. No debemos olvidar el enorme desafío que tiene Colombia en materia de competitividad.
La consolidación del crecimiento económico no da espera. Preocupa estar por debajo del nivel potencial, necesitamos adoptar medidas de choque que generen un impacto en el corto plazo y contribuyan a la recuperación de la economía.
El panorama aún no está completamente despejado y por eso se necesita fortalecer la seguridad jurídica, para mantener un ambiente favorable a la inversión.
Es por todo lo anterior que el reto que tenemos a largo plazo es una política de desarrollo productivo que nos permita, entre otros, fortalecer la infraestructura y logística, así como calidad y pertinencia de la educación, innovación, ciencia y tecnología, transformación digital, seguridad jurídica, crecimiento verde, y lucha contra la corrupción y el contrabando. Las empresas requieren un ambiente amigable a la inversión y al desarrollo. Esta representa una ruta clara que hemos expuesto en diversos documentos y escenarios, con miras a unas mejores condiciones para la industria y un futuro con mayor crecimiento.