Publimetro Barranquilla

Martin Scorsese “Encontrar la historia de los osage fue representa­r a casi todos los pueblos indígenas del mundo”

PUBLIMETRO habló con el cineasta estadounid­ense para saber más sobre lo que supuso rodar la épica película de drama criminal del Oeste Los asesinos de la luna

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MARÍA ESTÉVEZ Especial para MWN desde Los Ángeles

La nueva película del director Martin Scorsese, Los asesinos de la luna (Killers of the Flower Moon), cuenta la historia real de una serie de asesinatos en tierras de la Nación Osage, en Oklahoma, en la década de los veinte. Basada en el libro de David Grann de 2017, la película profundiza en la dinámica racial y familiar que sacudió Oklahoma hasta sus cimientos cuando se descubrió petróleo en las tierras de los Osage.

Antes de trabajar en su última película, Scorsese decidió cambiar el guion para dar más protagonis­mo a otros personajes, al darse cuenta de que se centraba demasiado en los hombres blancos. Tras su revisión, el drama histórico sigue centrado en un hombre blanco, Ernest Burkhart, interpreta­do por Leonardo Dicaprio. Pero la premisa de la película es el matrimonio por amor entre Ernest y una mujer nativa americana, Mollie Kyle, interpreta­da por Lily Gladstone.

Tiene un apetito voraz por contar historias, ¿siente que su cine da voz a quienes no la tienen?

Son las historias de los demás las que me inspiran para hacer mis películas. Cada una de ellas me lleva a un mundo completame­nte nuevo. Como cineasta, me considero un maestro que muestra un diálogo posible a través del cine.

¿Cuál fue el motivo que le llevó a filmar

Los asesinos de la luna? Desde que leí el libro, para mí fue importante crear conciencia sobre la situación real de los nativos americanos e indígenas de este país. Quería tratar esta cultura de una forma respetuosa sin ser hagiográfi­ca, sin caer en la novela nativa de Rousseau. Mi gran pregunta con respecto al guión fue: ¿hasta qué punto se puede representa­r esta historia con autenticid­ad, respeto y dignidad?

Decidí contar la historia sumergiénd­ome en la cultura osage para poder incorporar elementos culturales, rituales y momentos espiritual­es basados en el realismo místico: cuando el sueño es real. Quería mostrar el contraste entre la cultura osage y el mundo blanco europeo.

El cine es una ventana a otras culturas…

Eso me pasó a mí. El cine me abrió la puerta a otras culturas. Siempre me ha interesado saber cómo piensan otras personas. Y a menudo me he preguntado cómo sería ser colonizado.

Encontrar la historia de los osage fue representa­r a casi todos los pueblos indígenas del mundo que se han sentido aprovechad­os por civilizaci­ones dominantes de otra cultura. Los que han sido colonizado­s o incluso rechazados de plano.

¿Qué medidas tomó para asegurarse de que la comunidad osage se sintiera fielmente representa­da?

Al principio, me dije: ‘Bueno, si quieren que participe en algo que tenga que ver con los pueblos indígenas y los nativos americanos, tiene que ser de una forma respetuosa, que tampoco sea hagiográfi­ca y que no caiga en, a lo Rousseau, el noble nativo, ese tipo de cosas’.

Dicho esto, esa historia, cuando la leí, me indicó que probableme­nte sería la que podríamos tratar de esa manera. Y sobre todo, involucrán­donos en la cultura de los osage, con elementos culturales, rituales y momentos espiritual­es. Quería jugar con ese mundo en contraste con el de los blancos europeos.

En última instancia, lo que ocurrió fue que nos enfrentába­mos a un guion basado en el libro de David Grann, que es excelente, pero también tiene el subtítulo El nacimiento del FBI. Y durante unos dos años, estuve haciendo Irishman y sentí que habíamos llevado la historia del nacimiento del FBI tan lejos como podíamos llevarla.

Entonces, ¿desplazó el guion hacia la historia de amor?

Sí. Hay que recordar que Ernest amaba a Mollie y Mollie amaba a Ernest. Es una historia de amor. Así que, en última instancia, lo que ocurrió es que el guion cambió en esa dirección. Es una historia de pecado por omisión, complicida­d silenciosa en ciertos casos. Eso es lo que nos dio la oportunida­d de abrir la película y empezar desde dentro.

Usted quería contar la historia con precisión histórica y a la vez con resonancia emocional

Ha sido una constante, históricam­ente veraz. Y debería utilizar la palabra veraz. Se

puede tener un ritual y rodar un ritual como debe ser. Tuvimos mucho apoyo de la autoridad osage, los expertos que nos daban las indicacion­es sobre cómo hacer estas cosas.

Comprobamo­s la exactitud de los rituales, los nombres de los bebés, las bodas, los funerales, todo lo que ocurría en los funerales. Y así, en algunos casos, había margen de maniobra porque, sinceramen­te, creo que las dos últimas generacion­es de osage olvidaron o fueron sacados de su experienci­a porque tenían que convertirs­e en europeos blancos. Tenían que convertirs­e en cristianos, católicos, lo que sea. Y así se olvidaron de todo eso.

De hecho, hay un nuevo resurgimie­nto del aprendizaj­e de la lengua. Tuvimos profesores de idiomas en el plató y Lily Gladstone aprendió el idioma, al igual que Leo y De Niro, que se enamoró de él y quiso rodar más escenas en osage.

Llevan haciéndome esta pregunta desde 1972. La violencia no va a desaparece­r si no la miras, si la escondes debajo de la alfombra. Si vives así, te sorprender­ás mucho, Dios no lo quiera, si un día te la encuentras. Tienes que saber de lo que es capaz el ser humano. Tienes que entender que hay otra forma de pensar: volvamos a la tragedia griega, donde todo sucede fuera del escenario. No hay que deleitarse con la violencia. La gente disfruta viendo o creando violencia, pero no todo el mundo lo hace. Pero eso forma parte de la naturaleza humana. Negar o evitar la violencia empeora la situación.

¿Tiene esperanza en el futuro del cine?

“Me molesta, que el cine independie­nte quede relegado a la categoría de indies. Películas que solo ve cierto tipo de gente”

MARTIN SCORSESE Director de cine

Sus películas han sido criticadas durante mucho tiempo por su violencia. ¿Ha cambiado su relación con la representa­ción de la violencia?

Me da cierta esperanza que surja un cine diferente, viendo que dos películas como Barbie y Oppenheime­r han triunfado en taquilla. Ambos títulos ofrecen algo diferente a lo que ha venido sucediendo en los últimos 20 años, más allá del gran trabajo que se está haciendo en el cine independie­nte. Eso siempre me molesta, que el cine independie­nte quede relegado a la categoría de indies. Películas que solo ve cierto tipo de gente.

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/ CORTESÍA

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