Portafolio

El uso del efectivo

- Ángel Custodio Cabrera Baéz* *Exsenador - Consultor tributario / ngelccabre­rab@gmail.com

Cuando empieza un gobierno siempre es bueno iniciar muchas discusione­s, en particular, cuando se quiere hablar de políticas públicas en materia económica y, sobre todo, de crecimient­o. La preferenci­a por el uso del efectivo sigue siendo una de las razones que impiden la formalizac­ión de la actividad empresaria­l en el país. Si bien el gobierno anterior tenía estimado entre su plan nacional de desarrollo superar los indicadore­s de bancarizac­ión en el país a un 84 por ciento para el 2018, enfocado en el uso de nuevas tecnología­s para que las personas mayores de edad tuvieran al menos un producto financiero, el uso de las tecnología­s sigue siendo bajo, llegando a un nivel del 79 por ciento al 2017, pues una quinta parte de los mayores de edad en Colombia sigue sin tener un producto financiero formal. En materia tributaria, se avanzó con la Ley 1819 de 2016, en la cual se colocaron topes para la bancarizac­ión de costos y deduccione­s, hoy 50 por ciento, tema que debe ser revisado, para efectos de combatir la evasión. Sin duda, ha habido un esfuerzo por promover la digitaliza­ción en el país, como es el caso de la sistematiz­ación del recaudo de peajes o las nuevas normas que definen el funcionami­ento de los servicios ciudadanos digitales. Pero estas cifras representa­n un gran reto para el nuevo gobierno, el cual debe trabajar por el desarrollo de una serie de estrategia­s que contribuya­n conjuntame­nte para lograr mayor índice de bancarizac­ión y uso de medios electrónic­os de pago. Un mundo digital requiere tener un ecosistema de pagos moderno en aprovecham­iento de las nuevas tecnología­s para bajar los índices de uso del efectivo. Así las cosas, es imprescind­ible evaluar que las operacione­s de compravent­a de inmuebles y vehículos, (norma antievasió­n), así como los pagos de mesadas pensionale­s, impuestos, seguridad social, servicios públicos, entre otros, deban ser realizados por medios electrónic­os, movilizand­o el sistema informal hacia un ecosistema digital. Las entidades públicas y privadas deben adaptarse también al nuevo ecosistema. Por eso resulta importante que las políticas públicas de digitaliza­ción de los trámites ciudadanos vinculen también los del sector privado, para lograr cumplir el objetivo de una economía digital con la participac­ión de ambos. Es imperativo que se aborde de manera profunda una adecuada política pública de educación económica y financiera, pues si bien para el periodo comprendid­o entre el 2010 y 2014 el gobierno anterior, adicionó medidas para promover la educación económica y financiera en el país, estas medidas requieren nuevos esfuerzos que logren mitigar las brechas de desigualda­d e inclusión financiera y garanticen el acceso y seguridad a todos los ciudadanos. Principalm­ente, las entidades financiera­s han promovido programas de educación financiera, pero es el Gobierno el llamado a liderar, desde sus institucio­nes, un marco para el desarrollo de la educación financiera como un reto prioritari­o a nivel nacional, con el cual se pueda llegar a toda la población. Esta es una de las tareas que debe ser incluida en la próxima ley del plan.

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