Asbesto: el p
¿Se le ocurre alguna causa por la que el Gobierno o los legisladores de nuestro país dejaron que un material asesino llegue a su casa, a su vida y lo mate lentamente como si usted y su existencia no valieran nada? No sabemos las causas, pero en Colombia,
La génesis del mal
Según la Biblia, “en el principio Dios creó los cielos y la tierra. Había tinieblas sobre la faz del océano. Entonces dijo Dios: ‘Sea la luz’, y la luz fue hecha. Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Dios llamó a la luz ‘día’, y a las tinieblas las llamó ‘noche’. Y fue la tarde y fue la mañana del primer día”.
Sin embargo, mientras Dios se dedicaba a construir el mundo, parecía que el diablo, que, según la Biblia, ya existía y se movía con su maldad y la picardía de quien hace daño y sonríe, creó el crisotilo, un mineral que mata a miles de personas en el mundo sin que estas tengan tiempo para actuar.
En Colombia, en donde el diablo parece moverse con la facilidad de quien pasea por su casa, el crisolito no solo existe, coexiste con sus habitantes. Está a la mano cuando abren su llave y toman un inocente vaso de agua, que entra por la garganta, pasa por el esófago y llega al estómago, para abandonar el cuerpo como una sustancia invisible, pero que deja huellas.
Desde hace más de 70 años, en el sector de la construcción se usa un material conocido como asbesto, una sustancia mineral extraída del crisotilo, para la fabricación de productos como tejas, tanques y tubos transportadores de agua, además de prendas como uniformes para bomberos, chalecos e indumentaria para trabajadores que se exponen a altas temperaturas.
El material, que pareciera haber sido un milagro por sus cualidades de resistencia al calor, y su forma compacta, está en los hogares de millones de colombianos y en empresas sirviendo como el perfecto asesino, ejecutando el crimen perfecto, matando sin dejar huellas que lo incriminen, pero sí rastros en la salud de quienes encuentra a su paso.
“Mi esposo murió por jugar con su papá”
Rafael Alfonso Mayorga trabajó en Eternit, una empresa con presencia internacional que fabrica y comercializa productos para la industria de la construcción, descargando la fibra de asbesto de los camiones que la transportaban desde la mina hasta la planta para compactarlo y usarlo en los diferentes productos que fabricaban.
En 1996, inició con dolencias en el pecho y la espalda. Tras una exhaustiva búsqueda médica, se encuentra que tenía restos de asbesto en sus pulmones.
“Los pulmones se le empezaron a llenar de líquidos y se los tuvieron que drenar, pero el neumólogo dice que no se puede hacer nada, pues su enfermedad era mesotelioma pleural, un tumor que se pega al pulmón. Nos dijeron que no había nada que hacer, que él iba a morir, y efectivamente fallece después de mucho dolor en el año 2000”, cuenta Cecilia Riaño, una bogotana de 47 años y madre de dos jóvenes que no solo perdió a su suegro, sino también al amor de su vida.
Luis Alfonso Mayorga, esposo de Cecilia, falleció de 44 años, el 27 de agosto, de 2013, después de una enfermedad sumamente dolorosa y que ya era conocida para la familia Mayorga Riaño: misotelioma pleural, un tipo de cáncer agresivo y casi intratable.
“Cuando nos dijeron del tumor, claro que sabíamos lo que era, pero nos preguntamos por qué si él no había estado expuesto al asbesto”, señala Riaño, quien quedó viuda, con dos niños de 11 y 15 años.
Lo que provocó la muerte de Luis Alfonso sí fue el asbesto, el mismo que mató a su papá, a pesar de que este nunca trabajó cerca de él, pues era ingeniero de sistemas. La realidad supera la ficción.
“Indagando por las causas, descubrimos que el papá de mi esposo llevaba sus overoles infestados de fibras de asbesto para lavarlos a la casa. Los niños, en ese entonces, jugaban con las fibritas que volaban. Creían que era nieve. Ahí fue cuando mi esposo inhaló el material”, acota Riaño.
Lo que parece una historia increíble es la realidad de cientos de personas que se declaran víctimas del asbesto y que han cargado con las terribles consecuencias de estar cerca del mineral maldito.
“Soy médica y me especializo en cáncer,