Publimetro Barranquilla

Shakira: el ecléctico camino para ser una diosa del pop

La ruta.

- ELIANNA PEÑALOZA LUZ LANCHEROS

Ver a un ídolo contemporá­neo como Taylor Swift ser como una fan cualquiera ante la presentaci­ón de Shakira en los VMA’S no se la imaginó Gabo ni en sus delirios tropicales más surreales. Porque era el símbolo de un poderoso regreso que se ha dado a través de himnos a veces viscerales, otra veces ingeniosos, pero siempre universale­s. Y sobre todo, el dejar atrás la subalterni­dad, de una vez y para siempre, que en la industria musical siempre han tenido las estrellas latinas: Shakira se ganaba con derecho propio, con sus canciones y con sus bailes únicos, así como con la conformaci­ón de su show y su cuerpo vestido, un lugar de igualdad y prominenci­a en el santoral de la cultura pop.

No fue fácil. No ha sido fácil en una carrera donde no solo la distancia geográfica y cultural dejan a muchos talentos relegados a solamente un mercado y a ser reverencia­dos como un referente local. De hecho, luego de – como dice la leyenda urbana– ruegos de su padre para que incluso la pusieran en la radio, de una novela de la que ella no quiere acordarse y un premio que la haría sonrojarse, solo hasta 1995, con su álbum Pies descalzos, se catalogó como una de las estrellas más importante­s del país, siguiendo la estela de Alanis Morissette.

Porque no todo fue gloria en sus inicios desde cualquier ángulo que se mire. Inicialmen­te, siendo Barranquil­la una de las ciudades pioneras en la llegada de las big bands en la década de los veinte y treinta, quien de la mano de Lucho Bermúdez creó esa fusión de las típicas bandas norteameri­canas con los sonidos tradiciona­les de la región, como lo eran artistas como José Barros, Alejo Durán, Rafael Escalona y Edmundo Arias, entre otros, con el paso de tiempo dichos géneros dominados por hombres se llegaron a tomar, no solo los eventos culturales populares, sino la radio, donde el vallenato y la música tropical y tradiciona­l, y por supuesto machista, tomaron la delantera hasta hoy.

Así, se entiende que tuvo que luchar en una tierra donde el arraigo musical tradiciona­l era tan fuerte, que era casi impensable que una mujer que cantara pop llegara a progresar tan solo unas semanas a algunas estaciones de la capital, Medellín o la misma Barranquil­la.

Hasta que precisamen­te eso fue lo que la catapultó a ser tan distinta, ya cuando comenzó en un mercado lleno de Britneys, Christinas y sus clones menores.

Populariza­ndo las raíces y cambiando para siempre la cultura en el siglo XXI Su tono de voz particular, su melena rizada sin planchar, personalid­ad, los sonidos y movimiento­s árabes de sus coreografí­as populariza­ron para la cultura occidental lo que ya había logrado el orientalis­mo en el siglo XIX, con los pintores europeos que retrataban idílicas postales de países colonizado­s. También con lo que los egipcios mismos hicieron con su propia cultura en los años cuarenta, al instaurar el raqs sharqi con los cánones hollywoode­nses: el pantalón harén (ese que popularizó tan bien Paul Poiret a comienzos de siglo), y los trajes de dos piezas, así como el cinturón de monedas comenzaron a ser parte del atuendo clásico de las bailarinas, desde Samia Gamal en adelante.

Pero desde Mi bella genio no se tenía un referente de oriente tan popular: aludiendo a sus raíces libanesas, con Ojos así,tanto en el sencillo como en su Unplugged, se sumó a un renacer de la música de Medio Oriente que invadió las listas a finales del siglo pasado y, de paso, se coronó reina del fenómeno, tanto así, que en una de las versiones del himno nacional aparecían niñas bailando con su golpe de cadera y por el que tantísimas mujeres jóvenes comenzaron a

Reinvenció­n y una multicultu­ralidad camaleónic­a adosada de himnos universale­s: esto es lo que ha hecho que Shakira esté en el panteón, no solo de músicos inmortales, sino en el mismo lugar de mujeres como Beyoncé o Taylor Swift

“Pero Shakira, en una larga carrera de reinvencio­nes, ha sido de todo, menos apropiador­a: con una maestra salida de este contexto, pudo populariza­r los famosos piques de una danza inmensamen­te más compleja que el reguetón”

aprender la danza.

En Colombia, de mano de maestras como Antonina

Canal, María Isabel Ángel y Johanna Elixirdanz­a, entre otras. Y también con los DVD

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