María causa momentos de angustia en Puerto Rico
Las familias no logran comunicarse, las personas esperan en sus techos a ser rescatadas y en la isla aún continúa la lluvia luego del paso del huracán María
Sin temor a equivocarme, puedo decir que jamás había sentido un miedo como el de la madrugada del miércoles, cuando los vientos más fuertes del huracán María azotaron a Puerto Rico.
Al interior del apartamento, las ráfagas amenazaban con reventar las ventanas o la puerta en cualquier momento. En el exterior se escuchaba cómo volaban objetos, chocaban contra otras cosas, se reventaban los vidrios y caían en el suelo. En un momento dado escuchamos gritos de auxilio. La impotencia de no poder hacer nada fue terrible y las llamadas al sistema de emergencias 911, en ese momento, eran infructuosas. El personal de rescate había anunciado que no saldría en medio de las ráfagas del huracán.
La ventana ubicada en la parte superior del apartamento en el que me encontraba, reventó. El miedo nos invadió y decidimos pasar el resto de la madrugada en el pasillo del condominio. Incluso, en ese espacio, las puertas de los apartamentos temblaban.
Una vez pasó lo peor del huracán, decidí salir del apartamento y ver de primera mano lo que temíamos que sucediera: la destrucción de María era evidente en cada rincón.
En la zona de Condado, en San Juan, donde me estoy hospedando, las calles eran intransitables. La marejada ciclónica alcanzó las vías y el nivel de la bahía fue tan alto que varias calles parecían ríos. Enormes árboles fueron arrancados de raíz por María e impedían el paso vehicular. Las palmeras colgaban de los tendidos eléctricos y los semáforos estaban a punto de caer de sus postes, si no se ubicaban ya sobre el suelo.
Los techos de las paradas de buses volaron y fueron a parar en puntos lejanos a su origen. Varios sistemas de conductos exteriores de las cocinas de restaurantes también fueron derribados y se podían divisar en las calles. Las vitrinas de algunos recibidores de condominios desaparecieron por completo. Las paredes de las oficinas también volaron de lado a lado, dando paso al flujo de las ráfagas, que prácticamente las destruyó por completo.
En esencia, todos los edificios tenían ventanas rotas en sus apartamentos y las cortinas fueron expulsadas. Sobre el suelo el peligro mayor eran los vidrios y el tendido eléctrico. En la calle también pude divisar, al menos, tres automóviles que recibieron daños por cuenta de árboles y objetos caídos.
Afortunadamente, en esta zona el agua volvió a su lugar, pero en muchas partes de Puerto Rico las inundaciones son el mayor problema en este momento.
En el municipio de Carolina, al menos 60 personas fueron rescatadas debido a inundaciones en sus residencias. Esta madrugada, en la zona de Levittown, la Guardia Nacional y personal de rescate asistían a decenas de familias que esperaban a ser ayudadas en sus techos debido a las inundaciones que prácticamente estaban a punto de cubrir las casas.
El problema de comunicación sin precedentes que enfrenta la isla ha dificultado los rescates. Además, el sistema de electricidad prácticamente colapsó en todo Puerto Rico. Las personas han tenido que hacer lo imposible para lograr alguna mínima llamada o comunicación que indique a las autoridades que necesitan ayuda. Ayer, la zona sureste de la isla, por donde entró el huracán, estaba completamente incomunicada y se desconocía el estatus de esos municipios. Aún desconocemos el número de familias que perdieron sus hogares. Ya se confirmó la muerte de un hombre que recibió el impacto de un panel que voló con las ráfagas de María. No sabemos aún si hay más víctimas fatales.