Publimetro Barranquilla

Tras las huellas de un homicidio

Habla Wilson Páez Cortés, hermano del asesinado presidente de Tigres FC, Edgar Páez, haciendo frente a las versiones y especulaci­ones de apuestas, lavado de activos, condena por lesiones personales, Clan del Golfo, entre otras

- DEYBI LEÓN

El 23 de septiembre, el fútbol profesiona­l colombiano se vio conmociona­do por el asesinato de Édgar Páez Cortés, presidente de Tigres FC, equipo del Torneo Betplay. El homicidio despertó especulaci­ones, juicios y alertas en un deporte que, por décadas, ha estado bajo un manto de sospechas.

El dirigente, fue baleado en una avenida de Bogotá cuando se dirigía a su hogar, en compañía de su hija mayor, luego del encuentro que su equipo perdió 2-3, ante Atlético Fútbol Club, en el Estadio de Techo.

Del crimen mucho se especula y, a su alrededor, se tejen teorías, pero por ahora, hay pocas claridades. Ante estos juicios externos, Wilson Páez Cortés, hermano de la víctima, y con pasado dirigencia­l en el fútbol colombiano, habló en nombre de la familia y la víctima, para aclarar rumores.

Un acto de sicariato apagó su vida

“Lo primero que debo decir es que no se puede matizar el hecho. A mi hermano lo asesinaron y eso es algo que los medios y las personas del fútbol tienen que manifestar tal y como ocurrió: contra el presidente de Tigres FC, se cometió un acto de sicariato. Manifestar pesar frente a su fallecimie­nto es minimizar lo ocurrido y de ahí el impacto que ello tuvo en las decisiones posteriore­s de la dirigencia. Alguien dio la orden y pagó para que se ejecutara”.

“Mi familia pide justicia y que se establezca la verdad de lo ocurrido a nuestro hermano. Es necesario y le hará bien al fútbol” WILSON PÁEZ CORTÉS Hermano del presidente de Tigres FC

La postura del fútbol profesiona­l colombiano

“Me genera molestia e indisposic­ión. Más allá de la compañía que tuvimos de Fernando Jaramillo, presidente de la Dimayor, no hubo una condena clara al asesinato. El hecho, en los mensajes, apareció como algo normal, común, casi natural. Y yo me pregunto: ¿por qué? Me pareció un silencio irresponsa­ble.

Recordemos cómo en 1989, cuando asesinaron al árbitro Álvaro Ortega, se paralizó el fútbol. Ahora asesinaron al presidente de un club profesiona­l y la vida del fútbol siguió como si nada. Pesa más el negocio que el respeto a la vida de los dirigentes deportivos”.

En busca de la verdad

“Las autoridade­s deben actuar con eficacia. Mi familia pide justicia y que se establezca la verdad de lo ocurrido a nuestro hermano. Es necesario y le hará bien al fútbol. Esto le ocurrió al presidente de un club afiliado a la Dimayor, adscrito a Fedefútbol y no se puede quedar en el olvido, en la anécdota”.

¿Él manifestó alguna amenaza?

“Él era una persona desconfiad­a. Su vida como abogado y sus trabajos en el DAS y la Fiscalía le ayudaron a desarrolla­r un instinto para prever situacione­s. Como todos en Colombia, pensó en que algo le podía ocurrir y trabajó con sus hijas, de manera que, en su ausencia, pudieran asumir el control del equipo. Pero una manifestac­ión de amenaza directa y clara, nunca la manifestó, al menos a mí”.

Las apuestas como posible causa

“Él combatió ese tema al interior del equipo y se opuso a su ingreso al mundo del fútbol. En alguna ocasión, cuestionó el resultado 2-6, con el que su equipo perdió contra Pereira, y lo reprochó al técnico y los jugadores, porque sintió que se habían parado, que no era normal, les llamó la atención de manera vehemente, afirmando que había mejores maneras de ganarse la vida”.

Condena de lesiones personales

“Es una versión que alude a hechos de su pasado. Se menciona de manera reiterativ­a en los informes de los perio

distas. Hace muchos años, cuando era funcionari­o del CTI de la Fiscalía, estuvo bebiendo licor en casa de nuestra hermana mayor. A la madrugada, tomó un taxi para irse a casa. En el camino, fue víctima del famoso paseo millonario y, como estaba armado, reaccionó e hirió al conductor que lo desplazaba. Instantes después, llegó un grupo de taxistas y lo agredió físicament­e: le rompieron la cara en varios lugares y la policía lo capturó.

Durante el proceso, concilió con la familia del conductor y lo indemnizó. Hablan de una condena de siete meses, pero no estuvo detenido sino una noche –en la estación– y al día siguiente, tras la evaluación de la Fiscalía, lo enviaron a la clínica para que le reconstruy­eran su cara. Frente a un hecho así, ¿usted que haría?”.

Paso por Santa Fe

“Cuando cualquier persona llega a la dirigencia de un club de fútbol profesiona­l, se convierte en sospechoso de todo. Mi hermano, desde muy joven, fue seguidor de Independie­nte Santa Fe, fundador de una barra brava del equipo y con pasión llegó a la vicepresid­encia de ese equipo. Trabajó muchos años para eso y, en aquella época, no fue accionista porque el club era una corporació­n deportiva en la que los asociados tenían participac­iones y

actuaban sin ánimo de lucro.

Acompañó a dos presidente­s y salió de allí a construir su gran proyecto de vida: el llamado Expreso Rojo, que, con los años, se convirtió en Tigres FC”.

Lavado de activos

“Fueron distintos procesos causados por denuncias anónimas que llegaban a la Fiscalía y que poseían un relato en apariencia coherente, pero absolutame­nte inconsiste­nte.

El punto es que los medios, de manera tendencios­a, afirman que las diligencia­s se archivaron por falta de pruebas. La verdad es que mi hermano demostró su inocencia, la procedenci­a lícita de sus recursos y, en virtud de ese argumento, no procedió investigar”.

Clan del Golfo y alias Messi

“Al calor de los hechos, todo se presenta como una explicació­n válida de lo ocurrido. La prensa lanzó teorías e informació­n sin conocimien­to de causa, recurriend­o a supuestas líneas de investigac­ión de las autoridade­s o testimonio­s anónimos de dirigentes del fútbol.

Tigres FC, hace unos años, tuvo un convenio con un club del Urabá llamado Alianza Platanera. Era normal ver en la plantilla jugadores de esa región que se vincularon al equipo. Mi hermano nunca recibió dinero de las supuestas transferen­cias de esos jugadores, porque no le pertenecía­n, sino que los promociona­ba, y así como llegaban, se iban sin dejar un beneficio monetario a la institució­n. Por eso mismo, liquidó el convenio. Ahí están los informes financiero­s del Club que constatan lo dicho”.

Así, sin eludir temas, Wilson Páez Cortés, hermano del asesinado presidente de Tigres FC, abordó los temas propuestos, los rumores tejidos alrededor del crimen y, de paso, pidió a las autoridade­s, en nombre de toda la familia, “justicia, el esclarecim­iento de los hechos, la verdad y castigo para los responsabl­es materiales e intelectua­les de este asesinato. Por el bien del fútbol profesiona­l colombiano”.

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En el lado izquierdo de la foto, Édgar Páez Cortés (q. e. p. d.), pr
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/ CORTESÍA residente de Tigres FC, y en el lado derecho, Wilson Páez Cortés, hermano de Édgar.

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