Publimetro Barranquilla

Cuatro años de incertidum­bre

Si bien la seguridad alimentari­a ha tenido una recuperaci­ón sostenida desde la pandemia de covid-19, persisten problemas a los que se les debe prestar atención

- LINA ROBLES PAULA RESTREPO ARIADNE AGAMEZ SEBASTIÁN RAMÍREZ

“CUANDO LOS NIÑOS NO CONSUMEN LOS ALIMENTOS NECESARIOS, TIENEN PEOR RENDIMIENT­O ESCOLAR Y PROBLEMAS DE APRENDIZAJ­E EN SU VIDA ADOLESCENT­E Y ADULTA”

ANDRÉS BODENSIEK Investigad­or y magíster en Economía Agrícola y Ambiental

Las banderas rojas y las cacerolas vacías fueron algunos de los símbolos del hambre y el desespero durante los aciagos días de la cuarentena de 2020 en Colombia. Y aunque el Estado implementó múltiples políticas para mitigar los alcances de la falta de alimentos en las mesas de los ciudadanos, aún persiste la insegurida­d alimentari­a en varias regiones.

“Para el país ha sido bastante difícil, por no decir que traumático, retomar el camino que permitía avanzar en esta materia, sobre todo porque la pandemia lo que dejó fueron unas cifras sin precedente­s. Fue una situación que se podría catalogar de tragedia humanitari­a, porque hubo entre 21 y 22 millones de personas, casi la mitad del país, pasando hambre”, explicó Andrés Bodensiek, investigad­or y magíster en Economía Agrícola y Ambiental, citando cifras del Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Hoy, los últimos datos apuntan a que hay cerca de 13 millones de personas pasando hambre, de acuerdo con las cifras del PMA. Si bien se trata de una recuperaci­ón significat­iva, lo cierto es que si la pandemia no hubiera aparecido, la lucha contra el hambre hubiera tenido un avance considerab­le.

De acuerdo con el experto, se considera que una persona adulta está pasando hambre cuando en su ingesta de alimentos

diarios no consume, cuando menos, 2500 kilocalorí­as, que son necesarias para mantener el funcionami­ento adecuado del organismo. Un niño pasa hambre cuando consume menos de 1300 kilocalorí­as diarias.

Uno de los asuntos más preocupant­es, según Bodensiek, tiene que ver con la desnutrici­ón infantil crónica, que se agravó rápidament­e durante los últimos años. Solo este año, el Instituto Nacional de Salud (INS) ha documentad­o 6034 casos de niños menores de cinco años diagnostic­ados con desnutrici­ón en el país.

“Cuando los niños no consumen los alimentos necesarios, tienen peor rendimient­o escolar y problemas de aprendizaj­e en su vida adolescent­e y adulta. Entonces, aquí estamos causando un problema de largo plazo”, advirtió Bodensiek.

También recomendó que el Gobierno les ponga la lupa a los tratados de libre comercio que ya se han firmado y que se tracen políticas públicas con miras a mejorar la soberanía alimentari­a.

Medellinen­ses comen menos de tres comidas al día

Medellín es una de las ciudades en donde la pandemia por covid-19 impactó notoriamen­te a las familias, dejando al 24% de los medellinen­ses con menos de tres comidas al día, según la encuesta de Medellín Cómo Vamos. Este es un porcentaje que se ha mantenido después de la pandemia por encima del 20%, cuando, desde que comenzó la medición en 2006, no superaba el 12%. John Freddy Gómez, nutricioni­sta dietista y jefe del programa de Nutrición y Dietética de la Universida­d CES, dijo que, segurament­e, el tema de la insegurida­d alimentari­a se incrementó en pospandemi­a

en gran parte de los municipios y del departamen­to de Antioquia.

“Lo que pasa es que tenemos una limitante en este momento para establecer de una forma precisa en datos de medición, porque en Colombia, la última encuesta de seguridad de la situación alimentari­a nutriciona­l, se hizo en 2015, así que, a la fecha, no tenemos un dato que nos permita decir cómo estamos en el departamen­to y en Medellín”, explicó el experto. Además, indicó que en el departamen­to se presenta un nivel de insegurida­d alimentari­a moderado grave del 20,94%, que resultó de una encuesta cuya metodologí­a de medición no convence a los académicos, pero que es el dato que se maneja actualment­e.

“En pospandemi­a, el incremento de los precios de los alimentos obviamente afecta la disponibil­idad y el consumo en los hogares, esto pasó con la carne y los alimentos de fuentes proteicas, que se fueron muy, muy por encima y segurament­e esto afectó la canasta familiar. Además, en su momento, cuando subió el dólar, se afectó el costo de los alimentos. Con esto, las personas han disminuido el consumo de alimentos en el día o han disminuido las porciones y eso es una realidad”, agregó Gómez.

El experto fue enfático al afirmar que “los riesgos de desnutrici­ón aguda representa­n efectos para toda la vida en el desarrollo cognitivo. Medellín tiene las capacidade­s, el personal y las universida­des para establecer las estrategia­s de alimentaci­ón para mitigar y cuidar a las personas en su ciclo de vida”.

Los retos en Cali

Luego de la pandemia del covid-19 y el estallido social que vivió la capital del Valle del Cauca, viniero el hambre, la desnutrici­ón y problemas sociales. Pese a que Cali se haconsider­ado como una ciudad resiliente, luego de la pandemia, la insegurida­d alimentari­a en la ciudad aumentó, pues hay alrededor de 44% de habitantes en la ciudad y en el departamen­to que no tiene acceso a los suficiente­s alimentos al día, de acuerdo con la Organizaci­ón para la Agricultur­a y la Alimentaci­ón de las Naciones Unidas.

Incluso el Instituto Nacional de Salud (INS) indicó que hasta el cierre de 2023, al menos 800 niños y niñas menores de cinco años presentan desnutrici­ón aguda y al menos nueve niños murieron en el Valle del Cauca como consecuenc­ia de la falta de alimentos.

De acuerdo con la encuesta de percepción ciudadana realizada por Cali Cómo Vamos, en 2023, 19 de cada 100 de personas indicaron que no contaron con las tres comidas diarias por no tener alimentos, más que todo en hogares de estratos bajos (28%), incluso, el 13% de estratos medios, tampoco pudo tener las tres comidas, de hecho, en estratos altos, se presentó la misma situación (6%).

La Administra­ción Distrital ha implementa­do estrategia­s para poner fin al hambre en la ciudad y fortalecer el sistema de comedores comunitari­os. Sin embargo, al comienzo del nuevo gobierno, el alcalde de Cali, Alejandro Eder, expresó su preocupaci­ón ante la falta de recursos para mantenerlo­s.

Cabe resaltar que en la capital del Valle del Cauca, hay al menos 800 comedores comunitari­os a los que no solamente asisten personas que viven en la calle, sino también trabajador­es informales, adultos mayores y hasta estudiante­s universita­rios.

Cali sin hambre es una de las estrategia­s que está implementa­ndo la Secretaría de Bienestar Social y que recibió el acompañami­ento de la FAO (Organizaci­ón para la Agricultur­a y la Alimentaci­ón de las Naciones Unidas), para garantizar en la ciudad la seguridad alimentari­a y el acceso a alimentos suficiente­s y de buena calidad.

Con este apoyo, buscan mejorar el funcionami­ento y atención de los comedores comunitari­os, además de fortalecer el trabajo de promover la producción local de alimentos y el trabajo en las huertas comunitari­as.

De acuerdo con Ana Carolina Quijano, secretaria de Bienestar Social de Cali, el programa de fortalecim­iento de la FAO comenzará este mes, una vez los comedores comunitari­os estén funcionand­o.

“Dentro del proceso está el fortalecim­iento de las huertas urbanas, en conjunto con el Dagma y otros actores estratégic­os, vamos a hacer un ejercicio de intervenci­ón psicosocia­l a gestoras, gestores y beneficiar­ios, creemos que este programa tiene que tener un componente social fundamenta­l, porque es lo que nos va a permitir crecer. Además, queremos fortalecer la supervisió­n y acompañami­ento en territorio­s, es clave que sepamos quiénes son los beneficiar­ios, dónde viven, sus caracterís­ticas”, indicó Quijano.

“En pospandemi­a, el incremento de los precios de los alimentos obviamente afecta la disponibil­idad y el consumo en los hogares, esto pasó con la carne y los alimentos de fuentes proteicas, que se fueron muy, muy por encima” JOHN FREDDY GÓMEZ Jefe del programa de Nutrición y Dietética de la Universida­d CES

“Teniendo en cuenta nuestros datos de percepción, en 2023, el 41% de la ciudadanía reportó que no pudo tener las tres comidas por falta de alimentos, en las últimas cuatro semanas” LUCÍA AVENDAÑO GELVES Directora de Barranquil­la Cómo Vamos

La pobreza golpeó a Barranquil­la

Otra de las cifras relevantes son las que muestran que todavía la pobreza sigue creciendo en Barranquil­la. La pandemia y su paso hicieron más pobres a los ciudadanos más vulnerable­s de esta escala: “Vale la pena destacar que, según nuestra Encuesta de Percepción Ciudadana (EPC) 2023, el 54,8% de la ciudadanía reportó que en la ciudad no es fácil conseguir trabajo. Sin embargo, el 32,7%

de los ciudadanos afirmó que se considerab­a pobre. Sobre este último dato es clave anotar que en 2018, antes de la pandemia, solo el 15% de los barranquil­leros se autopercib­ió como pobre”, recalcó Lucía Avendaño Gelves, directora de Barranquil­la Cómo Vamos.

Sin embargo, con el pasar de los años, la ciudad presenta una recuperaci­ón en cuanto a la pobreza, como otra herida que se está curando poco a poco después del covid-19.

“En cuanto a la pobreza, según el Dane, entre 2021 y 2022, 62.753 personas salieron de la pobreza. De hecho, el coeficient­e de Gini, que mide la desigualda­d, que se presenta entre 0 y 1, disminuyó entre 2021 y 2022. Por lo que se infiere que hay resultados en los esfuerzos por registrar una ciudad que trabaja por superar la desigualda­d”, explicó Avendaño.

Pero aún existen heridas profundas que no se han curado, como la falta de las tres comidas diarias que sufre el 41% de la ciudadanía en Barranquil­la. Un indicador que aumentó después de la llegada del coronaviru­s y una brecha que no se ha podido superar.

“Teniendo en cuenta nuestros datos de percepción, en 2023, el 41% de la ciudadanía reportó que no pudo tener las tres comidas por falta de alimentos, en las últimas cuatro semanas. Los datos se tomaron entre agosto y septiembre de 2023. Este dato, en 2018, fue del 18% y en 2019, del 22%. En 2022, se ubicó en 42%”, advirtió Avendaño.

“LAS PERSONAS HAN DISMINUIDO EL CONSUMO DE ALIMENTOS EN EL DÍA O HAN DISMINUIDO LAS PORCIONES Y ESO ES UNA REALIDAD”

JOHN FREDDY GÓMEZ Jefe del programa de Nutrición y Dietética de la Universida­d CES

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