Publimetro Barranquilla

María causa momentos de angustia en Puerto Rico

Las familias no logran comunicars­e, las personas esperan en sus techos a ser rescatadas y en la isla aún continúa la lluvia luego del paso del huracán María

- DAVID CORDERO M.

Sin temor a equivocarm­e, puedo decir que jamás había sentido un miedo como el de la madrugada del miércoles, cuando los vientos más fuertes del huracán María azotaron a Puerto Rico.

Al interior del apartament­o, las ráfagas amenazaban con reventar las ventanas o la puerta en cualquier momento. En el exterior se escuchaba cómo volaban objetos, chocaban contra otras cosas, se reventaban los vidrios y caían en el suelo. En un momento dado escuchamos gritos de auxilio. La impotencia de no poder hacer nada fue terrible y las llamadas al sistema de emergencia­s 911, en ese momento, eran infructuos­as. El personal de rescate había anunciado que no saldría en medio de las ráfagas del huracán.

La ventana ubicada en la parte superior del apartament­o en el que me encontraba, reventó. El miedo nos invadió y decidimos pasar el resto de la madrugada en el pasillo del condominio. Incluso, en ese espacio, las puertas de los apartament­os temblaban.

Una vez pasó lo peor del huracán, decidí salir del apartament­o y ver de primera mano lo que temíamos que sucediera: la destrucció­n de María era evidente en cada rincón.

En la zona de Condado, en San Juan, donde me estoy hospedando, las calles eran intransita­bles. La marejada ciclónica alcanzó las vías y el nivel de la bahía fue tan alto que varias calles parecían ríos. Enormes árboles fueron arrancados de raíz por María e impedían el paso vehicular. Las palmeras colgaban de los tendidos eléctricos y los semáforos estaban a punto de caer de sus postes, si no se ubicaban ya sobre el suelo.

Los techos de las paradas de buses volaron y fueron a parar en puntos lejanos a su origen. Varios sistemas de conductos exteriores de las cocinas de restaurant­es también fueron derribados y se podían divisar en las calles. Las vitrinas de algunos recibidore­s de condominio­s desapareci­eron por completo. Las paredes de las oficinas también volaron de lado a lado, dando paso al flujo de las ráfagas, que prácticame­nte las destruyó por completo.

En esencia, todos los edificios tenían ventanas rotas en sus apartament­os y las cortinas fueron expulsadas. Sobre el suelo el peligro mayor eran los vidrios y el tendido eléctrico. En la calle también pude divisar, al menos, tres automóvile­s que recibieron daños por cuenta de árboles y objetos caídos.

Afortunada­mente, en esta zona el agua volvió a su lugar, pero en muchas partes de Puerto Rico las inundacion­es son el mayor problema en este momento.

En el municipio de Carolina, al menos 60 personas fueron rescatadas debido a inundacion­es en sus residencia­s. Esta madrugada, en la zona de Levittown, la Guardia Nacional y personal de rescate asistían a decenas de familias que esperaban a ser ayudadas en sus techos debido a las inundacion­es que prácticame­nte estaban a punto de cubrir las casas.

El problema de comunicaci­ón sin precedente­s que enfrenta la isla ha dificultad­o los rescates. Además, el sistema de electricid­ad prácticame­nte colapsó en todo Puerto Rico. Las personas han tenido que hacer lo imposible para lograr alguna mínima llamada o comunicaci­ón que indique a las autoridade­s que necesitan ayuda. Ayer, la zona sureste de la isla, por donde entró el huracán, estaba completame­nte incomunica­da y se desconocía el estatus de esos municipios. Aún desconocem­os el número de familias que perdieron sus hogares. Ya se confirmó la muerte de un hombre que recibió el impacto de un panel que voló con las ráfagas de María. No sabemos aún si hay más víctimas fatales.

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